Dante Panzeri (feliz de vos que te fuiste a tiempo) observó alguna vez que la de periodista deportivo es la única profesión en la que basta con ser audaz, ya que es imposible educar a alguien para que sea idóneo en una materia que se caracteriza por lo imprevisible. Sin embargo, consideraba que debería ser exigible, especialmente para aquellos que disponen de un micrófono, una mínima muestra de aptitud, en tanto modelos que deben ser en el acto de pensar y de hablar. Modestamente reclamaba a quién ejerciera el oficio, al menos algún atisbo de sentido ético y de mesura.

Bueno, no.

Una vez logrado el tan ansiado y merecido triunfo argentino en la Copa Davis el periodista especializado en tenis Guillermo Salatino, desde Zagreb, consideró que había llegado el momento de jalonar la histórica conquista. Tomó el micrófono y mirando a cámara, en diálogo con sus colegas en el estudio de Buenos Aires, reflexionó sobre lo verdaderamente trascendente del acontecimiento: él.

Para mí esto es lo máximo. Esta es la frutilla del postre para mi carrera. Era lo único que me faltaba. Pero en el 2008, cuando la perdimos, porque la perdimos nosotros, es la única que masacramos (?) frente a jugadores inferiores dije no la ganamos nunca más. Me pelié con los jugadores en la conferencia de prensa, hice un papelón (no se flagele, maestro) pero dije…si la llego a ganar… cruzo la cancha de rodillas. Permitanmé…

Se acercó al camarógrafo para que le sostenga el micrófono y miró a la cámara con gesto desafiante, como diciendo ahora van a ver quién soy. Dio media vuelta y caminó lentamente hacia el límite opuesto del ancho de la cancha, como el torero que termina su serie de muletazos y dando la espalda al toro, va a la barrera en busca de la espada. Los espectadores detuvimos la respiración por un instante. Guillermo Salatino estaba poniendo la vara muy alta y en vivo. Sergio Gendler, desde el estudio, ahora a cargo del audio, estuvo a la altura de la epopeya, no defraudó:

…Y tal como es, un hombre de palabra, lo que prometió lo va a cumplir… ¡Conmovedor!

Por confidencia de Gendler los atónitos espectadores además nos enteramos de un dato que sin dudas potencia la proeza de Salatino; el hombre se había caído en Londres, estaba golpeado, le dolía todo.

(Sin ánimo de minimizar la gesta, algunos compañeros de UN CAÑO –la facción más iracunda, digamos- objeta que la promesa (¿incumplida?) de Salata era atravesar la cancha “de rodillas” y no fue tan así. Además proponen musicalizar las imágenes con la banda de sonido de Carrozas de Fuego. O en todo caso I Am The Walrus, de Lennon.)

Para no quedar afuera de esto que mientras sucedía ya se perfilaba como un hito del periodismo argentino, otro conductor que estaba en el estudio junto a Gendler (una rápida compulsa entre los integrantes de esta redacción no logró determinar su identidad) aportó una delicada observación:

…Emoshionadíshimo Guillermo Salatino, junto con él nosotros, ¿no?  Por lo que está haciendo… él lo prometió, lo está cumpliendo…más allá del orgullo de trabajar con él…es un momento muy emotivo, muy especial para todos nosotros, la famila de FOX…

(No era para menos, no es difícil imaginarse la emoción de los integrantes más sensibles de esa gran familia: Niembro, Liberman, en fin, no nos gustaría -sería una injusticia- olvidarnos de alguno…)

Tras cumplir con su promesa, nuevamente de pie y entre aplausos que llegaban desde Buenos Aires (Gendler y el otro joven), Salatino recogió el micrófono y jadeante disparó:

Yo tenía que cumplir, sino no hubiera dormido, mi conciencia no me lo hubiera permitido…Esto es en agradecimiento al tenis, que es mi vida.

Finalmente, antes de dar el pase a los estudios centrales, se demoró en disquisiciones acerca de cuál debería haber sido el título de su libro, de reciente aparición, en el que compila sus anteriores hazañas y redondeó su testimonio:

…Me hice pelota en Londres, tengo las rodillas destruidas, pero estoy sumamente feliz, les aseguro. Y orgulloso de trabajar para FOX SPORT.

Nos preguntamos que hubiera sucedido en este convulsionado país, si Salatino no cumplía con su promesa. Al no encontrar respuesta y para finalizar, elegimos recurrir nuevamente a Dante Panzeri:

La hilaridad que produce, como verdadero número humorístico, el vocabulario que frecuentemente se utiliza por radio o televisión para transmitir y comentar el hoy llamado “evento deportivo”, no puede quedar en mera sátira de algo que, en estos momentos, es una de las pocas cosas que nos divierten. (en el diario La Opinión del 30 de marzo de 1975).