César Luis Menotti

Dentro de un plantel, los jugadores siempre tienen diferentes gustos, maneras de vivir, orígenes. No puede pretenderse que la convivencia sea una escuela de monjas. Sí hay que aspirar a que se respeten, a que utilicen armas leales en la competencia. No hay ninguna posibilidad de parar un equipo en la cancha sin un alto sentido colectivo. Afuera de la cancha pueden ser apenas compañeros; adentro, cada jugador tiene diez amigos a los que debe ayudar y salvar.

A veces el contacto con la familia es contraproducente porque se los saca de su concentración mental, pero en otras es necesario aflojarlos. Se encuentran con su gente, comparten otros problemas domésticos y se olvidan de lo que los tiene obsesionados. Después del segundo partido, contra Francia, ya clasificados, decidimos liberados por un día; el resultado fue muy positivo: volvieron más alegres y relajados.

Durante el Mundial dispusimos premios por asistencia y puntualidad (lo ganó Tarandni), elegancia (Pagnanini) y espíritu de colaboración, en el que el plantel decidió mencionar a los que no habían jugado.

Carlos Salvador Bilardo

El técnico tiene que conocer todos los problemas que existen entre los jugadores y debe hacerles frente. El ideal es que el grupo sea sólido y que no existen conflictos, pero es imposible que todos sean mejores amigos.

En el Mundial, el entrenador debe juntarlos de acuerdo a edades y costumbres. En las etapas previas, es bueno juntar a un grande con un chico: uno aprende, el otro se motiva y entiende lo que significa ser líder. Pero durante ese mes debe prevalecer un factor: que estén cómodos. Tres años de diferencia a veces son demasiado, Un futbolista de 30 años no suele jugar al Play Station como los más jóvenes, que no miran fútbol por televisión como si hacen los más grandes más allá de trabajar de esto.

Si cuando faltan un par de semanas hay mucha tensión, hay que dejarlos salir. Pero diez días antes de que empiece el torneo, todo se acomoda.