Agobiado por malos manejos dirigenciales y la desigual lucha que los clubes de barrio soportaron en los tiempos de política neoliberal ante el auge de shoppings y countries, la institución anclada en el barrio de Villa Crámer -a pocas cuadras de la estación de trenes de Bernal- estuvo a horas de ser rematada, pero pudo ser salvada por sus socios y hoy resplandece.
El relato cronológico cuenta que el club fue fundado el 12 de octubre de 1934 como Juventud de Villa Crámer y en 1946 cambió su nombre por el de Juventud de Bernal. Su camiseta era/es, roja y blanca a rayas verticales, similar a la de Estudiantes de La Plata. A partir de 1945 comenzó a participar en Primera Amateur (antes, Tercera de Ascenso y luego Primera C) de la AFA.
En 1950 descendió a la nueva división de Aficionados, ni mas ni menos que la actual Primera D, participando del primer campeonato de la más chica de las categorías junto a Central Argentino -hoy, Central Ballester-, Brown de Adrogué, Acassuso, Flandria, Liniers, Justo José de Urquiza y Deportivo Riestra. En la D permaneció hasta 1969, cuando se desafilió de la AFA por falta de apoyo. Su cancha estaba ubicada en la esquina de Caseros y Almafuerte, hoy depósito y estacionamiento de una empresa de ingeniería subterránea, anclada en una zona próspera por estar próxima a la Autopista Buenos Aires-La Plata.
Lejos de los años mozos, la sociedad fue tomando nuevas costumbres que, sumadas a las malas administraciones, dejaron al club al borde de la desaparición. La institución fue sumando deudas y juicios, y quedó en situación de acefalía.
En 2008 volvió a nacer. A horas de que su sede fuera rematada judicialmente, dirigentes y autoridades municipales participaron de una audiencia en el juzgado 3 de trabajo de la ciudad de Quilmes y pudieron conciliar un juicio laboral que ponía en peligro la continuidad del club. La municipalidad de Quilmes entregó un subsidio de 222 mil pesos para evitar el remate, pero la deuda era mucho mayor. Se conformó una Comisión Directiva que en cuatro años de gestión encausó la situación judicial y económica y aumentó el padrón de 120 a 860 socios. Hoy, la sede de Crámer y La Paz volvió a ser un corredor para el barrio y se practican decenas de actividades, aunque el fútbol sólo quedó reducido al formato de escuelita para los más chicos.
Cuando se habla de la vuelta a AFA, al presidente Leonardo Churín le brillan los ojos, la cara se le ilumina y le brota una sonrisa: “Es un sueño complejo, pero si logramos ganar la batalla de la subsistencia, ¿por qué no añorar ese regreso?”.
NdE: Publicado originalmente en la edición Nro 54 de Revista Un Caño, diciembre de 2012.