“Eric Castel ha sido uno de los mejores fichajes de la historia del F.C. Barcelona”. La frase, recogida en el libro Un món en blau i grana: el Barça d’Eric Castel, es del expresidente de la entidad, Joan Laporta. El libro, de Ramon Usall, doctor en historia por la Universidad de Lleida y miembro del Parlament de Catalunya por la CUP hasta que renunció a su acta de diputado en enero de este año.

castel1Sin lugar a dudas, Eric Castel es mes que un còmic. El personaje creado por Raymond Reding y Françoise Hugues ha alimentado durante décadas la pasión que tenían por el fútbol los niños y adultos, gracias a una fórmula basada en historias de estructura sencilla, aderezadas con valores como la deportividad, una puesta en escena muy bien documentada –que permite a sus autores recrear casi fotográficamente escenarios de Cataluña y otras ciudades europeas–, y fútbol, mucho fútbol.

“Fútbol y cómic están relacionados desde sus respectivos orígenes más de lo que pueda parecer. Tanto uno como otro se desarrollan casi en paralelo cronológicamente, de manera que el cómic fue un medio habitual para narrar las hazañas de los primeros jugadores, antes de que se popularizase la fotografía”, explica Pablo Ríos, dibujante de historietas, experto en la relación que existe ente el fútbol y esa forma de narración secuencial y autor, junto a Santiago García, de la novela gráfica Fútbol.

“Ya en el siglo XX, tanto en Europa como en América y Japón, se dibujaron multitud de biografías, series de acción o cómicas sobre deportistas de diferentes disciplinas (N de Un Caño: en Argentina pudimos disfrutar de Dick, el artillero). Actualmente, podemos encontrar novelas gráficas para adultos sobre béisbol, como Hit by pitch de Molly Lawless, sobre wrestling, como André el gigante de Box Brown y, claro, fútbol, como Eric Castel”, continúa Ríos.

73c1d-conti029Eric Castel nació en 1974 en la revista Zack, coincidiendo con el Campeonato Mundial de Fútbol de Alemania. Lo que empezó siendo una aventura puntual de un jugador aficionado que ficha por el Barcelona Amateur –donde llegaría a coincidir con Johann Cruyff– acabó dando lugar a una serie de álbumes de 64 páginas en los que se sigue el periplo de Eric Castel por el Inter de Milán su fichaje por el F.C. Barcelona, su marcha al París Saint Germain y su regreso al club catalán.

“Castel jugó en el Inter, el Barça y el P.S.G., pero es cierto que es el Barça el equipo en el que piensas cuando recuerdas sus aventuras. Quizás la popularidad de Cruyff fue la que motivó a los autores a tomar esa decisión, pero desconozco ese dato. El hecho de que jugara en el  Barcelona le confirió mucha popularidad en España, pero no hay que olvidar que los cómics franceses tradicionales se dirigían a un público infantil y juvenil muy amplio, así que esta combinación de aventuras y fútbol caló también en lectores de toda Europa”, recuerda Ríos, quien afirma convencido que esta particularidad localista, en el caso de Castel, fue uno de sus aciertos. “No creo que un Castel trotamundos hubiera sido más exitoso”, afirma.

Corrían los años 70. España continuaba bajo el régimen de Franco. El desarrollismo había contribuido al crecimiento de las grandes ciudades, pero en el país aún convivían pequeños lugares que, para un centroeuropeo, debían resultar, como poco, exóticos.

castel2Esta dicotomía está presente en las historias de Castel desde el primer álbum, Eric y los juniors –en francés Éric et les Pablitos en referencia a Pablito Varela, uno de los personajes fijos de la serie–, reeditado como toda la serie en castellano y catalán por la Editorial Norma. En él, junto con las viñetas panorámicas que recrean con asombrosa fidelidad rincones de Barcelona, aparece la localidad costera de Tossa de Mar que, por entonces, era un escenario a medio camino entre los paisajes idílicos de los libros de Josep Pla y los barrios populares de las novelas de Juan Marsé.

Uno de los aciertos de Raymond Reding y Françoise Hugues a la hora de crear a Eric Castel fue justamente vincularlo estrechamente a la ciudad y a su club insignia (con permiso del por entronces R.C.D. Español). Además de las calles de Barcelona, las Ramblas, el Tibidabo, el parque Güell o Tossa, los autores recrean con frecuencia el estadio, sus instalaciones, la antigua pista de hielo, merchandising de la época e incluso la Masía de Can Planes, centro de formación de las categorías inferiores del Barcelona.

De hecho, la referencia a la Masía, les permitió desarrollar tramas argumentales de contenido aspiracional, en las que se apelaba a las ilusiones de los más jóvenes por convertirse en estrellas del fútbol. Un deseo que se vinculaba siempre a su desarrollo educativo. Sin ir más lejos, uno de los conflictos que se plantean en El partido de vuelta es la imposibilidad de Pablito Varela, el niño amigo de Castel, de incorporarse a los alevines del Barcelona, por residir a más de 25 kilómetros de las instalaciones donde se realizan los entrenamientos. Recorrer todos los días esa distancia supondría demasiado tiempo y podría afectar a los estudios de los muchachos, razón por la cual el club estableció realmente esa limitación a la hora de seleccionar a sus canteranos.

“Hubo cómics que tenían ese espíritu, transmitir los valores saludables del deporte a la infancia. Es el caso de Olimán, un tebeo de los cincuenta que narraba las aventuras de un atleta multidisciplinar, Sport Billy, mucho más conocido por su serie de animación o, claro, el propio Castel”, añade Ríos.

ultimaPero como no todo va a ser contar lo bueno que es Eric con los aficionados más jóvenes, Raymond Reding y Françoise Hugues trufaron las historias con los problemas cotidianos de la competición: los sorteos para las competiciones europeas, la rivalidad entre clubes, las envidias en el vestuario, las lesiones, las decisiones arbitrales y el papel que la prensa juega, para bien o para mal, en este deporte.

A pesar del tiempo transcurrido y de que la obra ha envejecido, tanto en el sentido estético como narrativo, Eric Castel aún sigue atrayendo a aquellos lectores que lo leyeron en su infancia.

“Efectivamente, es un cómic que pertenece a una tradición distinta”, explica Ríos. “Su modelo se ha visto ampliamente superado por el manga, pero queda en el recuerdo nostálgico de los aficionados cuarentones y treintañeros porque Eric Castel es Lineker, es Butragueño y nuestro álbum de figuritas”.

Entre esos lectores que continúan disfrutando del personaje y sus aventuras, se encuentran los promotores de El retorn de Eric Castel, un documental dirigido por Uri García, actualmente en fase de preproducción, que ahonda en la figura del personaje, en la de sus creadores e intenta responder a cuestiones como “¿por qué eligieron un club con fama de perdedor para ambientar su obra?”.

Además, los responsables de El retorn de Eric Castel han organizado una petición a través de change.org para que se le ponga su nombre a una de las puertas del estadio, se le coloque una placa en el Camp Nou y su historia sea explicada en el Museu del Barça.

A pesar de lo emotivo de la propuesta, desde la organización comentan que, por ahora, se encuentra paralizada por cuestiones relacionadas con los derechos de los herederos de los autores. Un hecho que sorprende, habida cuenta del uso que se hace en el cómic del F.C. Barcelona, El Corte Inglés de Plaza de Cataluña y otras marcas que aparecen explícitamente en los correspondientes álbumes y que, hoy en día, provocaría mil conflictos con los gabinetes legales de estas empresas.

Definitivamente, Eric Castel pertenece a otra época.

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