Boca fue a buscar a Darío Benedetto después de que Carlos Tevez decidiera ir a solucionar sus problemas de stress a China. Y Benedetto hizo lo que hacen muy pocos: se puso la camiseta de Boca y fue el goleador del torneo del equipo campeón. Gustos futbolísticos al margen, si se habla de un 9, entonces no hay más discusión porque Benedetto demostró en un solo certamen que no le pesa una camiseta que pesa. Walter Bou, el otro centrodelantero que incorporaron, demostró ser un buen reemplazante y no desentonó cada vez que le tocó entrar. Es evidente que Boca tiene un excelente 9 titular y un buen 9 suplente. Y ambos con mucho por mejorar. Si les dan las oportunidades, por supuesto.
Entonces, cuando aparece la información que dice que Boca negocia por Wanchope Abila, lo primero que surge preguntar es: ¡¿para qué?! Boca no necesita al ex Huracán ni a ningún otro 9. Ahora, si Martín Palermo dijera que quiere ponerse otra vez los cortos o Tevez decidiera volver de su autoexilio millonario, el asunto sería diferente. Porque hay una identificación y no se estaría evaluando solo a un jugador sino también lo que significa para el club ese jugador. No es lo mismo un futbolista que es un símbolo de una institución que uno cualquiera.
El otro nombre que llama la atención en este mercado de pases es el de Néstor Ortigoza. La historia entre el Gordo y San Lorenzo ya es sabida: él quería que le renovaran el contrato por dos años y el club aceptaba hacerlo sólo por uno. Ante dos posturas inflexibles, no hubo acuerdo posible y cada uno por su lado.
¿Había pensado Boca en Ortigoza en algún momento? No. Pero como está ahí, libre, ¿por qué no traerlo? Y si a Wanchope lo ofrece el representante de Tevez porque en Cruzeiro está jugando poco y nada y sería fácil su salida, ¿por qué no traerlo? Y así Boca parece un nene caprichoso que necesita comprarse un par de zapatillas porque se le rompieron las únicas que tenía pero en la casa de deportes encuentra una raqueta en liquidación. El nene juega al tenis pero ya tiene su raqueta y no necesita otra. Pero quiere otra. Boca tiene perfectamente cubierto el puesto de Ortigoza, pero a Guillermo Barros Schelotto le parece una buena opción por… las dudas. Boca tiene perfectamente cubierto el puesto de Abila pero a Angelici le parece una buena opción por… negocios.
El Mellizo sabe que Gago es un jugador frágil y quiere tener a alguien que también pueda hacer jugar al equipo. El tema es que Ortigoza es un futbolista de continuidad. Necesita minutos para sentirse cómodo y, además, necesita ser jefe del equipo. En San Lorenzo le podía decir a cualquiera de sus diez compañeros “damelá” y todos se la daban. Porque todos sabían de lo que era capaz. En Boca, esa consideración se la va a tener que ir ganando. Y si la idea es que juegue cuando no esté Gago, quizás no lo pueda hacer nunca.
Exactamente lo mismo sucede con Wanchope. Es un jugador de continuidad (bueno, como la gran mayoría) y, sobre todo, de confianza. Abila puede pasar de burro a crack en un mes. Pueden cobrarle diez offsides en un partido y, cuando entra en ritmo, puede meter tres golazos en un solo tiempo.
Así las cosas, lo que en un principio suena como una buena planificación por parte de Boca, ya que mientras más opciones tenga el entrenador mejor para el club, no lo es. El mejor ejemplo es Benedetto: lo fueron a buscar para que se pusiera la camiseta y metiera goles. Acierto. Porque es de esa clase de jugadores. Pero a Abila y a Ortigoza los van a buscar para tener buenos reemplazantes y ninguno de los dos está para eso.