Que nunca le metieron tantos goles a Brasil, que la goleada más abultada entre equipos grandes en un Mundial, que cinco goles en un tiempo… Los números añejos no reflejarán jamás lo que vivimos esta tarde. Vivimos historia. Historia pura. Todas las generaciones hablarán de este partido. Todas. Hasta que se acabe el mundo o el fútbol. Si el Maracanazo fue lo más fuerte que había sucedido a nivel Mundiales hasta acá… Tuvieron que pasar 64 años para que se superara la hazaña de Uruguay. Y otra vez la humillación la sufrió Brasil, otra vez como dueño de casa. Justo Brasil, el más campeón de todos los campeones.
Que este equipo brasileño era de los peores de los últimos años lo sabía hasta el futbolero más neófito. De hecho, mucho antes pudo echarlo Chile, pero no se animó. Tampoco se le animó Colombia. Pese a las victorias, cuando al analista le tocaba explicar por qué Brasil seguía en el Mundial, debía caer en el lugar común: porque es Brasil y porque es local. El lugar común, sin embargo, no lo era. Brasil no tenía mucho más que su camiseta y su gente.
Y un equipo que tiene tan poco, tiene mucho menos si pierde al que le da casi todo en ataque y al que le da casi todo en defensa. Neymar y Thiago Silva son medio Brasil. O tres cuartos. Porque el resto de Brasil es nada. A Fred lo vimos todos desde el primer día. Todos supimos que con un 9 que apenas mostró un par de movimientos más que un mueble, Brasil no iba a ir a ningún lado. Salvo porque era Brasil y porque jugaba en casa.
El fútbol fue justo y puso a Brasil en su lugar. Es cierto que se pasó de cruel, pero es un placer que los equipos que juegan a la pelota con la pelota aplasten a los que no tienen mucho más plan que tirarla para adelante. ALEMANIA. Sí, Alemania entero en mayúsculas. Por honrar al fútbol. Por los pases. Por las intenciones. Por los goles. Por los quites. Por querer más goles. Por el compañerismo. Porque el arquero es un jugador. Porque los defensores son delanteros. Porque los delanteros son todocampistas. Porque los del medio son también de atrás y de adelante. Alemania, el que en el mejor de los casos le puede tocar el domingo a Argentina, es un equipo entero. Y los hinchas brasileños, una vez que hicieron el duelo, entendieron que también estaban viviendo algo histórico. Y aplaudieron el fútbol de sus rivales. Porque es el fútbol que les gusta, el que no les dio su selección durante todo el torneo. Aplaudieron a su rival como alguna vez hicieron los hinchas argentinos con Colombia. Aplaudieron los brasileños y aplaudimos todos. Por este sueño.