Argentina 1-Venezuela 3

Argentina jugó mal. Arrancó con un esquema de cinco defensores que duró apenas 7 minutos y después, especialmente durante el primer tiempo, no se entendió muy bien qué quiso hacer el entrenador, con el 90 por ciento de los jugadores jugando en lugares que les resultaba extraño.

No hubo casi nada para destacar. Alguna aparición individual de Messi, en su regreso a la Selección, y una que otra aparición de Lo Celso y Lautaro Martínez.

Sí hubo para lamentar. Lo de Benedetto, que en Boca es decisivo pero con la celeste y blanca no da la talla, ni con Sampaoli ni con Scaloni, y lo del Pity Martínez, que con la banda se agranda contra Boca pero para este nivel le falta concepto. Es una especie de Di María del subdesarrollo.

¿Equipo? Cero.

Argentina 1-Marruecos 0

Argentina jugó peor que contra Venezuela pero en este caso mantuvo el orden defensivo y no recibió goles. Una jugada circunstancial de Correa permitió el gol y le dio el triunfo. Casi no hubo tiros al arco en uno de los partidos más espantosos que se recuerden de la historia del fútbol mundial.

Para que quede claro: no hubo nada positivo. Para aquellos que se dejan obnubilar por el resultado, seguramente destacarán el 1-0. Como si en lugar de fútbol estuviéramos opinando sobre la suba y baja de acciones en la bolsa o los números que salen en el bingo o en la ruleta.

¿Equipo? Cero.

El técnico argentino dijo que estaba conforme porque los jugadores habían entendido cómo se debía afrontar el compromiso desde lo anímico. Y luego se quejó por el debate periodístico sobre los sistemas. En muchas oportunidades, es mejor callar que abrir la boca para emitir sonidos incompresibles.

¿Para qué sirvieron estos dos amistosos? Para nada. Sólo para presentar la camiseta nueva. Y para imaginarnos con que el futuro será complicado, salvo que haya un cambio radical, que se les inocule a estos jugadores algún concepto de juego asociado.

Si Scaloni había cosechado uno que otro elogio porque Argentina, más allá de sus deficiencias estructurales, jugaba a algo; en estos dos partidos perdió el poco crédito que tenía. El equipo no fue equipo. Fue un montón de voluntades al garete. 

Los partidos, obvio, se pueden perder, empatar o ganar. Lo raro es que en 180 minutos de juego, no haya quedado nada bueno para destacar. El técnico dijo que era mejor que este tipo de cosas ocurrieran en los amistosos y no en la competencia oficial. Es verdad. Pero también es cierto que, en vista de los antecedentes, no hay razón alguna para esperar que Argentina deje de ser un equipo sin alma para convertirse en un equipo con algo. Y que conste que ya ni siquiera anteponemos nuestro gusto. Sólo nos conformamos con que juegue a algo. Que cuide la pelota, que sea ofensivo, que sea defensivo, que le pegue de punta para arriba, que achique para adelante, que achique para atrás… Ya no importa: sólo queremos algo.

¿Es tanto pedir?