Apenas dos numeritos pueden explicar lo que es este Real Madrid. Tres goles había recibido la Juventus en toda la Champions, tres goles en 12 partidos. Hasta que se topó con un equipo insoportable, imposible de aguantar. Y en 90 minutos recibió más goles que en 1.080.
Trató la Juve un ratito. Trató de mantener a su rival lo más lejos posible de Buffon. Y el partido se jugó como quiso el equipo italiano. Pero… durante apenas 10 minutos. Los primeros. Después, el Real Madrid impuso ritmo y condiciones. Fue subiendo las marchas de a poco hasta terminar como el Fórmula 1 que es.
La solidaridad, a la que se le suele dar tanto valor para las funciones defensivas, vale lo mismo o más en ofensiva. Por eso hay que rescatar a Carvajal, que se mandó un pique fabuloso para ayudar a Ronaldo. Probablemente, sin el aporte del lateral, el portugués hubiera inventado algo igual, pero con una pared tan perfecta es mucho más sencillo romper a una defensa. Porque eso hizo el Real Madrid: romper a una defensa que durante toda la competición fue granito puro.
En desventaja se suponía que la Juve la iba a pasar mal. Sin embargo, obligado por el resultado se animó a contagiarse del Madrid y se puso a jugar. Fueron unos pocos minutos, como aquel dominio inicial, pero se coronaron con un gol artístico con cinco toques de tres jugadores diferentes sin que la pelota toque el piso. Centro de Sandro como venía, pecho de Higuaín, toquecito al pecho de Mandzukic y chilena milimétrica del croata. Sólo por una acción semejante se podía decir que el empate era justo.
El tema es que el Real Madrid está acostumbrado a jugar al ida y vuelta, es su hábitat natural. No sólo no le molesta no tener el control del partido por momentos sino que a veces hasta se siente cómodo. La Juve, en cambio, necesita el control, necesita sentirse seguro. Y eso contra el Real Madrid es muy difícil de lograr.
Lo interpretaron perfectamente Zidane y sus jugadores porque salieron al segundo tiempo como animales hambrientos. La Juve no tuvo respiro porque empezó a correr atrás de la pelota casi como un equipo amateur. Es lo que consigue el Real Madrid: despreciar a sus adversarios, maltratarlos hasta hacerlos sentir que no tienen opciones de nada. Así jugaron Dybala e Higuaín, por ejemplo, durante el segundo tiempo: resignados.
El tiro con desvío de Casemiro para el 2-1 fue la consecuencia de un dominio abrumador. La lectura de Modric para interceptar un pase a Mandzukic y su posterior centro para el anticipo de Ronaldo en el primer palo, la culminación de la obra. La Juve, a esa altura, se arrastraba por la cancha a los pies de un equipo insoportable. Tic, Kroos, tac, Modric, tic, Isco, tac, Benzemá, abierto Carvajal, abierto Marcelo, contundente Cristiano. Imbancables para cualquiera.