Hace exactamente veintisiete años, el 11 de septiembre de 1988, Hugo Gatti entró por última vez a una cancha de fútbol a jugar un partido oficial. Boca enfrentaba en La Bombonera a Deportivo Armenio por la primera fecha del campeonato. A los 33 minutos, una desafortunada salida del arquero, al intentar anticipar a la altura de su medialuna un contragolpe rival, terminó en gol de Armenio, derrota de Boca y su retiro de las canchas. Tenía 44 años.
Borges decía que un poeta tiene derecho a ser juzgado por sus mejores versos y nosotros pensamos que Gatti perfectamente se encuadra en esa definición. Si algo aportó a este juego durante sus 26 años en Primera, fue poesía.
Por tal motivo, elegimos recordarlo en dos de sus tantas tardes de inspiración. Una en la que con su rebeldía y convicción en la manera de entender su puesto contribuyó -tempranamente- a lo que hoy podríamos denominar “Ampliación de los Derechos del Arquero”. Otra en la que su estilo -ya impuesto- llegó a su máximo grado de excelencia.
1967, Torneo Nacional. River recibe a Boca; desde los 54 minutos, pierde 1-0 (gol de Novello) y se vuelca con desenfreno al ataque. Gatti, convertido virtualmente en el líbero de River, sale hasta mitad de cancha, cerca del lateral, a cortar un contragolpe de Boca. Era bastante insólito en aquel tiempo que un arquero anduviera por esos arrabales, pero Gatti va. Anticipa a Pianetti, la bola le queda un poco larga pero sigue en juego. El sentido común indicaba tirarla afuera y volver rápido al arco. Gatti prefiere dominar la pelota, levantar la cabeza y buscar un compañero para pasársela. Pero ninguno se acerca. Llega el tanque Rojas a disputársela, traban contra la raya y la pelota sale al lateral para Boca. Rojas pretende hacerlo rápido para sacar ventaja pero Gatti forcejea con él y logra arrebatarle la pelota. El línea marca que es para Boca y Pestarino convalida, pero Gatti toma la pelota y ante el desconcierto y las protestas de los boquenses, se hace el desentendido y saca el lateral. La jugada por supuesto fue invalidada, pero al reiniciarse el juego, Gatti ya ocupó su lugar y su defensa tuvo tiempo de acomodarse.
La jugada provocó un pequeño revuelo en el ambiente futbolístico de la época. El desparpajo del arquero -con sus inusitadas bermudas, su media derecha caída y su peinado beatle- haciendo el lateral, levantaba polvareda. ¡River todavía jugaba con camisa!
A la semana siguiente la revista El Gráfico publicó una encuesta en la que los colegas de Gatti opinaban sobre la actitud del arquero: ¿Haría usted la jugada de Gatti? Las opiniones estuvieron divididas, “Yo hubiera hecho lo mismo y pienso que el arquero no está para quedarse entre los tres palos. Yo me salgo de la vaina para ir a cabecear algún corner o algo así” afirmó Roberto Larrubia de Ferro. En las antípodas, Agustín Cejas de Racing manifestó “Yo no. No se puede tirar por la borda así nomás el trabajo de los demás saliendo a gambetear hasta la mitad del campo. Yo tiro la pelota a la tribuna y se acabó”. Antonio Roma de Boca, canchereó: “la jugada que hizo Gatti ya la realicé jugando contra el Benfica en Los Ángeles. De manera que no es novedad”. “En iguales circunstancias, tiro la pelota afuera” concluyó Miguel Santoro, el uno de Independiente.
1981, Torneo Metropolitano. El Boca de Maradona, Brindisi y Gatti, en su recta final hacia el título, recibe a Estudiantes. Con el partido 0-0 y su equipo volcado al ataque, Gatti, que ya a esta altura “juega de líbero”, sale a cortar un contragolpe de Estudiantes en tres cuartos de cancha propia, anticipa a un delantero rival y dominando la pelota se proyecta al ataque. Se va abriendo hacia el lateral izquierdo, elude en el camino a otro jugador y acompaña la pelota hasta la raya central –casi en idéntica posición a la de la jugada antes citada- donde sin tocarla, la deja en los pies de Perotti, que corre 50 metros con la pelota y marca un golazo que significa el triunfo. Todos los jugadores de Boca corrieron a abrazar a Gatti.
Y todos los arqueros del mundo celebraron la jugada.