Repasaba los portales de noticias por la tarde y una de ellas me sorprendió: “La promesa que hizo Lionel Messi si sale campeón del mundo en Rusia 2018”, decía La Nación. Y en Infobae le ponían un poco más de picante al asunto: “La promesa que Messi deberá cumplir si la selección argentina gana el Mundial de Rusia”.
Enseguida me pregunté, ¿en qué contexto habrá hecho Messi una promesa para cumplir en caso de ganar el Mundial? ¿Conferencia de prensa? ¿Entrevista individual? Pero lo que más me intrigaba era cómo había llegado a formularla y cuál había sido el estímulo para realizarla.
Ingresé en La Nación: “‘Me voy caminando hasta San Nicolás’. Lionel Messi no dudó ante la consulta sobre qué haría si la Argentina consigue el título en el Mundial Rusia 2018”, decía la nota.
Luego fui a Infobae y en medio de un artículo sobre diferentes temas se leía: “Vamos caminando de Rosario a San Nicolás si salimos campeones, es un trato”.
Curioso pensé. “Me voy caminando hasta San Nicolás”, decía La Nación y “Vamos caminando de Rosario a San Nicolás”, decía Infobae. En una iba solo, en la otra acompañado. ¿Por quién me pregunté? Y fui a buscar el video: su interlocutor era el periodista Martín Arévalo. A esa altura ya empecé a desconfiar. Hice click en el video.
Transcribo:
–Leo, quiero que hagamos una promesa juntos. Para mí, lo escribí el otro día, son la generación dorada. Después de todo lo que pasó con los Mundiales son como la generación dorada de básquet. Tuvieron la mala suerte de no poder ganar pero estuvieron ahí y les tengo fe para el Mundial. ¿Vamos caminando a Luján o vamos caminando a San Nicolás desde Rosario si salimos campeones? ¿Te animás? –dijo Arévalo.
–Sí, obvio –respondió Messi sonriendo.
Arévalo le extendió la mano para sellar el compromiso. Se la estrecharon.
–Si querés lo hacemos desde Arroyo Seco, para no caminar tanto. Pero vamos –agregó Arévalo.
–Si hay que ir, vamos. Todo sea por el Mundial –respondió Messi pasándose la mano para lo cabeza sin creer demasiado lo que había pasado.
Ustedes dirán que lo ocurrido es una boludez. Y tienen razón. Pero el episodio me permite reflexionar sobre lo que comúnmente se conoce como la construcción de una noticia. O para ser más precisos, la confrontación que existe entre un hecho y una noticia o, aún más, entre lo real y el discurso.
¿Es verdad que Messi hizo una promesa? No. Se la propusieron y él aceptó un tanto forzado por las circunstancias. Pero los portales eligieron transformar el hecho porque, suponemos, quisieron darle un aura de épica a la soñada obtención de un Mundial y así impregnarla de emoción.
No tengo dudas de que mañana, pasado o dentro de un mes, si a alguien le preguntan qué prometió Messi en caso de ganar el Mundial dirá que se irá caminando a alguna parte porque lo prometió. Ya quedó instalada la idea, el concepto. O sea, llegamos a comprobar algo que está muy de moda en estos tiempos: el peso de la posverdad.
¿Qué es la posverdad? Es una mentira cargada de emoción y que describe una situación particular con el objetivo de modelar la opinión de las masas. Es decir, los hechos objetivos tienen poca o nada de relación con una narrativa cargada de emotividad. Se busca, con ese discurso, atravesar a la sociedad desconectándola de los hechos reales para dejarla expuesta al libre albedrío de sus emociones o creencias. En definitiva, poco importa la verdad y sólo interesa lo que los interlocutores desean escuchar y la forma en que son conmovidos o interpelados por una narración periodística o un discurso político.
Acá no estoy hablando de la mentira común y corriente, casi ordinaria. Ojo. Eso es otra cosa. Estoy refiriéndome a un concepto relativamente novedoso, a una tendencia que viene ganando terreno en nuestra sociedad: algo que aparenta ser verdad se convierte en más importante que la propia verdad.
Para muchos pensadores, la posverdad no es más que una mentira, una estafa o una falsedad encubierta por eufemismos, por el arte de las relaciones púbicas y por la manipulación. No tengo los conocimientos como para profundizar esta idea o rebatirla. Es lo que hay, diría Bertrand Russell. Pero eso sí: sepamos cómo viene la mano con la comunicación por estos tiempos. Estemos alertas. Dejemos de lado el sentido común y trabajemos sobre el pensamiento crítico. Tal vez de esa manera nos podamos proteger un poco más. Cuidarnos. Y en definitiva ser un poco más felices. Ya que de eso se trata la vida.
NdR: No dejo de pensar que si esta reflexión me la disparó la nota de Arévalo a Messi, debo empezar a evaluar que la locura no está demasiado lejos.