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El fútbol se publicita y crece hasta la celebridad mundial en el Santiago Bernabéu, en San Siro, en Old Trafford, en el Maracaná, en la Bombonera, en el estadio Azteca… Sin embargo, la magia de este juego tiene que ver con el minucioso tejido de campos de fútbol que surgen en todas partes. Como este juego se filtra por cualquier rendija, si no hay espacio para el fútbol siempre lo habrá para el metegol; si no se puede jugar con los pies se intentará con las manos; si no se puede aspirar a una multitud, habrá que conformarse con unos pocos espectadores. Todo es fútbol, también la discusión sobre algún jugador o algún partido que seguramente están manteniendo los padres de estos chicos en un rincón invisible (para la foto) de este bar de Cabo Verde.

El metegol nos remite a la historia de la evolución. Sabemos que el hombre primitivo amplió su campo de acción gracias a las herramientas. Más cerca en el tiempo el juego, como el ballet, nos demostró que a esa mediación, el hombre incorporó con éxito el cuerpo, al que usa como un contundente (Gattuso) o poético (Zidane) instrumento. Y el cuerpo lo está haciendo muy bien, al menos en lo que respecta al fútbol, que entusiasma al que juega y fascina al que mira. Sin embargo, incorregibles en nuestro afán de buscar y rebuscar, volvimos a sacar la herramienta. Volvimos a la mano, envidiosa del pie. Volvimos a poner distancia entre el hombre y el balón. Volvimos al metegol.

Entremos en los detalles. Este partido es para todos los públicos, pero hay un par de botellas de cerveza que no son aptas para menores. La ley es clara cuando advierte que no se permite alcohol en los espectáculos deportivos, pero a los organizadores de este evento no me los imagino muy rigurosos. Probablemente vacías las dos botellas (difusa la más cercana, desafiante la más lejana), aunque no sé si ese dato es para tranquilizarnos o preocuparnos porque los ojos de la niña dan para muchas interpretaciones. ¿Tendrá los ojos grandes porque se tomó la cerveza en un descuido de la afición? ¿Será que el partido está que arde? ¿La habrá mandado su madre a avisar que la comida está lista y su hermano no le hace caso? Esa sí que sería una buena noticia teniendo en cuenta la amenaza de hambre, muchas veces cumplida, que acecha a tantos y tantos niños africanos.

Del partido en sí puedo decir muy poco. Casi nada. No me extrañaría que este desafío fuese sólo una fantasía y que ni siquiera hubiera ningún balón en disputa. A lo mejor están jugando con las chapas de las botellas de cerveza… Porque les recuerdo que los partidos de metegol no empiezan si no hay alguien dispuesto a invertir dinero en una ficha. ¡Y después hablan de la comercialización del fútbol! ¿Y de la comercialización del futbolín nadie dice nada?… Aunque, seamos sinceros, todo eso queda relegado ante una pregunta mucho más urgente: ¿Quién es capaz de tomarse en serio, exceptuando a Croacia, un partido en el que uno de los equipos se viste con una camiseta a cuadros?


Fuente: Revista Líbero.