Alberto Márcico hizo las inferiores en una plaza de Barracas, ubicada en Brandsen y Herrera. Este espacio verde se llama hoy “Don Pepe”. Pero era la Plaza Virrey Vértiz cuando Márcico se formó allí como jugador.

En estos tiempos de tanta discusión sobre las carencias productivas de la factoría del fútbol argentino, éste es el caso de un extraordinario jugador que fue fichado por primera vez en un club cuando tenía 19 años. Ferro fue su puerta de entrada, aunque había ido a probarse a Racing, Boca y Chacarita. De hecho, en la Academia quedó, pero como lo sumaron con el torneo ya empezado, se fue cansado de entrenarse en la semana y no poder jugar los sábados. Y volvió a la placita Vértiz, en la que ya con siete años provocaba que sus hermanos mayores, Jorge y Ricardo, se pelearan con los grandotes adolescentes que le tiraban patadas porque no podían agarrarlo.

betoFue en ese lugar donde Ito fue visto en diciembre de 1979 por un amigo de Carlos Griguol que lo convocó para ir al día siguiente a Ferro. Márcico terminó su laburo de cadete para un laboratorio a las cinco de la tarde y se tomó el bondi para estar a las seis en Caballito. Lo probó Cacho Giménez. El flaquito de rulos de no más de 1,75 metro que se entrenaba a puro picado y los domingos jugaba por plata en una villa de la calle Luna, en Parque Patricios, la rompió.

Una semana más tarde, lo convocaron para jugar en Tercera contra All Boys. De apuro, se compró un par de botines Fulvence. Entró cuando perdían 3-0, metió un golazo y al día siguiente le confirmaron que seguía. “Lo mío no fue normal. Las inferiores son necesarias para la formación de muchos jugadores”, aclara el Beto hoy. Sin embargo, y sin pedir que se lo tome como ejemplo, sostiene que a él no lo hubiera mejorado pasar por la etapa formativa. “No hubiese tenido la picardía que aprendí en la plaza, en los torneos del barrio. Tal vez habría estado mejor físicamente. En toda mi carrera sufrí muchos desgarros porque me faltó esa preparación de base. Y ojo, yo también tuve la suerte de que me agarrara Griguol. Fue como hacer un curso acelerado de inferiores. Todos mis pensamientos sobre los juveniles los aprendí del Viejo. Griguol es educación y trabajo”.

La palabra “educación” atravesará la charla a lo largo y a lo ancho. Márcico terminó la secundaria en turno noche, ya que de día trabajaba. Hoy está alejado del fútbol, metido en la construcción, aunque no le saca el ojo al mundo que lo elevó. De hecho, iba a ser director deportivo de Boca si Jorge Amor Ameal ganaba las últimas elecciones. Y tiene una mirada crítica sobre las inferiores.

“No se está trabajando bien. Buenos jugadores va a haber siempre porque este país es una máquina de fabricar futbolistas. Suelo ir a ver partidos de pibes y hay algunos con buena técnica. El problema es que los chicos llegan a los clubes y ahí empiezan a darle prioridad a lo físico y no tanto al desarrollo técnico. Y debería ser al revés. El físico lo podés mejorar en el profesional, la técnica tenés que trabajarla de pibe. También hubo técnicos que ejercieron malas influencias, como la manía de inventar carrileros. Y así arruinaron a un montón de pibes que tenían condiciones para ser enganche por convertirlos en corredores.

Además, buscan mucho a los altos. Y con los defensores no priorizan al tiempista. Eligen al fuerte, al que se tire al piso. En los partidos de pibes hay un foul en un lateral y ni sueñes que van a salir jugando; todos a cargar al área, a buscar al gigante que te meta un cabezazo”.

–Raro, porque llenamos de elogios al Barcelona, que tiene casi prohibido tirar un centro al área.
–Es así. No digo que hay que imitar al Barsa, pero al menos hay que tomar conceptos para tratar de mejorar. Ellos consiguieron que entre un pibe de la cantera y que juegue igual que el resto. Eso acá es imposible, al menos hoy.

–Pero, por lo que marcás, a Messi lo volverían a bochar, como ya lo hicieron Newell’s y River.
–¡Ni hablar! Fijate que él es el mejor del mundo y el que lo sigue, Cristiano Ronaldo, está cuatro escalones más abajo. Y acá somos tan boludos que despreciamos a Messi porque era chiquitito y se fue a España.

–¿Y por qué se da la contradicción?
–Por la exigencia del resultado. Y en inferiores eso no es importante. Vos podés tener divisiones campeonas que terminarán siendo inútiles si llegan pocos a la Primera. Pero los técnicos deben estar entre los primeros puestos para que los dirigentes crean que funcionan. Hay una gran distorsión. Si tenés buenos jugadores, vas a tener resultados. Y lo digo por experiencia propia: hay que trabajar más en la educación.

–Sucede que el tuyo es un caso atípico. Hoy, un pibe de 16 años tal vez ya se entrena con la Primera y prioriza el fútbol por encima de la educación.
–Sí, porque acá parece que llegás a Primera y tocás el cielo. Pero el jugador tiene todo el tiempo del mundo para ir a la escuela. Cuando yo era ayudante de campo del Maestro Tabárez en Boca, iba al Joaquín V. González para ver si nuestros pibes estaban yendo a estudiar.

beto2–¿Ibas en persona a chequear que estuvieran en la escuela?
–Sí. Era un control que me pedía el Maestro. Iban a la nocturna. Estaban Eberto, Chaco Giménez, el Pelado Pérez, Carlitos Tevez, que hacía los deberes en la concentración del hotel Los Dos Chinos. Tampoco vas a hacer de un burro un caballo de carreras, pero deben crecer como personas. Quiero algún día ser manager de un club, sobre todo para ayudar en la educación. Es difícil enderezar al que ya tiene más de 20 años porque hay mucha guita de por medio, pero si lo agarrás a los 12 o 13 años, podés hacerle entender muchas cosas. Ir preparándolo en todo, hasta en cómo se pelea un contrato.

–Se dice que los chicos, en general, son más vivos que hace unos años. ¿En el fútbol es así?
–Nooo, vienen más boludos que antes.

–¿El futbolista está más boludo?
–Totalmente. También los profesionales. Vienen menos preparados y se los están comiendo los representantes. ¿Cuál es el problema de pelear un contrato con un presidente para defender tu guita? Con el manager, evitás choques. Pero yo negociaba en persona y no chocaba con la dirigencia. Hay ex futbolistas que ahora son representantes y se están aprovechando de los jugadores. En los problemas con la AFIP, los jugadores son inocentes. El futbolista es bicho en el vestuario. Pero de números no sabe nada. Gana mil, le dicen que va a ganar diez mil y firma sin saber que lo pueden dejar enganchado. Me dan ganas de ir a buscarlos yo por cómo cagan a los jugadores. Siempre existió la transa, la de técnicos que te piden guita o que te mandan a ciertos representantes, pero hoy ya es normal. ¡Y no debe ser normal!

–¿Esa anormalidad también está en Inferiores?
–Sí. Los formadores de antes eran distintos porque no estaban los que hoy quieren sacar tajada con los chicos. Pero además están los técnicos que son honestos, que no están en el curro, pero que viven de los resultados. Antes no pasaba eso. De un técnico de inferiores tenés que ver hasta cómo trata a los chicos. No sirve uno que los putee, porque les están dando un pésimo ejemplo.