No había nada más colorado que Paul Scholes en el fútbol inglés de los años ’90. Rojo su pelo y la camiseta de Manchester United, el tipo levantaba color también en esa cara de antihéroe petiso que paseaba por el mediocampo de Old Trafford. Para colmo usaba la camiseta número 18, colorado en el paño de ruleta.

Durante 20 años de carrera se pareció siempre a sí mismo. Después muchos se parecieron a él. Si no lo vieron, véanlo. Era un crack que se notaba poco. Alguna vez un medio británico lo marcó como el jugador más infravalorado de la historia del fútbol inglés

Andaba siempre por el mediocampo, llenando de sentido ese concepto que hoy dejamos escapar con naturalidad: volante mixto. Se suponía que era defensivo pero armaba juego y pisaba seguido el área contraria. Si el rojo es el color cultural para graficar peligro, Scholes respetaba a rajatabla la iconografía. Tenía pase y tenía gol. El cantito que le dedicaron los hinchas de Manchester era elocuente: “Paul Scholes, he scores goals”.

Su mayor virtud era el posicionamiento. Recuperaba pelotas, no por fuerza ni por velocidad, sino por inteligencia. Jugó dos mundiales y dos Euros. Ganó 26 títulos con el United, bajo el ala de Ferguson. Marcó una época con algunos compañeros catalogados como la clase del ’92 (con bonito documental incluido).

Y le pegaba a la bola como los dioses. Entre los miles de videos que grafican sus hazañas elegimos éste, que ponemos a continuación. Son 30 de sus mejores tantos. Les pedimos que noten un detalle: el futbolista nunca toca la pelota más de una o dos veces para definir. Le pega. O la para y le pega. La toca. Tira el taco. Cabecea. La acomoda. Le da con un caño. Siempre de primera, o a lo sumo con un toquecito más. Llegando desde atrás o adentro del área.

El documento es gráfico hasta el detalle porque así era Scholes: decisivo en poco tiempo. Aparecía por sorpresa y te la mandaba a guardar. Normalmente le salía un disparo pontente y encontraba un rinconcito del arco. Arriba o abajo. Por dos décadas lo hizo con una precisión infatigable. Comentar por tele le quedó chico. A lo mejor lo deprimió ver a un United horrendo, entre Mourinho y Van Gaal.

Como DT le auguramos un futuro brillante de términos simples como su fútbol y títulos múltiples como supo ganar. No por convencimiento: por simpatía.