Una mañana de febrero de 1936, casi al mediodía, seis futbolistas de Sunderland llegaban al cementerio de Jarrow llevando a pulso un modesto ataúd de roble cuya levedad era tanta, que parecía llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido.
Sólo cuatro días antes, Jimmy Thorpe —22 años, el arquero del equipo— había ingresado al Monkwearmouth and Southwick Hospital conmocionado por los golpes recibidos en Roker Park, en el partido frente al Chelsea. El último partido de su vida.
James Horatio Thorpe, había nacido en 1913 en Jarrow, una ciudad del noreste de Inglaterra en la que tempranamente ganó fama de gran arquero. Su metro ochenta y ocho de altura y su elasticidad avalaban su vocación natural para jugar en el puesto más ingrato del fútbol. Cuando tenía 17 años recibió la propuesta de firmar para el del Sunderland AFC, el club del que era hincha, uno de los mejores equipos de la First División, la máxima categoría del fútbol inglés en ese entonces.
Jimmy se afirmó como titular en la temporada 1932/33 y llegó a jugar para su club más de 150 partidos pero desde 1934 había comenzado a notar que su salud no estaba bien. Se sentía débil y adelgazaba sin proponerselo, aunque su rendimiento en los tres palos de los black cats no se viera afectado.
Después de un mes de estudios los médicos diagnosticaron que padecía diabetes. Jimmy tuvo que resignarse a convivir con un duro tratamiento de inyecciones de insulina. Pero decidió seguir jugando. La situación era apenas conocida por sus compañeros y los directivos del Sunderland. Los hinchas —que lo idolatraban— y los periodistas, no estaban enterados.
El 1 de febrero de 1936 Sunderland, que se había consagrado sub-campeón de Arsenal la temporada anterior y lideraba la tabla, recibió a Chelsea en Roker Park. Los londinenses eran un equipo rústico, típico exponente del violento fútbol británico de aquellos tiempos. Su filosofía estaba en la vereda de enfrente de la del juego vistoso que practicaban los locales, claros favoritos esa tarde.
A los 70 minutos Sunderland se imponía por 3 a 1, dominaba el trámite y el ánimo de los visitantes se iba caldeando ante la impotencia de una derrota segura. En una jugada sin trascendencia Torphe recibió un pase atrás de un compañero y controló la pelota rodilla en tierra. Antes de que pudiera reiniciar el juego, fue cargado por tres delanteros azules que le impidieron incorporarse y recibió varias patadas en el cuerpo y la cabeza. Quedo tendido en el campo, casi inconsciente. Insolitamente el árbitro, Mr. Warr, no tomó ninguna medida contra los agresores. El arquero, muy mareado, para evitar el riesgo que significaba dejar a su equipo en inferioridad numérica (no estaban permitidos los cambios todavía) permaneció en el campo cuando aún restaban jugarse más de veinte minutos.
No sirvió para mucho, no pudo reponerse, continuó aturdido y Joe Bambrick, delantero de Chelsea, le marcó dos goles y el partido terminó 3 a 3.
“La mala labor del arquero le costó un punto al Sunderland” escribió al otro día un cronista en The Sunderland Echo. “Thorpe ha demostrado ser un excelente arquero esta temporada, pero rara vez acierta cuando tiene que actuar ante balones cruzados. Sus errores del sábado, sin embargo, tuvieron un origen totalmente distinto y se puede afirmar que el tercer gol del Chelsea tuvo que ver con que se quedó paralizado cuando Bambrick avanzaba a la carrera hacia él”.
Después del partido, Thorpe se fue a su casa y continuó sintiéndose cada vez peor. Lo llevaron hasta el Monkwearmouth and Southwick Hospital y allí los médicos descubrieron rápidamente que tenía tres costillas rotas y un golpe preocupante en la cabeza. Cuatro días más tarde, El 5 de febrero de 1936, después de haber permanecido en coma diabetico y sufrir un paro cardíaco dejó de respirar.
En su autobiografía, Raich Carter, compañero de Thorpe en Sunderland, escribió: “En el partido contra el Chelsea el juego fue muy violento y Jimmy sufrió varias agresiones. Pero recuerdo muy claramente que cuando dejamos la cancha, Jimmy parecía estar bien y no se quejaba de sentirse mal. Fue un golpe terrible para nosotros cuando, como de costumbre, nos presentamos para entrenar el martes siguiente y nos enteramos de que estaba muerto“.
Unas semanas después de la tragedia y pese a que los responsables directos del incidente no tuvieron castigo, los dirigentes de la FA decidieron legislar en favor de la protección de los arqueros ingleses. Concluyeron en la necesidad de modificar la regla que permitía que un jugador de campo pudiera seguir disputando el balón cuando éste ya se encontrara controlado entre los brazos del arquero.
Sunderland ganó esa temporada el título de la Primera División. La medalla del Campeonato de James Thorpe fue entregada a su viuda.