Cuando la pelota cae entre los centrales de Brasil e Higuaín le quiere pegar con el pie derecho y la tira al lateral, en vez de tirarse de cabeza, todos decimos: “L$=pt$2&4=#0”. Cualquiera de nosotros, en esa situación, hubiera metido el frentazo. Todos los centrodelanteros del mundo hubieran hecho lo mismo. Todos menos uno: Zlatan Ibrahimovic.

Hace tres años, cuando Ibra le hizo este terrible golazo a Inglaterra, con una pirueta increíble a 40 metros de espaldas al arco, se habló mucho sobre los orígenes taekwondistas del sueco. La prensa británica se preguntaba: “¿Cómo se contorsiona tan fácilmente?”. La explicación, se descubrió pronto, venía de Oriente. Zlatan es cinturón negro.

No es un gran cinturón negro, hay que aclararlo. “Mi primer amor deportivo fue el taekwondo”, explicó Ibrahimovic. Pero fue solo un amor de juventud. Estudió apenas tres años en su adolescencia, de los 14 a los 17 en el Taekwondo Club Enighet de Malmoe, justo antes de terminar el secundario y dedicarse al fútbol. Aunque está claro, al ver un compilado de sus goles acrobáticos, que de tanto tirar patadas a la cabeza de sus oponentes esos movimientos se incorporaron a su juego como futbolista.

Lo que sorprende de Zlatan es que, pese a medir casi dos metros, confía más en levantar alto su pie derecho que en usar cabeza para golpear la pelota. Y, sobre todo, que imagina jugadas, que llega a conectar balones que ni los dibujantes de los Supercampeones intentarían recrear. Aunque, a veces, pueda ser peligro para los rivales (Ejemplo I y Ejemplo II). Ibra confía en su habilidad y no teme fallar. “Tenés que creer que podes hacerlo. Si pensas que te vas a romper una pierna, no lo hagas”, dijo alguna vez hablando de la forma en la que encara su profesión.

Esa manera de asumir el fútbol tiene mucho que ver con los orígenes humildes de Zlatan. Al igual que su personalidad arrogante. Quizás también con su elección de un deporte de lucha en su juventud. Cuentan en La Nación que su padre quería que fuera boxeador, como su tío. Pero Ibra eligió el dobok y los cinturones de colores. “De donde vengo era importante creer en mí mismo, tener mucha confianza. No era fácil plantarse donde me críe”, afirmó. En ese barrio pobre, pesado, cuando su cuerpo largo pero desgarbado no imponía ningún respeto, la necesidad de defenderse era una pero las opciones eran varias.

Ver jugar a Zlatan hoy nos predispone para el espectáculo. Ibrahimovic atrae por su enorme habilidad con la pelota en el césped, como muchos otros cracks, pero también porque sorprende, como sólo él sabe hacer, cuando el balón va por el aire. Los movimientos de taekwondo los tiene tan incorporados que muchas veces elige levantar la pelota. Se siente cómodo en el espacio aéreo, es un terreno donde nadie le compite. Por eso no sólo hace goles con esas patadas increíbles, también da pases insólitos como estos.

La revista Vice hizo un detallado informe para comparar el juego de Zlatan con la técnica del taekwondo. “Para lanzar con éxito una patada de hacha, patada lateral o patada giratoria convencional hacia un objetivo de alta requiere una gran flexibilidad y agilidad. Ibrahimovic tiene ambas en abundancia, lo que es altamente inusual en un jugar de fútbol de su tamaño”, explican. Y lo ejemplificaron analizando ese gol contra Inglaterra: “Lo que sorprende es la altura a la que el botín hace contacto con la pelota. Su pie está por encima de su cabeza y su pierna está perpendicular al suelo al momento del impacto”.

En 2009, cuando Ibra jugaba en Milan, el equipo italiano de taekwondo se acercó al goleador sueco para homenajearlo. La prensa sueca afirmó que Zlatan se mostró “feliz como un niño cuando Mauro Sarmiento, subcampeón olímpico en 2008 le dio un cinturón negro honorífico”. Nosotros podríamos decir que detrás de esa figura amenazante, 195 centímetros de altanería, Ibrahimovic es un niño eterno que se sigue defendiendo de un mundo hostil. Un niño que también usa las patadas de taekwondo para divertirse molestando a sus compañeros. Cassano puede dar testimonio.

Pese a todo lo que hablamos de Zlatan y el taekwondo, el sueco de 34 años no practica artes marciales hace años. Leif Almo, presidente de la escuela donde estudió taekwondo, contó que el goleador le reconoció que ahora no tenía tiempo, que estaba dedicado al fútbol, pero que todavía pensaba que era muy divertido. Es una pena, podría haber más imágenes en la web como estas de Ibra.

Almo atendió a la prensa después de la pirueta de Zlatan contra Italia en la Euro 2004. Los periodistas querían entender como un futbolista podía haber hecho un gol así. “El taekwondo se basa mucho en los pies, mientras que el karate se basa más en la manos”, les explicó para destacar las bondades futboleras de esa arte marcial. Además, afirmó, Ibrahimovic tenía algo más para triunfar: determinación. “Me dijo: ‘Me voy a dedicar al fútbol y voy a ser el mejor del mundo, y lo cumplió’. Si se hubiera dedicado de la misma manera al taekwondo hubiera sido muy bueno”, aseguró.

Ahora que la carrera de Zlatan se termina el propio jugador abrió la puerta de una posible vuelta a su primer amor deportivo. Pero no como luchador. “Me invitaron a arbitrar en competiciones en todo el mundo pero, por el fútbol, no pude. Cuando me retire me va gustar hacerlo”, contó.  Ibrahimovic podrá irse pronto con sus patadas y sus acrobacias a otra parte. Recordaremos cada uno de ellos. Pero su mejor gol seguirá siendo el mismo. Ese que hizo cuando era un pibito, en Ajax, y la pelota nunca se despegó del piso. Nosotros nos elevamos al verlo.