Es muy fácil encontrar ejemplos para comprender el tremendo daño que las inversiones externas pueden hacerles a los clubes y a los equipos de fútbol. En cada uno de los países donde se utiliza el sistema de Sociedades anónimas deportivas hay desastres para ejemplificar dicha destrucción. Y en estos tiempos de amenazas concretas en la Argentina, es necesario poner en evidencia cada uno de estos casos. La situación que en la actualidad sufren los hinchas de Valencia es sólo una de muchas.
El magnate singapurense Peter Lim Eng Hock arribó a Mestalla en 2014. Prometió lo mismo que todos aquellos que ven en el fútbol un juguete más en el que hacer valer su fortuna: un dream team para disputar el reinado mundial con los grandes de España y del resto de Europa. Su amistad con Jorge Mendes, el representante de moda en el fútbol europeo lo apuntalaba. Hoy, poco más de dos años después, Valencia está cerca del descenso y Lim alejado de todo, en su mansión asiática.
El martes pasado, el equipo perdió 4-1 ante Celta por la Copa del Rey y la hinchada explotó. No sólo por los pésimos resultados, sino por el desmanejo de la institución. Por supuesto, el sistema hace que esa protesta sea sólo simbólica, porque los hinchas no tienen ningún tipo de incidencia en la vida del club. Incluso antes de la derrota, miles de personas se manifestaron en la entrada del estadio para pedir la renuncia de Lim y todos sus empleados.
En 2016, Valencia tuvo cuatro entrenadores: Gary Neville, Pako Ayestarán, Voro y Cesare Prandelli. El italiano se fue tras solo tres meses en el cargo, con severas críticas hacia la administración: “El Valencia no es una farmacia, no es una empresa. Deben entender los sentimientos de la afición”. Antes de firmar, Lim le había prometido 30 millones para fichajes, pero finalmente le permitió gastar cuatro. Sólo una mentira más.
En el diario Superdeporte de Valencia, Julián Montoro publicó una columna titulada “Peter Lim tiene al Valencia FC secuestrado”. En ella, afirma: “Ha quedado al descubierto que no hay presidente ni líder en el Valencia capaz de afrontar esta crisis institucional que tanto se empeña en negar la propia Layhoon, aunque existe y va a más. No hay un presidente capaz de conectar con el valencianismo para pedir el apoyo de la gente ni un director deportivo con autonomía para decidir fichajes y salidas, el dueño, desde Singapur, tiene al Valencia secuestrado”.
Lim decidió que la presidenta del club sea Lay Hoon Chan, una consejera financiera que no tiene ninguna idea de fútbol y mucho menos sensibilidad para comprender lo que significa el club para los hinchas. Hoy, Valencia está a un paso del descenso, sin entrenador, ni fichajes ni conducción. Todo por una simple razón: es una SAD.