Shakthar Donetsk, Chelsea, Juventus, Basilea, Oporto y Real Madrid… Si hiciéramos una encuesta con todos los entrenadores del mundo sobre a cuál de estos equipos preferirían evitar en un cruce de octavos de final de Champions League no tenemos ninguna duda de que ganaría, por escándalo, el Real Madrid. Sin embargo, Unai Emery, el técnico del París Saint Germain, una vez enterado de que deberá vérselas con el bicampeón de la competencia, sacó pecho y tiró: “No creo que hayamos tenido el peor sorteo posible”. Una bravuconada innecesaria y absurda. Simplemente porque no se lo puede creer nadie. Y él debe ser el primero en no creerse su propia declaración. Nos encantaría saber cuál hubiera sido el “peor sorteo posible” para Emery.
El Real Madrid es siempre, pero siempre, el peor rival posible si hablamos de Champions. Para cualquiera. El que no sepa que entre los blancos y la orejona hay una relación particular es que no sabe de fútbol. ¡12 veces! 12 veces fue campeón el Real Madrid. ¡Y tres en los últimos cuatro años! Para que se entienda bien la dimensión de lo que consiguió el Madrid: en el palmarés lo siguen muy pero muy atrás: el Milan con 7 y el Barcelona, el Bayern Munich y el Liverpool con 5. ¿A dónde encontramos al PSG en esa lista de campeones de Champions? En ningún lado. Sencillamente porque el PSG no existe a nivel internacional. Y para eso unos árabes millonarios contrataron a Unai Emery: para que le diera al equipo los títulos internacionales que no tiene.
Sin embargo, hasta ahora el tiro les está saliendo por la culata. Emery, que había ganado tres Europa League consecutivas con el Sevilla (único club donde ganó algo), protagonizó una de las gallineadas más grandes de la historia del fútbol. En la Champions pasada, también por octavos, al PSG le tocó el Barcelona. En el partido de ida, en París, le dio un baile para el recuerdo, en el juego y en el resultado: 4 a 0. Eliminatoria sentenciada para cualquier equipo del mundo… Menos para el de Emery, que se quedó con el dudoso mérito de que nadie recuerde aquel baile en París para acordarse siempre del 6 a 1 en el Camp Nou, con tres goles en menos de diez minutos a un equipo que sólo salió preparado para defender. Para redondear una temporada nefasta, a Emery se le escapó la Liga de Francia a manos del Mónaco. La Liga de Francia, que el PSG había ganado de taquito en los últimas cuatro temporadas…
Entonces los árabes, que creen que todo se arregla con dinero, este año decidieron contratar a Neymar y a Mbappé. Así, sumados a Cavani, el PSG armó una delantera que mete miedo. De hecho, logró el record de goles en una fase de grupos de la Champions: 25. Pero no todo lo que brilla es oro y el PSG está lejos de ser un gran equipo. Arrasó y seguirá arrasando en algunos partidos porque sus jugadores son bestias del fútbol. Aunque, por ahora, no hay plan B para un mal día de sus estrellas. Por ejemplo: después de perder su primer partido en la Liga con el Estrasburgo y su primer partido en Champions con el Bayern Munich, casi se le escapa un cómodo triunfo contra el humilde Lille que se animó a ir a buscar el empate hasta con su arquero y por eso sufrió el 3-1 de contraataque.
“Cuando no me convocaban respiraba aliviado porque sentía mucho la presión y era bastante cagón”, escribió Emery en su autobiografía “Mentalidad ganadora”. Hablaba de sus tiempos como futbolista. Ahora, del otro lado de la línea, explica: “Como entrenador, mi principal objetivo es generar confianza. Cuando hablamos de rendimiento de alto nivel hablamos del manejo de los miedos”. Quizás, la forma de manejar el miedo de Emery es diciendo que el Real Madrid no es el peor rival que le podía tocar. Por las dudas, que no les cuente a sus jugadores que mientras fue técnico del Almería, el Valencia o el Sevilla fue nueve veces al Santiago Bernabéu y perdió… ¡ocho! ¿Llegará a jugar otra vez ahí?