De un lado estaban Bechkam, Zidane, Raúl, Ronaldo y Robinho. Del otro, Xavi, Deco, Messi, Eto’o y Ronaldinho. Pero lo que podía ser promesa de partidazo al ver los nombres de unos y otros terminó siendo una exhibición unipersonal de Ronaldinho.
Parado como un wing izquierdo de otras épocas, el brasileño enloqueció a Michel Salgado, a Ramos y, cada vez que le tocó definir, fue un jeroglífico para Casillas.
Eran tiempos en donde Messi todavía jugaba con la número 30 porque la 10 era de él, sí, de Ronaldinho. Fue el 19 de noviembre del 2005 y, curiosamente, no empezó bien Ronaldinho. El primer firulete útil que intentó se le fue al lateral y a los dos minutos quiso parar una pelota y se le escapó por debajo de la suela. A los 5 minutos pateó un tiro libre a la barrera…
A partir de ahí, fue un pase de magia tras otro. Son diez minutos para mirarlos con los ojos bien grandes que los van a dejar con la boca abierta más de una vez. Lo mismo les pasó a los espectadores en el Santiago Bernabéu, que premiaron semejante demostración de destreza con un aplauso. Ah, y presten atención lo que dice uno de los comentaristas sobre el último jugador aplaudido en el estadio del Real Madrid…
Ojalá que lo disfruten como lo disfrutamos nosotros.