Ludere causa Ludendi
El fútbol del siglo XIX nada tiene que ver con el actual. Ni siquiera las reglas son las mismas, más allá de que muchos afirmen que el juego más popular del planeta es también el menos abierto a los cambios. Desde la ley del offside hasta la cantidad de gente que asiste a los estadios y el descomunal desarrollo mediático. El fútbol cambió tal como cambió la vida en general. Sin embargo, hay una cosa que se mantiene inalterable desde 1867: el amateurismo de un club escocés llamado Queen’s Park.
Escocia tuvo una especial importancia en el desarrollo del fútbol tal como lo conocemos. A pesar de que los primeros clubes nacieron en Inglaterra y Gales, fue al norte del imperio donde el juego evolucionó más rápido. Allí adaptaron un estilo propio, que priorizaba los pases por sobre el pelotazo largo y superaba en belleza y efectividad al de los ingleses. En ese contexto de progreso nació el primer club cien por ciento escocés. Fue el 9 de julio de 1867, cuando los miembros de la Young Men´s Christian Asociation de Glasgow (Asociación de jóvenes cristianos) escribieron una simple reseña que decía “esta noche a las ocho y media algunos caballeros se reunieron en el nº3 de Eglinton Terrace con el propósito de formar un club de fútbol”.
En aquellos años, cada club escribía sus propias reglas y las de Queen’s Park incluían una variante innovadora: el fuera de juego sólo se aplicaba a los 15 metros del arco rival y con la exclusión de dos defensores en lugar de tres (más similar a la actual). Esto fue clave para que prosperara la idea del juego de pases sucesivos. Los jugadores del club perfeccionaron su técnica en duelos internos, ya que no había adversarios dispuestos a jugar bajo este reglamento. De todos modos se convirtieron con rapidez en la máxima expresión del fútbol escocés. De hecho, el 30 de noviembre de 1872, día del primer duelo internacional de la historia, Escocia enfrentó a Inglaterra con once futbolistas de Queen’s Park. El empate 0-0 no opacó la superioridad de los escoceses.
Richard Robinson, escritor y analista que presenció aquel partido se rindió ante el revolucionario estilo del conjunto de Glasgow: “los regates y los pases fueron los que elevaron el fútbol escocés a la categoría de arte. Los regates ya se usaban en Inglaterra, pero en el sur no se enterarían hasta muchos años después de que los principios del Queen’s Park, basados en la transferencia del balón entre sus integrantes, junto a una fuerte presión, eran los que daban mejores resultados. La combinación era la principal característica del juego del Queen’s Park”.
Meses antes de aquel encuentro, Queen’s Park fue invitado por la federación inglesa a la primera Copa FA de la historia. El equipo llegó sin jugar hasta las semifinales, donde debía enfrentar a Wanderers en Londres. Para una institución amateur, el viaje fue un verdadero esfuerzo, pero lograron llegar a tiempo y consiguieron un meritorio empate sin goles. La revancha debía jugarse también en la capital británica, pero no tenían el dinero necesario para pagar la estadía y debieron regresar, por lo que Wanderers avanzó la gran final final, donde derrotó a Royal Engineers.
Un año después fue uno de los fundadores de la FA escocesa. En su primer partido oficial, en el que estrenaron la camiseta blanca y negra a rayas horizontales que todavía hoy utilizan, golearon 7-0 a Dumbreck. El encuentro también sirvió para inaugurar el estadio Hampden Park, uno de los más antiguos del planeta y símbol del fútbol británico. El equipo ganó las primeras tres ediciones de la Copa FA de su país y durante la década de 1870 nadie dudaba de que era el máximo referente del fútbol del Reino Unido y, por supuesto, del mundo. Incluso, un viaje a Irlanda es considerado como el primer paso para la expansión del fútbol a dicha isla, ya que después de la gira el entusiasmo provocó el nacimiento del primer club irlandés, Cliftonville. Su éxito llegó hasta 1884, cuando fue subcampeón de la FA Cup inglesa por segunda ocasión consecutiva tras caer ante Blackburn Rovers (es, hasta hoy, el único representante escocés en jugar una final del torneo inglés).
La historia cambió para siempre en 1885, año en el que se instauró el profesionalismo en Inglaterra. Los mejores jugadores escoceses dejaron su país para ganar dinero en la liga inglesa, lo que provocó que en 1890 se profesionalizara también el fútbol de Escocia, de la mano de la fundación de la Liga nacional. Queen’s Park resistió con ahínco el final del amateurismo y no aceptó la invitación, ya que el nuevo campeonato igualaba dentro de la cancha a profesionales con amateurs. Además, se expresó como club pionero y justificó su rechazo al afirmar que la aparición del vil metal, lejos de ayudar a los clubes más pequeños, los alejaría aún más de los poderosos, con lo cual el final del amateurismo no sería solo un dilema ético, sino también el principio del final del fútbol tal como lo conocían. El tiempo les dio la razón, ya que la Liga escocesa se convirtió en una de las más desparejas del mundo, con dos equipos todopoderosos que se reparten los títulos casi al cincuenta por ciento.
Queen’s Park se mantuvo por fuera del sistema oficial del fútbol escocés durante varios años, en los que pasó a jugar partidos en la clandestinidad y perdió gran parte de su importancia en la escena deportiva local. En 1900 decidieron, por fin, ingresar a la primera división y a la Copa, sin bajar las banderas. El equipo, pese a que ya no tenía el potencial de la década anterior, alcanzó la final de la Copa, en la que perdió 4-3 contra Celtic en un partidazo, y finalizó octavo en la Liga. Aquella fue la última final del que aún hoy es el tercer máximo ganador del torneo detrás de Celtic y Rangers. En la Liga, jamás tuvo la posibilidad de pelear por el título y su mejor temporada fue la de 1917/18, cuando terminó séptimo entre 18 participantes.
Queen’s Park se expresó como club pionero y justificó su rechazo al afirmar que la aparición del vil metal, lejos de ayudar a los clubes más pequeños, los alejaría aún más de los poderosos, con lo cual el final del amateurismo no sería solo un dilema ético, sino también el principio del final del fútbol tal como lo conocían.
Como su decisión de mantener el amateurismo podía representar una gran desventaja frente a sus rivales, que por supuesto estaban en condiciones de ofrecerles mejores contratos a sus futbolistas en cualquier momento, Queen’s Park presentó en 1910 una queja contra Clyde FC, tras un intento de fichar a Willie McAndrew. Entonces, la FA le dio un trato especial al club de Glasgow, que a partir de ese momento tuvo derecho de retener a sus jugadores hasta el 30 de abril de cada año. La norma está vigente aún hoy.
Más allá del coraje y el idealismo, al fútbol de los siglos XX y XXI se juega con dinero. Por eso, a comienzos de la década del veinte se hizo imposible competir de igual a igual y en la temporada 1921/22 descendió por primera vez a segunda, tras finalizar en el puesto 21 sobre 22 equipos. De todos modos, Queen’s Park aún mantenía su prestigio y el paso por el ascenso fue fugaz, ya que ganó 24 de 38 partidos y regresó a la élite al año siguiente. Allí se mantuvo hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que paralizó al fútbol británico. Todo se normalizó en 1946 y esa temporada jugó en primera, donde no tuvo problemas con el descenso, algo que sí sucedió al año siguiente, que marcó un nuevo descenso de categoría. En 1946 también ganó su último título grande, la Copa Glasgow.
Durante la década del cincuenta, el club vivió sus últimos momentos en la máxima categoría. La brecha entre los profesionales y sus amateurs era cada vez mayor y ya ni siquiera el prestigio y la historia pesaba demasiado. Los momentos de gloria estaban cada vez más lejos y las nuevas generaciones ni siquiera recordaban la trascendencia de este equipo para el fútbol británico. Su última temporada en la división de honor fue la de 1957/58, es decir hace sesente años. En ese tiempo se destacaba en el primer equipo un joven delantero llamado Alex Ferguson, quien tuvo que dejar la institución en 1960, porque no podía hacer coincidir los entrenamientos con su trabajo en los astilleros de Clyde.
Después de más de 150 años de historia, Queen’s Park es uno de los clubes más reconocidos de Escocia, más allá de que nunca jugó una copa internacional y de que hoy ocupa el penúltimo lugar de la League One (tercera división). Su amateurismo militante es el motivo principal de dicho reconocimiento, aunque también tiene mucho que ver su estadio. Rara vez más de 500 hinchas van a ver al equipo a Hampden Park, sin embargo el imponente coliseo de más de 50.000 asientos es uno de los escenarios deportivos más importantes de Gran Bretaña. Por otro lado, sus instalaciones son la envidia de varios equipos de primera división. Según sus dirigentes es la única manera de que buenos futbolistas decidan jugar al menos un tiempo con la casaca blanca y negra.
Todo muy romántico, pero ¿pudo Queen’s Park gambetear el super profesionalizado fútbol actual y seguir existiendo sin pagarle ni un centavo a sus jugadores? Sí, pero tuvo sus problemas. En 1995 decidió comenzar a fichar futbolistas con pasado en clubes profesionales, lo que trajo un problema legal, ya que sí o sí debía hacerles firmar un contrato. Entonces, tomó la pragmática decisión de pagarles una suma simbólica de una libra por semana. Créase o no, los puristas salieron a criticar esto y el presidente Alan Hutchison tuvo que defender su proyecto en los medios, donde aclaró que lo único que se paga, además de esa libra, son los gastos por viajes y movilidad.
En una época en la que se pagan cientos de millones por futbolistas en Europa y decenas en nuestro medio, es un buen momento para destacar a aquellos que juegan por el placer de jugar.