Faltan menos de cinco meses. En algunas ocasiones suena a una enormidad. Pero en materia olímpica, no lo es tanto. Y no sólo porque los Juegos Olímpicos suceden cada cuatro años, sino porque para muchos serán los más importantes. Para muchos serán los únicos en sus carreras, otros llegarán como siempre lo hubiesen soñado: con la ilusión de lograr algo relevante. Es el caso de Cecilia Biagioli. Olímpica por primera vez a los 15 años, va por su cuarta experiencia. Será la primera en aguas abiertas y con posibilidades de trascender si tenemos en cuenta el quinto puesto en los 10 kilómetros (disciplina olímpica desde 2008) en el Mundial de Shanghai cuando fue una de las diez primeras clasificadas a los Juegos Olímpicos. Pero a esta cordobesa de 27 eneros nunca le resultó sencillo ser nadadora. Su primer contacto con el agua fue traumático, aunque los problemas más graves surgieron afuera de ella.
-¿Es verdad que la primera vez que te metiste en la pileta te pusiste a llorar?
– Sí, yo le tenía mucho miedo al agua entonces mis papás me llevaron para que perdiera ese miedo y aprendiera a nadar en el Colegio Gabriel Taborín (N de R: por allí también pasaron Georgina Bardach y José Meolans) pero recién volví al año siguiente, cuando cumplí siete. Mis padres me insistían pero yo no quería. Ellos no sabían nadar y siempre me decían aquello de “es bueno por seguridad, cuando te vas de vacaciones, te metés en el río…”
-¿Cómo fueron tus comienzos?
– Bastante complicados. Hubo épocas en que mis viejos no podían pagar la cuota del club y no podía entrar a la pileta. Tenían una panadería que sufrió la crisis pero nunca quisieron que deje. Buscamos un club más económico que no conseguimos. Estuve un mes sin nadar. Finalmente en el Taborín quisieron que siguiera porque ya estaba en el equipo; nos perdonaron una deuda y hasta me ayudaban para poder viajar en los torneos. Estoy agradecidísima. Mucha gente nos ayudó. Después llegó el apoyo más firme, pero recién hace seis años que empecé a guardar plata para mí. Antes todo era para mis viejos. Me compraba mi gorra, mi malla… La panadería cerró hace poco, por un tema de salud de mi papá, es un trabajo muy duro y no tenía empleados, hacía todo él.
Cecilia evolucionaba como deportista y llegaban sus primeras grandes experiencias: “a las cuatro y media de la mañana entrenaba, después iba al colegio y a las tres de la tarde otra vez a nadar. Estar en Sydney 2000, a los quince años fue una sorpresa. No estaba en mis planes. Lo más lejos que había viajado era a Chile. Fui una elegida. Había incertidumbre y yo pensaba más en el Profesorado de Educación Física que era algo que me podía dar de comer en el futuro Recién después de los Juegos de Atenas empecé a estar tranquila”.
-Entonces, ¿por qué se te cruzó por la cabeza el retiro?
– Los Panamericanos en 2007 no fueron buenos y empecé el declive emocional. Todo va de la mano. Tenía pocas ganas de nadar y empecé a faltar. Yo nunca faltaba. Ahí pensé en dejar la natación. Lloraba. Claudio, mi hermano, lo veía. Me decía: “no podés estar así, tenés que disfrutar lo que hacés”. En 2008 toqué fondo, decidí nadar solamente los 200 libre y retirarme. Ya lo tenía pensado. No fui al Mundial de piscina corta, me intoxiqué con camarones en los Juegos de Beijing, competí con el traje de baño nuevo, sin haberlo probado, y se me embolsó. Lo elegí pensando que me iba a ayudar. Estaba muy desconcentrada. Estaba mal.
No importaban los siete récords nacionales aún vigentes (incluyendo una plusmarca sudamericana). Era el abandono del deporte federado o el cambio de aire. Así llegó la decisión: buscar trascender a nivel mundial en las carreras de 10 kilómetros (o más) en aguas abiertas, ya con su hermano de entrenador. Hoy representa al Club Atlético Belgrano aunque sigue entrenando en el Jockey Club de Córdoba. Las otras piezas del equipo son Guillermo Bertola, quien busca tener un lugar en Londres 2012 en la misma prueba tras el bronce en Guadalajara 2011, y Romina Biagioli, hermana y triatleta.
-¿Sentís que el año pasado fue el mejor en tu carrera?
-Sí, ser campeona panamericana y ser la primera argentina en ganar la Santa Fe- Coronda (57 km.) son carreras que te van motivando y te convencen cuál es la especialidad en la que uno rinde más. Aunque ne guste más la piscina. Me sorprendió el nivel después de dos años de haber practicado. Hay que tener experiencia, estar en el pelotón y sufrir mucho roce físico con las demás… a mí me falta muchísimo. No puedo pretender mucho más. 2011 me sorprendió. En pileta también anduve bien pero me di cuenta que aguas abiertas era lo mío; que era lo mejor que estaba haciendo.
– ¿Cómo viviste el Mundial?
– Fui a quedar lo mejor posicionada posible. Tenía dos chances para clasificar a Londres: en aguas calientes donde estoy acostumbrada, o en aguas frías (Setúbal, Portugal 2012), donde no me siento cómoda. Al principio no venía muy bien pero en la segunda vuelta ya estaba 15ª. Cuando quedé 12ª Claudio me dijo que lo intente en la última vuelta. Había mucho roce, el pelotón era de 12, 15 nadadoras y nos pegábamos mal, cada una quería su lugar. Quedé 11ª en la última hidratación y me dijo “dale que podés, quedan los últimos 800 metros”. Era un lugar calmo, no había corriente, entonces me abrí y empecé a pasar nadadoras en el andarivel hasta el toque final.
-¿Y en los Juegos Panamericanos cómo tomaste el favoritismo? La plaza olímpica ya era una realidad.
– Sabía que una medalla podía traer pero nunca la dorada. Estaban las dos estadounidenses, estaba Okimoto de Brasil… Mucha incertidumbre. Pero pude manejar la carrera como quería y despegarme en la cuarta vuelta. Saber que nado en pileta me asegura tener un buen sprint. Cuando vi tanto espacio con la segunda dije “esta es la mía” y lo aproveché. En la tercera vuelta ya había sacado 30 segundos. No lo esperaba.
– ¿Qué aspectos te dan confianza para pensar en una medalla en Londres?
– Las condiciones que tendremos. Las temperaturas van a estar en 19 o 20 grados centígrados y en un lugar calmo. Que no haya corriente es bueno. Estoy quinta en el mundo pero sé que las demás son muy buenas. La británica Keri Payne maneja la carrera, va adelante y no deja pasar a nadie y la italiana Martina Grimaldi tiene un ritmo muy impresionante. Las demás son nadadoras como yo, atrás venimos 8 o 9 que buscaremos el podio. Tienen más experiencia, es cierto, pero no hay tantas diferencias. En ese momento encaraste mal una boya y nadie te regala el lugar. A diferencia de las pruebas en pileta, esto no se puede predecir. Hay que tener un poco de suerte. Lo bueno es que antes de los 10 km. si es que clasifico, compito en piscina. Y tener la velocidad de la carrera de 800 es un buen ejercicio previo. Para mí es mucho mejor. Uno va a pelear por la medalla, pero se puede dar como que no se puede dar.
Un diploma olímpico es un objetivo factible. El podio, un sueño. Qué mejor manera de encarar un año sabático y buscar familia que con una medalla colgada. Por no haber bajado los brazos, Biagioli parece merecerlo.