“Mi padre siempre les decía a sus amigos que Independiente algún día llegaría a ser un grande de Ecuador. Ellos se reían y le respondían: ‘Pepito, ya deje de soñar y no exagere'”. Cuando el hijo de José Terán le contó esta anécdota al diario El Comercio de Perú allá por 2012 ni siquiera se imaginaba este presente. Hoy, el club que fundó su padre en 1958 jugará la final de la Copa Libertadores, algo sólo dos clubes ecuatorianos habían logrado. Pepito se quedó muy corto en su utopía.
Entre 1951 y 1952, el Club Atlético Independiente de Avellaneda realizó una gira de tres meses por Sudamerica. En ese contexto, jugó dos partidos en Ecuador: perdió 3-1 ante Sport Río Guayas y le ganó 6-3 a Sport Patria. Este último partido fue presenciado por niño de diez años, quien quedó maravillado por el fútbol de Ernesto Grillo y compañía. Siete años más tarde, ese chico fundó un club en su pueblo, Sangolquí.
“Independiente. Que se llame Independiente, como los Diablos Rojos“. Sus amigos José Díaz, Jorge Atapuma, el Negro Sanguano, Tomás Zaldumbide y el Marino Guayasamín no se animaron a discutirle el nombre y los colores. Rojo y blanco, como aquellos cracks que lo habían deslumbrado tiempo antes.
Desde la fundación, el club comenzó a participar en ligas regionales, pero los problemas no tardaron en aparecer. En 1975, Pepe sufrió una peritonitis y falleció. El club, que estaba más cerca de desaparecer que de mantenerse a flote, fue sostenido por Jorge y Gilberto Lara, amigos del fundador. Ellos fueron quienes le cambiaron el nombre y lo rebautizaron “Independiente José Terán”.
El club se mantuvo en ligas regionales hasta 2006, cuando el dinero impulsó este resurgimiento que llegó hasta el cielo de América. Aquel año, el poderoso empresario Michel Deller, accionista de los centros comerciales más importantes de Ecuador, se juntó con Franklin Tello (jerarca de la empresa KFC) y el alcalde de Sangolquí, Héctor Jácome, para poner en marcha una empresa futbolística llamada “Independiente del Valle”. Quitaron al pobre Pepito del nombre del club y la cambiaron el escudo y los colores. Aquella humilde idea de un hincha se transformó en un negocio muy rentable.
Con el apoyo de varios representantes, como Diego Herrera, Rodrigo Espinosa y José Luis Chiriboga, tardaron sólo tres años en pasar del fútbol regional a pelear en la Serie A. Según informó en 2015 el diario Hoy de la Plata, el club tenía un presupuesto de 40.000 dólares en 2007, pero se dio el lujo de fichar al delantero Jefferson Montero por 220.000 dólares. Así, creció hasta convertirse en uno de los principales animadores del torneo ecuatoriano.
Tras el ascenso a la B en 2008, sólo dos años después llegó por primera vez en su historia a la primera categoría. En 2013 fue subcampeón y ese mismo año jugó la Copa Sudamericana. Un año más tarde debutó en la Copa Libertadores. Y hoy está a dos partidos de jugar contra Real Madrid en el Mundial de clubes.
El principal objetivo de Deller y sus socios siempre fue generar riqueza con la venta de futbolistas. Para eso, construyó la que hoy es la principal escuela de Ecuador. Independiente del Valle tiene un Centro de Alto Rendimiento con siete canchas reglamentarias y habitaciones de primer nivel para que allí vivan los jóvenes que llegan desde otros sitios de Ecuador a formar parte del club.
El plantel es el más joven de la Copa Libertadores, con 23 años de promedio. Hace tres años, Deller afirmó: “Cuando ya se posicionen todos nuestros jugadores de las inferiores vamos a ayudar muchísimo más al país a tomar protagonismo a nivel mundial. En nuestro club hay mucho producto de Selección”. Hoy, su equipo está entre los mejores del continente y la Selección está segunda en las Eliminatorias. El poder de la billetera.
Independiente del Valle llega a la final de punto, como llegó a los octavos de final contra River, a los cuartos de final contra Pumas y a las semifinales ante Boca. Podría convertirse en el primer equipo en coronarse campeón de América sin ser campeón de su país. Aquel sueño romántico de Pepe Terán se cumplió gracias al dinero de otros hombres.
Son, como diría el Negro Fontanarrosa, casos y cosas del deporte.