Abdulmajeed Al-Sublaiheeem debutó en la Selección de Arabia Saudita en un amistoso frente a Bulgaria en noviembre de 2017. Antes, no había jugado ni un minuto en las Eliminatorias, más allá del aceptable nivel mostrado en Al-Shabab, equipo que deambula por la mitad de tabla de la liga saudí. Nadie fuera de su país lo conocía demasiado cuando Rayo Vallecano anunció su fichaje la semana pasada. Entonces, su nombre se convirtió en bandera de los militantes hinchas rayistas.
En un comunicado firmado por el colectivo de simpatizantes de Rayo, se critica el “modelo de fútbol negocio”, por el que deben soportar “horarios infames, reparto de derechos televisivos que condenan a los más humildes, prohibición de tifos y colorido en los estadios y, ahora, adulteración de la competición mediante fichajes ‘impuestos’ por la propia LFP”. Este último punto es el que motivó la protesta de los últimos días.
La Liga de España (presidida por el asesor de la Superliga argentina Javier Tebas) firmó un acuerdo con la General Sports Authority y la Federación de Fútbol de Arabia Saudita para que nueve jugadores de la Selección de ese país lleguen al fútbol español, con el objetivo de sumar experiencia de cara a la Copa del Mundo de Rusia 2018 y sin que importe demasiado cómo se acoplarían a sus nuevos equipos. Por supuesto, detrás se esconde (sin demasiado disimulo) un negocio para la Liga de Tebas: afianzar las relaciones para vender los derechos de TV y también generar ingresos con marcas árabes, que patrocinan a cada uno de los futbolistas.
Más allá de algunas críticas tímidas, los únicos que salieron a golpear la mesa fueron, como de costumbre, los hinchas rayistas. En su comunicado reprueban con dureza la gestión del presidente Raúl Martín Presa, uno de los dirigentes que viajaron a Ryad para cerrar el acuerdo. Lo hacen responsable, junto a Tebas, de cada uno de los ataques a la “idiosincracia del club”. Y comparan la llegada de Abdulmajeed con el fallido fichaje del chino Zhang Chengdong por motivos publicitarios y con la expansión del Rayo al fútbol estadounidense, de la mano del ya extinto Rayo Oklahoma.
Además del Rayo, otros seis clubes contrataron a préstamo a jugadores saudíes: Leganés (Yahia Sahiri y Marwan Othman), Villarreal (Salmam Al Dawsari y Jabor Issa), Levante (Fahad Muwallad), Numancia (Ali Al Namer), Sporting Gijón (Abdullah Alhamdan) y Valladolid (Nooh Al Mousa). De forma oficial, la Liga explica el acuerdo así: “como parte del acuerdo está el crear academias de fútbol en ese país bajo la marca y la metodología de LaLiga. Las jóvenes promesas saudíes tendrán a su alcance las mejores herramientas para desarrollarse como futbolistas y disfrutar la opción de tener una carrera en el mundo del fútbol de la mano de entrenadores con experiencia (…) Además de con los jugadores, trabajarán también con los entrenadores del país para que puedan aprender la metodología que alumbrará a la nueva generación de futbolistas saudíes”.
Los hinchas rayistas afirman que el modelo de gestión de Presa y Tebas se preocupa más por expandir la “marca” a mercados recónditos que por la pérdida de masa social en el barrio de Vallecas, algo que lesiona a la cantera y, en consecuencia, al equipo profesional. Es la misma lógica empresarial que algunos sectores políticos de Argentina buscan imponer y que amenaza con la llegada de las SADs.
El rayismo unido contra el fútbol negocio y la imposición de jugadores.
¡Odio eterno al fútbol moderno! pic.twitter.com/7XiYZ1pR4y— Bukaneros (@bukaneros92) 23 de enero de 2018