Se puede entender lo del poco juego que tuvo Boca por el inicio de temporada. Lo que llamó la atención fue la falta de nervio que mostró el equipo. Tal vez haya tenido que ver con ese gol tempranero de Abila. Ya lo vimos en el Mundial: equipo que marca, deja de jugar. Una tendencia tan absurda como peligrosa pero convalidada porque le salió bien a la mayoría de los equipos. Por ejemplo: Bélgica se quejó del planteo francés en la semifinal cuando había hecho exactamente lo mismo tras ponerse en ventaja contra Brasil en cuartos. Es como que el equipo que va ganando ya no se hace responsable del asunto: “Ahora la presión es de ellos”.

Y si Boca terminó ganando el partido fue por una cuestión de jerarquía. Por la propia y por la que no tuvo el rival. Su 9 la mandó a guardar a la primera que tuvo y Mauro Zárate, que ya estaba para el murmullo por exagerar en la individual, necesitó hacer una bien para transformar un debut anodino en exitoso. Si el 1 a 0 había relajado a Boca, el 2 a 0 aún más. Fue un equipo al que le funciona más o menos el cargador, que por momentos está enchufado y por momentos no. O cuando se enchufaba uno, el otro no. Salvo durante unos minutos del segundo tiempo, cuando Zárate pudo meter el tercero tras un gran control pero fue muy bien achicado por el arquero, lo de Boca pasó por las ráfagas de sus jugadores. Cardona, tildado de intermitente, fue el más constante. Pero al no estar Pavón en sintonía, al equipo le faltó su arma más habitual.

Lo numérico, está clarísimo, es la mejor noticia para Boca. También el nivel del rival. Porque si Libertad pudo haber llegado al descuento que mereció fue porque Boca, en los últimos minutos, pensó más en mantener el resultado que en jugar el partido. La otra buena noticia para Boca es que no pagó por sus errores.

Ahora, lo que necesitamos es que paguen por sus errores los senadores que argumentaron sin conocimientos, sin estudios, sin información y sin empatía por unas mujeres que pelearon por una sociedad un poquito (apenas un poquito) más justa. Lo bueno es que ahí importa un poco menos el resultado. Porque el partido no dura 90 minutos y las mujeres, que no se cansan de pelear, lo van a dar vuelta sí o sí.

Boca le ganó a Libertad. Lamentablemente, los políticos argentinos, también.