“Un día vino Stinfale y me dijo que quería un lugar para divertirse. Mientras él y nosotros estemos cómodos vamos a ir para adelante”, contó el entonces presidente de Deportivo Riestra, José Tirri. Aunque mucho lo parece, no se trata de una privatización, desmentía cada vez: “Acá no se ha firmado un sólo papel, por eso no gerenciamos ni cambiamos de denominación, ni los colores. Acá lo que existe es la palabra”. De ese día ya pasaron más de cinco exitosos años y todo sigue en marcha. Víctor Stinfale se divierte y los directivos de Riestra están cómodos.
En el último tiempo, hablar de Riestra implica un serie de lugares que se fueron haciendo comunes. Que usa ropa Adidas -es su único equipo en el Ascenso-, que Speed es su principal sponsor -como si fuera una coorporación internacional sin rostro y no la empresa del rey de la noche porteña-, que Diego Maradona –gran amigo de Stinfale– es su “líder espiritual”, que hacen pretemporadas con entrenamientos militares en horarios nocturnos, que por capricho de sus dueños la camiseta lleva la inscripción “Irak” -el nombre del equipo amateur de la empresa energizante- y que algunas veces sus tácticas fueron insólitas -delanteros con la “2”, defensores con la “9” (como en la segunda final ante Comu), arqueros yendo a cabecear córners en el primer tiempo, etcétera-.
Pero algunas otras cosas no se dicen del todo. Se comentan por lo bajo, se infieren o se susurran. Los que hayan visto los partidos de la semifinal del reducido de Primera B entre Riestra y Deportivo Español, y no sigan de cerca la categoría, deben haberse quedado pensando qué quería decir el comentarista de la transmisión oficial cuando repetía una y otra vez, “El equipo del doctor”. La cámara enfocaba al banco de suplentes y no aparecían ni Bilardo, ni Sócrates. “Se cumplió todo lo que dijo el doctor, la tabla completa del primero al último”, insistía elogioso. La presencia de Stinfale es un código. Su generosidad -sobre todo con la precarizada prensa deportiva- se agradecen siempre, quizás demasiado, pero sin hacer nombres.
Es extraño que así sea, que nadie quiera capitalizar este éxito privado. Si uno se sienta en la coqueta platea José Tirri, la imagen que se ve, con el Nuevo Gasómetro haciendo sombra, es muy distinta de la que era en 1990, cuando el club estaba desafiliado. Fundado en 1931 por un grupo de jóvenes de Nueva Pompeya que jugaban juntos en torneos barriales, hoy Riestra pasa por el mejor momento de su historia bajo el mando de los integrantes de otro equipo amateur, que juega una liga empresarial. Desde 1946 en AFA, sólo había sido campeón en 1953. Después, todas fueron penurias entre la C y la D, y la expropiación militar de su cancha en 1981. Hasta estos últimos cinco años gloriosos, con otro título, dos ascensos en seis meses y, ahora, la inminente llegada, por primera vez, a la B Nacional, tras solo tres temporadas en la B Metro. Enfrente, en la cancha de San Lorenzo, podría ubicarse el inicio de esta historia.
“En Speed tenemos un equipo muy bueno, ganamos todo con los pibes porque implementamos un sistema de juego especial. En un momento se me ocurrió que podíamos trasladar ese sistema a un equipo de primera y lo llamé a Marcelo Tinelli para pedirle referencias sobre algún club”, explicó Stinfale según la Revista Veintitrés, que le dedicó en 2013 un completo perfil. Deportivo Riestra era ideal, tenía los mismos colores de su marca, estaba a la deriva en la D y sus directivos aceptaban gustosos la propuesta del abogado-empresario, apoyo económico en público y control total en privado.
Así, en 2012, Stinfale regresó al fútbol, su primer amor. De pibe había sido jugador de Nueva Chicago y algunos le veían condiciones. Él no, y se puso a estudiar. Tenía otras prioridades. “No me daba plata, yo era medio pelo”, explicó. Buscando una carrera con proyección y que fuera “fácil” se metió en el derecho penal. Empezó bien de abajo y logró llegar a ser el mejor abogado penalista del país. Los primeros clientes los encontró en las tribunas. Defendiendo a barras comenzó a hacerse un nombre en el mundillo judicial. Luego vinieron los apellidos de peso, los que le dieron cartel: El Abuelo José Barrita, El Gordo Valor, Carlos Telledín, Monzer Al Kassar, Diego Maradona, Moria Casán. Entonces, era habitual verlo en el programa de Mauro Viale, formando parte del show. Al siempre incisivo Luis Majul le dijo que defendería a Hitler, si le dan “un millón de dólares”. No por que todos las personas, incluso los genocidas, tengan derecho a un juicio justo, si no por dinero. Era la época en que necesitaba ser público.
La aventura empresarial de Stinfale con Speed arrancó cuando el Colegio de Abogados le suspendió la matrícula por un año, acusado de encubrimiento en la causa que todavía investiga el atentado a la AMIA, por ofrecer una jugosa coima al exjuez Galeano. Para eludir posibles embargos, comenzó a dejar sus negocios en manos, y nombres, de personas de confianza. El manejo diario de su emporio judicial lo lleva Matías Morla; con el nuevo referente del PJ, Fernando Burlando, los otros dos miembros de la sagrada trinidad de abogados penalistas. Hoy, cuentan algunas personas que trabajaron con él, Stinfale controla unas 16 unidades de negocios, todas bien compartimentadas y ninguna enteramente suya. “No acepto la exposición pública: eso yo ya lo hice, ahora quiero diferenciarme”, explica. Estos son tiempos de anonimato.
La idea de entrar en el mundo de las bebidas energizantes también surgió del placer. “Me metí a trabajar con Speed por mi pasión con la música electrónica: uno puede decir de ese segmento que es de todo, menos grasa. Todos los pasos que doy persiguen un interés”, explica. Sigue las enseñanzas del fallecido gurú del marketing Jack Trout, y su lema: “ser el primero es preferible a ser el mejor”. En poco tiempo, Stinfale logró controlar toda la cadena de producción de la movida electrónica. Qué se escucha, está asociado con el representante de DJs Martín Gontad. Dónde se escucha, se dice que es dueño del boliche Palacio Alsina, de Pachá, de Kú en Pinamar, de Pueblo Límite en Villa Gesell y de la radio FM Delta 90.3. Además, maneja las grandes fiestas de la escena, Moonpark y Creamfields, y se lo acusa de haber organizado la trágica Time Warp. Y, por supuesto, qué se toma, junto a Speed produce el champán Renaissance y el agua embotellada Block, la que bebía el plantel de Riestra, que se hizo infame en esa fiesta donde murieron cinco personas.
El 2016 fue un año difícil para Stinfale. Cuando quedó detenido por las muertes en la Time Warp, pese a sus incontables contactos políticos y judiciales, muchos de sus empleados recodaron que el año anterior, al igual que otros empresarios nacionales, les había pedido que votaran a Daniel Scioli. No le preocupaba el cambio de modelo económico si no perder la estructura de nombres y teléfonos que había ido formando, pacientemente, en la última década. Eventualmente, Stinfale dejó la cárcel y reorganizó sus alianzas. El nuevo presidente de Riestra es Fabio Pirolo. En su cuenta de Twitter se presenta como: “Porteño. Abogado. Bostero. Presidente de Deportivo Riestra”. La revista Qué afirma que es “hombre de Daniel Angelici” y que “se desempeña en el Fútbol Amateur de Boca”.
Hace 15 años, Stinfale llevaba todos sus asuntos desde una casona de una manzana, en Ramos Mejía, decorada con fotos de Al Capone y de la película El Padrino. Ahora, los planetas de su universo giran alrededor de las oficinas de Speed Energy Group, en la calle Berón de Astrada de su barrio natal. Imágenes de Tony Montana y del plantel de Riestra comparten las paredes. Todo es blanco y negro. Pulcro y ordenado, como es él. Podría considerarse otra sede del club, pero en ésta se toman las decisiones importantes. Desde ahí, Stinfale define todo. Planifica la semana del plantel, organiza las movidas de prensa -aseguran que hasta redacta él mismo las entrevistas que los futbolistas dan a algunos medios- y se encarga de arengar desde Facebook a la familia de “la empresa”, como le dice con cariño tanto a Speed como a Riestra.
Es un secreto a voces que la cuenta Calabacita de Riestra es su página personal. Ahí prolifera su habitual retórica bélica -su biblia es “El arte de la guerra”, de Sun Tzu, según Diario Popular– con imágenes de los personajes de la serie Vikingos o de la película 300 junto a frases motivadoras. También, sube fotos de los partidos de Riestra y hasta citas de Bielsa. Hace poco publicó una imagen de un lobo con la leyenda: “Nunca te metas con alguien que desea morir en batalla”. La misma frase, con una foto más publicitaria de ese animal, es ahora parte de la nueva campaña gráfica de Speed. Los que son amigos de ese usuario puede leer los mensajes que escribe cada tanto, siempre en mayúsculas, y firma como “VICTOR”. Muchos futbolistas, periodistas, dirigentes y allegados frecuentan el lugar para dejar sus “likes” y sus agradecidos elogios.
Parte de esa familia, y una persona muy agradecida con Stinfale, es Diego Figueroa, futbolista, manager de Riestra y empleado de Speed. “Al principio daba una mano con la seguridad en fiestas electrónicas, más tarde trabajé en el sector de limpieza y luego ascendí a encargado”, le contó a Perfil. El actual 9 de Estudiantes, que perdió la semifinal ante Comunicaciones en un partido que terminó con confusos incidentes, le dieron la victoria a Comu (ahora un antecedente ideal para Riestra) pero debió jugar la primera definición fuera de su cancha y sin público, estuvo cerca de protagonizar la insólita situación de disputar una final con un equipo siendo directivo del rival.
El éxito de Riestra no se explica sin Stinfale ni sus métodos. El plantel cobra todos los meses, hay premios por productividad que se pagan -se premia más una asistencia que un gol- y los jugadores tienen una excelente preparación -el equipo concentra en La Candela, que Boca le cede gentilmente, y está pretemporada contrató un nutricionista de Primera División para evaluar a los jugadores-. Así consiguió la diferenciación de la que habla y la confianza de los futbolistas en sus ideas. En poco tiempo contagió a todos con su mentalidad combativa, solidaria y sacrificada. El discurso del equipo chico y esforzado, aunque el poderío económico de la empresa lo destaque ante la mayoría de los rivales.
La frecuente presencia en medios aleja a Riestra de la etiqueta de equipo menor, al menos en su división. Sus efectivas acciones de prensa, vinculando al club con otras marcas más importantes, como Maradona o Adidas, hacen que esté presente en la mente de los futboleros. Incluso repitiendo la misma historia. “El público se renueva”, se dice en las redacciones. La “novedad” de la pretemporada militar la leemos cada año. Unos ejemplos, en 2015 en Goal, en 2016 en TyC Sports y Big Bang News, en 2017 en Infobae, que, al menos, le agregó la tajante respuesta de un deportólogo: “Si fuera efectivo entrenar en estas condiciones, lo estarían haciendo los mejores equipos de Europa”. Eso sí, nunca se menciona a Stinfale. Hace poco un programa de DirectTV visitó al plantel en su concentración y la periodista preguntó por la música. “Ni cumbia ni reggaeton, acá no se escucha nada que no sea música electrónica”, respondió el veterano Mauricio Soto.
En la cancha, Riestra tiene una identidad propia, la que Stinfale le forjó. Suele jugar 442, con dos líneas bien juntas que esperan la oportunidad de recuperar y atacar, casi siempre por la derecha para definir en la otra banda. Los defensores no van al ataque y nunca le pasan la pelota al arquero. El doble cinco lidera la presión pero con más voluntad que orden. En la franja derecha es habitual encontrar un jugador rápido con vocación ofensiva para sumarse al ataque. Adelante, siempre una referencia de área y suelto, detrás, Mauro Ortíz, su gran figura. Un chiquitín con gol, habilidoso y muy veloz, que podría estar jugando en la A.
En cinco años pasaron muchos y muy diversos entrenadores pero todos, de un modo un otro, respetaron este libreto. El actual DT es Jorge Benítez, un histórico defensor del club en la era Speed. El Morrón tiene ascendencia sobre el plantel, muchos fueron sus compañeros, pero los que conocen la interna del equipo aseguran que solo está en la cancha para transmitir las órdenes que Stinfale le susurra al oído mediante un intercomunicador que lleva en la oreja derecha, como se vio claramente por TV durante la inconclusa segunda final.
Cuando faltaban los cinco minutos del tiempo de descuento para concretar el ascenso, Riestra ganaba 2-0 y daba vuelta la serie, Paulo Vigliano suspendió el partido por la invasión del campo de juego. Algo que, recordó El Destape, ya le pasó en 2014 ante Sportivo Barracas (esa vez se dio por terminado el partido con victoria y ascenso para Riestra). Lo que hace particular esta ocasión es quién invadió la cancha.
Mientras los grandes medios, y algunos de sus periodistas, se apresuraban en culpar a los hinchas con el relato de los inadaptados de siempre que arruinan la fiesta de todos, en Twitter ya reconocían al invasor como Leandro Freyre, un mediocampista de Riestra que había quedado fuera del banco de suplentes. Si repasan las imágenes verán que pasó inadvertido varios segundos como un cinco más. Cuando los jugadores de Riestra festejaban el supuesto ascenso, los de Comu, frustrados, decían ante las cámaras: “Gana el poder a la humildad”, “Estaba todo armado” y “Hay que investigar a Stinfale”.
Ahora, el Tribunal de Disciplina es el último obstáculo en el camino rumbo al histórico ascenso. “Si me ves luchar por algo, nunca me verás rendirme. Salgo victorioso o muero en el intento”, decía la portada de su Facebook antes de las finales. Suena un poco dramático, sobretodo para un partido de fútbol. Pero es bastante gráfico de cuán en serio se toma Stinfale todo este divertimento de ser el líder supremo de Deportivo Riestra.