A fines de 2009 se reunió por primera vez el “Pompey Supporters Trust” (Fideicomiso de hinchas de Pompey). El equipo que un año antes había ganado la FA Cup ya había comenzado a desarmarse debido al pésimo manejo financiero de Sacha Gaydamak, el hombre que llegó en 2006 con la promesa de fundar “el Chelsea del sur” y se fue tras dejar al equipo descendido a la segunda división y obligado a desprenderse de sus mejores jugadores (Peter Crouch, Sylvain Distin, Glen Johnson y Niko Kranjčar, entre otros).
Entonces, un grupo de hinchas decidió juntarse y comenzar a trabajar para recuperar el club. Ni siquiera ellos imaginaron el desastre que les esperaba. En 2009, el jeque emiratí Sulaiman Al Fahim se hizo cargo de la administración, pero lejos quedó de solucionar los problemas. El plantel estuvo varios meses sin cobrar, aunque logró salvarse del descenso no sin dificultades. A comienzos de 2010, el empresario oriundo de Hong Kong Balram Chainrai se convirtió en el tercer dueño del club en menos de dos años.
A mediados de la temporada siguiente, Chainrai presentó la quiebra (la institución debía 135 millones de libras) y la FA le descontó diez puntos al equipo, que esta vez no pudo evitar el descenso a la League One (tercera división). Antes, intentó venderle sus acciones a Vladimir Antonov, un banquero que luego terminó preso en Lituania. En ese momento, cuando tenía sólo ocho jugadores profesionales en su nómina y la caída parecía no tener fin, aparecieron los hinchas para hacerse cargo de una situación de la que ellos eran las únicas víctimas.
El “Pompey Supporters Trust” le pidió cien libras a cada hincha para presentar una oferta de compra. Hasta miembros del parlamento recomendaron a Chainrai venderle el club al fideicomiso. Sin embargo, el empresario se negó con todas sus fuerzas a desprenderse del estadio Fratton Park y el litigio llegó hasta la Corte Suprema. Recién en abril de 2013 el PST logró tomar las riendas del club, pero ya era tarde para evitar un nuevo descenso.
Así, en sólo cinco año, Portsmouth había pasado de ganar el torneo más antiguo del mundo y de creer en que las inversiones extranjeras le servirían para pelear mano a mano con los gigantes ingleses a jugar en la cuarta categoría. A mediados de 2013, estaba en la League Two. Sin embargo, aquel comienzo de temporada era diferente a todos los anteriores. Esta vez el control era de los verdaderos dueños. “Esto se siente como algo natural porque llevamos toda nuestra vida esperándolo. Siempre quise que el club sea de las personas que lo aman. Toda la batalla era para llegar a este lugar”, afirmó antes del comienzo de la temporada 2013/14 Micah Hall, uno de los 18.000 espectadores que vieron el primer partido frente a Oxford United.
En los primeros dos años, el equipo no hizo pie y terminó por debajo del décimo puesto, pero en 2015/2016 llegó Paul Cook a la dirección técnica y peleó el ascenso hasta el final. Terminó en el sexto lugar y clasificó para los playoffs, donde quedó eliminado frente a Plymouth Argyle. Por primera vez desde 2009, Pompey demostraba que podía hacer algo más que sufrir y ocuparse de cuestiones administrativas.
La temporada actual comenzó con dos empates y una derrota. Pero luego llegaron cuatro victorias consecutivas y la certeza de que esta vez era posible. Hace algunas horas, Portsmouth venció 3-1 a Notts County ante el delirio de casi cinco mil hinchas que viajaron más de 300 kilómetros y logró el ascenso a la tercera división. El club que los empresarios hicieron descender tres veces, asciende gracias a los hinchas.
“No podemos cambiar el pasado pero podemos crear nuestro futuro. Dedicado a todos los hinchas que permanecieron de pie y se negaron a permitir que Portsmouth FC muera”. La plaqueta que adorna Fratton Park desde 2013 resume la historia de este club que fue salvado por sus únicos dueños legítimos.