Un episodio menor fue tratado por los medios de comunicación como si se tratara de una violación de convenios internacionales o, aún peor, como la más grande las venalidades que existen en la raza humana.
Resulta que Marcelo Bielsa mandó un espía al entrenamiento del Derby Country para ver qué preparaban para el partido que iban a jugar el fin de semana ante el Leeds United del Loco. El espía fue descubierto por el entrenador rival, Frank Lampard, y de ahí en más se desató una desusada serie de denuncias sobre deslealtad o vulneración del fair play.
Primer punto. Bielsa estuvo mal. Sí. No era un entrenamiento público por lo que colar a un enviado para espiar estás mal. ¿Por eso se convirtió en una asesino serial? No. Estuvo mal. Se arrepintió, pidó disculpas y listo.
Incluso lo llamó a Lampard para mostrarle su arrepentimiento pero el entrenador del Derby Country se subió al pony y le habló desde una superioridad moral que poco tiene que ver con la historia del país que habita. ¿Por qué hablamos de Naciones? Porque así lo hizo saber Lampard: “En Gran Bretaña nos manejamos con el Fair Play. Lo que hizo Bielsa es de una gravedad moral inusitada”. Y luego se despachó criticando lo que para él son prácticas comunes en los sudamericanos.
¿Desde qué lugar un británico nos viene a dar clases de moral a los argentinos? ¿Desde su historia como imperio colonialista o pirata? ¿Desde su dominio corrupto de lo mercados emergentes? ¿Desde que usurparon las Islas Malvinas hace más de cien años, con guerra en el medio incluida? Y si no quieren mezclar peras con manzanas (política con deporte): ¿acaso Inglaterra no obtuvo su único título mundial en 1966 con un gol que no fue? Y que sepamos no devolvió la Copa por sentir que el partido había sido ganado de forma ilícita.
Todos tenemos que poner nuestro granito de arena para ser mejores personas. Bielsa, tal vez, mucho más, porque es uno de los abanderados para los que todos defendemos el juego limpio y la honestidad. En este entuerto, está claro, la cagó. Pero su disculpa alcanza y sobra por el contenido: “No justifico lo que hice, pero no creo que haya estado mal. Pero si Lampard se sintió ofendido, lo que yo piense no tiene importancia. Me equivoqué y pido disculpas”, dijo Bielsa. O sea, se puso en el lugar del otro, una práctica muy poco habitual para los seres humanos y ni que hablar en el deporte.