Iban 38 minutos. Christian Ledesma robó una pelota en la mitad de la cancha, se la cedió a Cristian Álvarez y éste tocó para Riquelme, quien recibió ya en campo rival. Román encaró en velocidad, llegó hasta la puerta del área, enganchó hacia adentro para intentar patear pero no encontró espacio y volvió a enganchar, esta vez hacia afuera. Entonces, llevó la pelota hacia el córner, juntó a dos rivales y, entre ambos, tocó de taco para Zapata. Fue sólo una de las buenas jugadas que hizo el Diez en su debut oficial en Argentinos Juniors, contra Boca Unidos por la B Nacional. Esa simple acción paga una entrada de cualquier precio en este fútbol argentino.
Hay quienes pretenden hablar de Riquelme -y juzgarlo- sólo por sus declaraciones, sus peleas o sus acciones fuera de las canchas. Desde aquí elegimos disfrutar de uno de los mejores futbolistas de esta época y punto. Se fue de Boca por razones que ya son de conocimiento público y eligió volver al club que lo vio crecer. No caeremos en sentimentalismos baratos acerca del amor a la camiseta y otras yerbas, sólo en que lo mejor para el fútbol argentino es tener a Riquelme adentro de una cancha. En la A, en la B o en la categoría que sea.
Jugó los noventa minutos de la primera fecha del torneo Nacional y lo hizo muy bien, a pesar de que Argentinos todavía se muestra como un equipo en formación. Corrió los noventa minutos, se mostró en gran estado físico y dejó en claro que tiene capacidad para jugar hasta cuando quiera. El extraordinario pase-gol a los 46 minutos del segundo tiempo es una muestra clara: corrió con pelota dominada varios metros, enganchó y entregó una asistencia hermosa para habilitar a Guerreiro, quien definió mal.
A Riquelme hay que dejarlo jugar. Como quiera y donde quiera. Así lo entendió Claudio Borghi y el Diez le dio los primeros tres puntos al conjunto de La Paternal. No sólo porque marcó el gol de la victoria, sino porque fue el líder futbolístico del equipo, el hombre que ordenó a sus compañeros cuando la ansiedad los superó, el jugador que hizo la diferencia cada vez que tocó una pelota. Aunque a veces no se note y la intensidad de la categoría amenace que minar su talento, un crack como él es capaz de romper cualquier esquema con un sólo movimiento, con un pase.
Se tiró a la izquierda y a la derecha, a veces se movió como centrodelantero y en otras ocasiones bajó a buscar la pelota a su campo. Fue la tranquilidad en un Argentinos demasiado nervioso por momentos, pero que con jugadores como Iñiguez, Nagüel y Alvarez promete mucho más. Es cierto que Román y Ledesma se asociaron poco, pero hablan el mismo idioma y todos disfrutaremos y mucho de esta sociedad.
Déjenlo jugar. Y disfrútenlo. El resto es nada. A Riquelme hay que darle una pelota y una cancha. Mientras él tenga eso, nosotros vamos a estar mucho más cerca de ver el mejor fútbol que se pueda.