“Deportivo Español tuvo tres pedidos de quiebra, el más importante fue por parte de Boca Juniors”. Con estas palabras, entre otras, el juez Juan Garibotto decretó la quiebra del Deportivo Español en 2000, después de varios años de una crisis económica muy profunda. El presidente de Boca en aquel momento era Mauricio Macri, quien por primera vez en la historia promovió el pedido de quiebra de un club a otro. ¿El motivo? El pago de 80 mil dólares por el préstamo de seis jugadores en 1996, cuando el presidente españolista era el controvertido Francisco Ríos Seoane. Fue el comienzo de un declive que llega hasta hoy, con protagonistas similares.
Los socios e hinchas de Español se acostumbraron a la lucha colectiva en los últimos veinte años. Lo hicieron a los golpes. Después de disfrutar de más de una década en Primera A, en la que el equipo supo pelear campeonatos, se vieron obligados a bajarse de la platea para salir a la calle a defender a su club. Primero para que no cerraran sus puertas, después para que no remataran las propiedades. En el medio, hasta tuvieron que batallar para preservar el nombre y los colores. En los últimos días su situación tomó mayor notoriedad porque se supo que el Gobierno de la Ciudad intentará quedarse con buena parte de los terrenos del predio del Bajo Flores. Todo esto en medio de los rumores que hablan de la llegada de las Sociedades Anónimas Deportivas al fútbol argentino.
En 2000 el club cerró sus puertas por primera vez, pero pudo seguir funcionando gracias a la Ley de Fideicomiso para las entidades deportivas que sostenía que los bienes de las asociaciones sin fines de lucro que pasaran por dificultades económicas no podían ser rematados por un plazo de diez años. De todos modos, tres años después la síndico Andrea Ruth Celinas clausuró el club en forma definitiva por la quiebra. Tras la medida, los jugadores del plantel profesional de fútbol quedaron en libertad de acción y las instalaciones del club pasaron a ser subastadas. No obstante, durante cuatro años -con toma del predio por parte de los hinchas incluída- los terrenos en el Bajo Flores estuvieron abandonados y cerrados.
El 30 de abril de 2007, en la esquina de Lavalle y Libertad, miles de hinchas de Español se juntaron a la espera de la última instancia de remate de la propiedad. Ese día, la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Corporación Buenos Aires Sur, se quedó con las tierras de la Ciudad Deportiva. Un año después se firmó un comodato en el cual se cedieron los derechos de siete de las quince hectáreas al Club Social, Deportivo y Cultural Español (debió cambiar el nombre) para “ser destinado al desarrollo de actividades deportivas, recreativas y culturales abiertas a la comunidad” durante veinte años. Los hinchas gallegos tenían motivos para festejar después de las penurias.
Las otras ocho hectáreas quedaron en poder del Gobierno con el objetivo de construir un predio deportivo. Pero eso nunca ocurrió. En ese sitio se levantó un muro que hoy es un símbolo de época en el barrio y se formó la Escuela de la Policía Metropolitana. La pileta olímpica, las canchas de tenis y béisbol, los quinchos y el gimnasio cubierto quedaron del otro lado del muro, y así se perdió parte de la actividad social que realiza Español y que es vital para los barrios del sur de la Ciudad.
En 2018 se cumplirán diez años de la firma del comodato. Aquel contrato sostenía que la cesión de los terrenos podría extenderse por diez años más a solo requerimiento del comodatario, es decir, Deportivo Español. “El ‘podrá’ tiene un problema, porque habilita la decisión final al comodante, es decir, al Ministerio de Seguridad”. Ahí está el vacío legal que le da la última palabra al Gobierno de la Ciudad. Una vez más, los hinchas y socios deben salir a cuidar el patrimonio no solo de su club, sino de la comunidad en general.
Cuando el Deportivo fue fundado por la colectividad española en 1956, el Bajo Flores era un sitio deshabitado de la ciudad. El desarrollo del club fue fundamental para el crecimiento de la zona. Su importancia no es solo actual, sino también histórica. Los hinchas gritan “Español no se toca” por lo que fue, lo que es y lo que será. Los 2000 chicos que dependen del club lo atestiguan.