Apenas queda elogio de regalo para Enzo Francescoli (Montevideo 1961), y sin embargo, cualquiera creería que nunca han sido suficientes los versos dedicados a uno los mejores futbolistas de la historia. Es en el fútbol donde reina Francescoli, donde no le hacen falta mundiales ni grandes títulos de Europa. Donde le vale con un balón y la forma más bonita de tratarlo. El propio Enzo espera a las 17:00h donde más le gusta: en el estadio del Monumental. Es puntual y cálido en su nuevo despacho, con el mate preparado, y rodeado de banderines y fotos de su época futbolística. Sigue siendo un dandy pero ahora en la dirección deportiva de River Plate.

Enzo viste ropa cómoda, vaqueros que aún dan fe de sus andares arqueados. Cuando habla, todos le escuchan. Cuando propone, la mayoría asiente. Lo admiran, lo buscan, lo siguen, como los defensas polacos del 86. Sigue allí, como uno más, como el que nunca se ha ido y permanece donde todavía nadie le olvida.

Enzo también se acuerda de su país, Uruguay, a quien defendió, sin suerte, en dos Mundiales (no lograron pasar de los octavos de final), pero con quien ganó la Copa América en tres ocasiones (1983, 1987 y 1995). En Uruguay fue donde se estrenó en primera división siendo un adolescente. Lo hizo en el Wanderers de Montevideo, y no en el club del que era hincha: “Con 14 fui a probar a Peñarol. Era una tarde de frío, esperé cinco horas para jugar 20 minutos. Le dije a mi papá que no quería volver, que prefería quedarme a jugar con mis amigos en Wanderers”.

Y de ahí a River, los siempre capaces y dispuestos a pagar por los mejores de Sudamérica. Allí desarrollaría prácticamente toda su carrera futbolística, salvo por su periplo francés e italiano. Pero en Argentina suele ocurrir algo. Y es que el club con el que debutas, se convierte en el amor de tu vida. Y cómo no, siempre fiel, es al que siempre se vuelve. Enzo volvióa River y allí se retiró. Desde entonces, más allá de las controversias entre los dos países que separa el río de la Plata, no ha habido ningún futbolista uruguayo más amado en Argentina.

Tampoco un futbolista de un equipo argentino tan querido en Uruguay.

Empecemos por el principio…

Por lo que nosotros llamamos el baby fútbol. A partir de ahí ya no volví a separarme de la pelota. Con mi curso de primaria y secundaria nos enfrentábamos a otros colegios. Un día me presenté con un amigo en Wanderers y me ficharon. Debuté en primera con 17 años, jugaba de 10 y por entonces Vicente Estavillo [delantero de Peñarol, Wanderers y Olimpiakos de los 70 y 80] era de los mejores en ese puesto.

enzoEstaba yendo a la selección uruguaya pero lo vendieron. Y justo estaba yo. Todavía pienso que si Estavillo se hubiese quedado, yo quizás no habría llegado a ser lo que después fui. En el fútbol no sólo es el talento, pesa casi más el time. Yo era muy joven pero Wanderers era un equipo muy familiar. Eso me enseñó mucho porque ya a los 21 fiché por River, un club que te internacionaliza enseguida.

¿Dónde le quieren más: en Uruguay o en Argentina?

Se lo pregunta mucha gente, pero la verdad es que yo me siento bárbaro cuando vuelvo a Uruguay. Allí me idolatran, me hicieron homenajes, sigo teniendo mi casa en Montevideo… pero de allí me fui a los 21, ahora tengo 52, así que pasé más tiempo fuera que en mi país. Pero lo adoro, siempre se ha portado bien conmigo, aparte de las broncas de la gente cuando con la Selección no salían las cosas bien…

No existe ningún futbolista que sin haber jugado en un grande de Europa, haya trascendido en el mundo tanto como usted…

Tuve la oportunidad de fichar por la Juventus cuando se fue Platini, yo podía ser su reemplazante natural. Había firmado un precontrato con Agnelli, ya había ido a ver casa a Turín… Me quedé en el camino. Y desde luego que no es lo mismosalir campeón con la Juventus que con el Cagliari… Antes era más difícil llegar a los grandes de Europa. Yo estuve casi 10 años entre Italia y Francia. Me di el gusto de jugar en Marsella, aunque sólo fuera un año. Pero me permitió conocer Francia, un lugar de mucha pasión, donde ganamos la liga, llegamos a una semifinal de Champions… Eso fue en la 89/90. La gente me amaba allí pero yo quería ir a Italia. Se truncaron los pases a Roma y Juve cuando ya tenía todo arreglado. Al final acabé en el Cagliari y después en el Torino, que tenía un presidente metido en muchos problemas por evasión fiscal y acabó vendiendo el club. Los que teníamos grandes contratos, tuvimos que irnos. Y volví a Argentina en el 94. A River. Hasta hoy.

Italia, Francia… ¿Nadie le vino a buscar desde España?

El Real Madrid nunca preguntó por mí. Pero en el 86, cuando llegué a Racing de Paris, equipo que después desaparecería, hablé con el ayudante de Johan Cruyff para ir al Barcelona. Quedó en la nada.

¿Dónde fue más feliz?

A todos los lugares les saqué cosas buenas. Más feliz futbolísticamente lo he sido en Buenos Aires. En Racing estuve mucho tiempo peleado porque quería irme a Italia, pero aprendí el idioma y pude cumplir el sueño de conocer París junto a mi mujer. En Cagliari encontramos una isla fantástica, Cerdeña es un paraíso al que suelo volver. Siempre me interesó llevarme ese bagaje personal, ahora a la mayoría no reparan en eso. En mi época estábamos más  pendientes de la pelota, nos quedábamos toda la tarde pateando. Ahora no tienen el interés de mi generación por aprender, pero sí tienen un profesionalismo mayor que nosotros y viven en un mundo de gran difusión, con el futbolista sometido a un nivel de exposición pública muy alta. Y en consecuencia, a un gran estrés que no sé cómo pueden soportar. De verdad que no sé cómo Messi consigue mantener la cordura. Supongo que está bien rodeado, su chica de toda la vida le acompaña, la familia, etc. Pero por desgracia no todos tienen ese entorno.

¿Y usted qué puede enseñar a esos chicos desde su posición actual?

Que tienen la posibilidad de ir más lejos de lo que están ahora, pero pasa por el esfuerzo, el sacrificio, por la observación… Y eso es lo que pasan por alto. Así que seguirá viendo a futbolistas con talento y que sabe que no van a llegar. Eso también sucedería en su época de futbolista. Lo veía hasta en mis compañeros de colegio, porque algunos destacaban más que yo. Había un chico que estaba cuando yo vine a River.enzo2 Rojitas se llamaba, de la misma camada que Matías Almeyda, Crespo, Gallardo… pero se quedó. Le decía a mi hijo menor que quería jugar al fútbol y que lo intentó en las categorías de Estudiantes, que el fútbol de hoy no es sólo jugar bien, hay que tener la suerte del momento. El lugar común de estar en el lugar exacto en el momento preciso. Hay muchascosas que inciden. A veces el técnico no repara en vos salvo que tengas la calidad de Messi. Precisamente el ‘Burrito’ Ortega, por ejemplo, siempre contó con una técnica increíble pero no se adaptaba bien a los lugares, o no hacía el mismo esfuerzo
por ello en todos. Le gusta su pueblo de Argentina, al que siempre vuelve. No se adaptó a Valencia y de Turquía se fue casi corriendo.

¿Cuánto de suerte hubo en usted?

Además de lo que expliqué cuando debuté en Wanderers con la marcha de Vicente Estavillo, luego, cuando llegué acá, River casi estaba al descenso. Vinieron de Colombia a buscarme, pero pedí una locura para no irme. No sé qué rumbo habría tomado mi carrera si me hubiese marchado. Me quedé y acabé siendo un ídolo.

“Messi es el mejor, con mucha diferencia. Es un tema de gustos, sí, pero míralo… Hace todo a una velocidad única, es constante, hace años que está a un nivel goleador impresionante. Además lo admiro porque después lo ves fuera de la cancha y parece un chico cualquiera. Ni se le escucha la voz, pasaba con Zidane, y a mí me gusta la gente así” – Enzo Francescoli

¿Qué pasó con la Celeste?

Ganamos tres Copas de América pero en los Mundiales no pasamos nunca de octavos. Siempre tuvimos buenos equipos, pero en un torneo de siete partidos, juega mucho el azar. Mira Argentina en Sudáfrica: iba para campeón y cayó en cuartos. El fútbol es un estado de ánimo. Uruguay quedó cuarto y el año siguiente fue campeón de América. En el Holanda-Argentina, si no hubiese dado al palo la pelota, Argentina no hubiese ganado aquél Mundial del 86. Contra España en el 90, la de Butragueño, Míchel, Hierro… jugamos bien, pero fallamos un penal, hicimos dos palos…

¿Qué opina de Lionel Messi?

Leo es el mejor, con mucha diferencia. Es un tema de gustos, sí, pero míralo… Hace todo a una velocidad única, es constante, hace años que está a un nivel goleador impresionante. Además lo admiro porque después lo ves fuera de la cancha y parece un chico cualquiera. Ni se le escucha la voz, pasaba con Zidane, y a mí me gusta la gente así.

Hábleme un poco más de Zinedine, por favor…

Recuerdo que cuando yo estaba en el Marsella, él era un adolescente e iba a verme a los entrenamientos. No se animaba a preguntarme, no pedía autógrafos ni nada. Supe de su admiración cuando con River estábamos por jugar la final de la Intercontinental contra la Juve. Cuando nos conocimos, nos pusimos colorados los dos y terminamos abrazados en el césped de Japón. Un día estábamos con mi hijo Marco, para quien Zizou es un ídolo y le dije: “Marco, acá le tenés, preguntale el control q hace”. Y Zidane le respondió: “Que te lo explique tu papá, yo lo aprendí de él”.

¿Siguen en contacto?

Sobre todo con esto del Whatsapp. Él sabe lo que lo quiero, no solo por ponerle mi nombre a su hijo, sino porque fue capaz de transmitir lo mejor del deporte en una cancha, cada domingo. Por eso comentaba lo de Messi. Todo lo consigue con su juego. Fijate en que Zidane cuando habla casi ni te mira porque tiene vergüenza. Mira el suelo, ¡qué tipo especial!

¿Y su ídolo quién fue?

Fernando Morena. Jugaba en Peñarol en los años 80 y acordate que yo era hincha.

Dicen que cuando se siente el retiro, ya no hay marcha atrás.

Es cierto. Siempre tuve la idea de que en el momento en el queno tuviera ganas de entrenar, ya era en vano hacer las cosas. Enlos últimos tiempos se me complicaba despertarme para ir a la práctica. Poca gente sabe que en el 97, cuando decido q no voy a jugar más, previamente hago un viaje largo con mi familia y le contaba a mi señora. Siempre que estaba de vacaciones, a los diez días como mucho, ya tenía necesidad de vestuario y patear una pelota. Pero ahí pasaban los días y no lo sentía. Entonces supe que ya estaba. El resto iba a ser estirar el tiempo. Me ofrecían dos años más pero no tenía más ganas. Nunca más volví.

¿Cómo se tomó la vida a partir de ese día?

El siguiente año lo llevé con mucha calma. Iba al campo con amigos, me apuntaba a todos los asados habidos y por haber. Me ofrecían cualquier cosa e iba, incluso a cazar. Después en el 98, Paco Casal, mi agente y amigo de siempre, empezó con la televisión y me sumé con él. Armamos el canal en Miami y todavía sigo vinculado a GolTV en EEU.

¿Reniega del fútbol como le pasa un poco a Gabriel Batistuta?

No, porque el amor que tengo por este club no me deja. Siempre pensé en volver, aunque quería esperar para elegir bien de qué forma. De entrenador no me apetece, es una dedicación 1032282_full-lndfull time y no quiero encerrarme con eso. Asumir la dirección deportiva me permite manejar mis tiempos, estar con los más chicos, lo más grandes… Al final tuve la suerte de poder elegir y estoy donde quiero estar.

¿No le apetece ser entrenador?

Como director técnico no me veo. Ser seleccionador no lo descarto porque es algo más puntual pero lo pienso mucho. El canal de televisión me ha dado un aspecto empresario y organizado que me gusta. Me ayuda a detectar más fácilmente los cambios estructurales que necesita el club, los vestuarios, cómo gestionar una institución con 60.000 socios. Ahora voy a ir al Mundial como manager, el cuerpo siempre me pide estar en el ambiente del fútbol.

Imagínese hace 20 años con unas botas puestas. ¿Qué partido le gustaría jugar?

Sin duda, esa final de la Intercontinental contra la Juventus, porque la perdimos y me dio mucha bronca. Pero cumplí tantos sueños que no cambiaría nada. Amo el fútbol, y mirá dónde estoy.