El 23 de agosto de 2008, con este gol de Ángel Di María contra Nigeria, la Selección argentina ganó su último título en un torneo reconocido por la FIFA. Aquel equipo que dirigía el Checho Batista, y que lo terminó llevando a la Mayor, llegó a China con la obligación de defender la medalla que había ganado el Loco Bielsa, por primera vez para el fútbol argentino, cuatro años antes en Grecia.
Argentina ganó los tres juegos de su grupo pero debió luchar para conseguirlo. El debut fue 2-1 ante Costa de Marfil, Lionel Messi marcó el primer gol y Lautaro Acosta consiguió la victoria cuando quedaban ocho minutos. Ante Australia fue 1-0 con tanto de Ezequiel Lavezzi, en el último cuarto de hora. Ya clasificados, llegó la rotación. Igual, el equipo ganó 2-0 contra Serbia con tantos de Lavezzi, de penal, y Buonanotte.
En Cuartos de final el rival fue Holanda. Otra vez, Messi abrió la cuenta. Holanda empató y el partido se fue al alargue. En tiempo suplementario, Ángel Di María anotó el gol de la victoria. Se venía lo mejor, un partido memorable en una semifinal olímpica ante Brasil, que buscaba esa primera medalla que recién consiguió en Río 2016.
En el equipo brasileño jugaban Rafinha, Marcelo, Lucas Leiva, Diego y Ronaldinho. Pato ingresó en la segunda parte en ese partido. Thiago Silva y Ramires se quedaron entre los suplentes. Argentina formó con Romero, Zabaleta, Garay, Pareja y Monzón; Gago, Mascherano y Di María; Riquelme, Messi y Agüero. El primer tiempo del partido, bloqueado por el Comité Olímpico Internacional, fue de estudio. Argentina se mostró mejor como equipo, en control del juego y de las pocas acciones de peligro.
Pero lo mejor llegó en la segunda etapa. Argentina transformó el domino en goles y consiguió una de las mejores victorias de los últimos años ante Brasil, por la forma y por lo que estaba en juego. Agüero estuvo intratable, marcó dos goles y generó el penal para el tercero. Messi, con la 15 en la espalda, fue desequilibrante sin tener que ser la única virtud ofensiva del equipo. Riquelme, uno de los mayores de 23, llevó el ritmo del partido como solo él podía hacerlo y encontró en el primer pase de Gago, liberado de la marca por Mascherano, el socio ideal. Hasta la defensa, de sólido funcionamiento, se destacó neutralizando a cracks como Dinho o Diego. Romero, bien cubierto, casi no tocó la pelota.
Cuatro días después, en otro partido luchado, una corrida de Di María ante Nigeria le dio la medalla de oro a Argentina. En aquel entonces, el triunfo se celebró como se celebran esas cosas merecidas de ante mano. Como una obligación cumplida, en un torneo menor y con juveniles. Como uno más de muchos títulos que tenían que venir. Esa generación creció y volvió a jugar, sin la misma suerte, varias finales. Ojalá el año que viene, en Rusia, puedan celebrar una década de ese título con otro mucho mejor.
Y si no, siempre nos quedará este hermoso segundo tiempo ante Brasil. Son 45 minutos para disfrutar y hacerse la cabeza con en el Mundial que se viene (clasificación mediante).