Agropecuario Argentino es un flamante club de fútbol (se fundó en 2011), que acaba de ascender a la B Nacional en una fulminante carrera sin precedentes. Tamaño vértigo sólo se explica por la capacidad económica de la institución de Carlos Casares, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, que proviene de la generosa chequera de su artífice, fundador y presidente, Bernardo Grobocopatel.
El apellido es santo y seña, marca inconfundible de los grandes jugadores del agro en las últimas décadas. Los Grobocopatel, con Gustavo a la cabeza (primo de Bernardo), se convirtieron en los zares de la soja, favorecidos no sólo por el esplendor de las exportaciones del cultivo estrella de la Argentina (la demanda china había disparado el precio internacional), sino por un novedoso modelo de negocios. Los Grobo impusieron la figura del terrateniente sin tierra –explotan campos alquilados–, moderno y más atento a la gestión y el desarrollo tecnológico que a la acumulación de propiedades.
Claro que esta irrupción hegemónica en la feraz llanura pampeana motivó reclamos airados de muchos intendentes bonaerenses, que acusan a los Grobocopatel de destruir trabajo rural y no dejar nada en los pueblos cuyo suelo explotan. También se dejan oír los permanentes cuestionamientos a la siembra transgénica, lo que ha dado lugar a una polémica cargada de graves denuncias sobre perjuicios a la salud pública.
Pero volvamos a Agropecuario, apodado con justicia El Sojero. En la planta urbana de Carlos Casares viven 18 mil personas. Y existen varios clubes con arraigo que disputan la liga como Boca, Atlético y Argentina 78. Pocos hinchas quedan entonces con simpatías vacantes como para sumarse a la tribuna de Agropecuario. No obstante, el club erigió un estadio para 8 mil espectadores, que promete ampliar, para estar a la altura de la máxima categoría del Ascenso, a 15 mil. Vale decir una cancha para todos y todas, literalmente. El presidente agregó que además está encaminada la construcción de un hotel y un lago artificial para acopiar agua de lluvia y garantizar así el riego apropiado (libre de salitre) del primoroso césped, que según La Nación se importó de algún lugar de Europa.
El presupuesto del plantel ronda los 200 mil dólares mensuales, todo un lujo para un club que militaba hasta hace meses en el Torneo Federal A y que ahora lidera la B Nacional junto con Villa Dálmine tras cinco partidos disputados (4 ganados, uno perdido, 9 goles a favor y 3 en contra).
En las entrevistas, los futbolistas, que odian distraerse, repiten su mantra preferido: en Agropecuario sólo piensan en jugar. El nombre más prominente acredita un pasado en Guaraní Antonio Franco (Barinaga), pero el más representativo, hombre de la casa desde la fundación y protegido de Bernardo Grobocopatel (“Es el único jugador por el que discutí con un técnico”) se llama Gonzalo Urquijo y se ocupa de meter goles. Ninguna estrella, pero todos bien comidos y dispuestos a transpirar. El DT, llegado para las instancias decisivas de la competencia, es el ex jugador de Independiente José María Bianco.
“Muchos se preguntan qué sueños puede tener este si nació con todos los sueños cumplidos. Los económicos, sí, es cierto. Pero mi pasión es el fútbol. Yo respiro fútbol y ese sueño no lo había cumplido”, le dijo el presidente del Sojero, hincha fanático de Racing, a Interior Futbolero Radio.
Así como los magnates asiáticos compran clubes europeos, los reyes de la soja argentinos los fundan. Los ricos podrán tener tristeza pero no sueños incumplidos. Así que Bernardo Grobocopatel, en lugar de sumar su granito de dólares a alguna institución tradicional, con su cultura deportiva macerada durante años, creó su propio escudo. Para hacerlo a la medida de su capricho. Como a algún otro líder de negocios metido en el deporte, lo rodea el aura del éxito conseguido por su familia en el histórico bastión de la oligarquía criolla.
Para esta temporada el equipo se reforzó con jugadores importantes. Veamos: Fabián Assmann (ex Independiente y Vélez), Mauricio Romero (ex Gimnasia), Agustín García Basso, Fernando Piñero (ambos ex Santamaría de Tandil), Reinaldo Alderete (ex Ferro), el uruguayo Diego Ferreira (ex Liverpool), Agustín Díaz (ex Talleres de Córdoba), el paraguayo Hernán Villalba (ex Olimpia), Cristian Llama (ex Aldosivi) y Facundo Parra (ex Santa Cruz de Brasil), entre otros.
El fútbol parece convertirse en todo el mundo en instrumento de las empresas y del flujo transnacional de dinero. Ajeno al contenido popular que le da sentido. Un producto indiferenciado, sin identidad de origen. Como una commodity.