Al petiso lo reconocí fácil, por la patilla. Al otro no hubo caso, por más que me rompiera la cabeza para tratar de sacarle la ficha. Me los encontré ayer, en los pasillos de “China ataca Kamchatka”, el súper de la vuelta de la pensión, en el que suelo comprar provisiones.
Yo había entrado apurado, a medio vestir, antojado de romper el ayuno mañanero con unas madalenas. ¿O con una? Ésa es una duda que siempre tuve: ¿en qué momento uno deja de estar en ayunas? ¿Al primer bocado? ¿Cuándo termina de deglutir la primera unidad? ¿O al final de la comida? Tuve la ocurrencia de preguntárselo a Ho Chi Minh, el chino que atiende la caja, pero me sonrió como siempre y no me respondió nada. Como siempre, también. Así que fui para el fondo, al exacto lugar donde almacenan lo que buscaba. Ahí me encontré a los tipos.
El petiso, enérgico, le decía al que estaba con él: “¡Llamá a Néstor, haceme caso! Y si no estás de acuerdo tomalo como una orden”. Era Axel Kicillof, el mismísimo ministro de Economía de la Nación, que había aprovechado la hora de almuerzo que le dan para chequear si estaban respetando los “Precios Cuidados”. Se ve que no sabía que los chinos no firmaron entrar en el programa, tercos como son. Yo pensé que el muchacho había enloquecido, porque su “llamá a Néstor” no era una metáfora, no le estaba diciendo al otro “implorale a Kirchner, que nos guíe desde arriba”. Estaba siendo literal. Salí del equívoco cuando el asistente del patillas empezó a hablar por teléfono: “¡Hola, Néstor! Felicitaciones por lo del otro día, los tuviste cortitos a los rusos”. Néstor era Pitana, el árbitro argentino que mandamos al Mundial.
Me escondí detrás de la góndola de alfajores Tatín, unos que suelo comprar en Ameghino, para escuchar mejor. No voy a detallar toda la conversación, porque a veces la seguridad nacional debe imponerse a la misión periodística. Supongo que los muchachos de Un Caño comprenderán esta pequeña licencia, necesaria al fin. Pero que no descubra la letra chica de la charla que escuché palmo a palmo no implica que no cuente nada. El objeto de Kicillof tenía que ver con una de las noticias del día: a Pitana lo habían designado para dirigir el próximo partido de los Estados Unidos. Será mañana contra Portugal, en Manaos. La estrategia de Kicillof era clara: doblegar a los fondos buitre por su lado débil, el soccer. En un momento, algo exaltado, el ministro tomó el teléfono para impartir justicia: “Néstor, hacé con Cristiano lo que hubiera hecho Néstor con Cristina: si lo tocan es penal. No te dejes dominar por los dominantes”.
Me descolocó un poco cuando empezó a nombrar insistentemente a Griesa. A ese no lo tengo, y eso que me aprendí de memoria los planteles de las 32 selecciones. Le pregunté a uno que se hacía el boludo al lado mío y también estaba pispeando todo: “Es el arquero de los malos”, me dijo, enigmático. Me dejó más confundido.
Día 10. Messi, Messi, Messi.