El 3 de octubre de 1990, casi un año después de la caída del Muro de Berlín, se hizo efectiva la reunificación política de Alemania. El país que había estado dividido por más de tres décadas volvía a ser uno solo. La fecha es simbólica, porque aunque las divisiones físicas desaparecieron, las diferencias entre el este y el oeste siguen siendo muchas incluso en nuestros días. Y esas desigualdades también se pueden ver en el fútbol, que como siempre no es ajeno a las realidades sociales de los pueblos.
Hoy, un cuarto de siglo después del Wiedervereinigung, no hay equipos orientales en la Bundesliga y sólo hay uno (RB Leipzig) en la segunda división, pero su pertenencia a la Alemania Democráctica es ficticia, porque fue fundado en 2009. Las razones de esto son varias: los grandes jugadores emigraron en cuanto se abrieron las fronteras, muchos clubes quedaron en la ruina económica tras la caída del muro y otros no pudieron competir con sus rivales occidentales ni en la cancha ni fuera de ella. Además, como para hacer más difícil la transición, la Federación puso límites legales.
En la primera temporada de la Bundesliga reunificada -1991/1992- se admitió a sólo dos clubes del este en la división de honor y a cuatro en la B. Para llegar a esta fusión, se realizaron arduas negociaciones, ya que el oeste pretendía todavía menos cupos para los ex integrantes de la Oberliga. Dynamo Dresden y Hansa Rostock fueron los que jugaron en la elite. El primero logró salvarse del descenso con lo justo, mientras que el cuadro de Rostock fue uno de los cuatro que perdieron la categoría aquel año en el que Stuttgart fue campeón.
El comienzo podría haber sido aún peor para los orientales, porque la Federación alemana quería armar una especie de mini torneo para incluir a los representantes del este antes del comienzo oficial de la Bundesliga. La idea era disputar un hexagonal de “promoción” con los dos descendidos del año anterior, los dos ascendidos y los dos mejores de la última Oberliga para definir los nuevos cupos en la A. Sin embargo, ese proyecto no prosperó y Alemania Democrática tuvo su representación, aunque las diferencias de presupuestos no le permitieron mantenerla. En 1995 descendió Dynamo Dresden pero lo reemplazó Hansa Rostock, que allí se quedó hasta 2005, año en el que el este perdió de forma definitiva su lugar. Es cierto que el comunismo no es más que un recuerdo, pero la Bundesliga está lejos de ser un torneo federal como los de la mayoría de los países europeos.
Esta temporada, siete de los catorce equipos que jugaron la última edición de la Oberliga se reencontrarán en la tercera división. Es el mejor momento del fútbol oriental en mucho tiempo, porque tienen la posibilidad concreta de volver a quedar a un paso de la división de honor. Los clubes más importantes de la Alemania Democrática están participando de la 3.Bundesliga, un campeonato que otorga dos ascensos y una posibilidad más en la promoción.
Dynamo Dresden, el último campeón de la Oberliga y uno de los pocos equipos orientales que jugó en primera después de la reunificación, es el firme puntero del torneo. Ganó cuatro partidos y empató dos. Ya no tiene jugadores de la calidad de Mathias Sammer o Ulf Kirsten, que se fueron apenas se levantó la cortina de hierro, pero sueña con revivir las épocas de gloria. En 1995 perdió la licencia por la gran cantidad de deudas y tuvo que jugar en la Liga regional. Chocarse con el piso le sirvió para tomar impulso.
En el tercer lugar aparece FC Magdeburg, el único campeón de Europa de la RDA. En 1974, derrotó en la final de la Recopa al Milan de Gianni Rivera. También llegó hasta octavos de final de la Copa de Europa. Después de la reunificación, desapareció de las divisiones profesionales pero en la actualidad juega en un moderno estadio y tiene un futuro muy promisorio.
Chemnitzer FC está en el cuarto puesto. El equipo que durante casi cuarenta años se llamó FC Karl Marx-Stadt (porque se le había cambiado el nombre a la ciudad) y que ostenta un título de la Oberliga también tuvo que jugar en las profundidades del ascenso alemán y desde hace cuatro años está firme en la tercera división. Tras finalizar en el quinto puesto el año pasado, todos piensan que es el momento de dar el salto.
FC Erzgebirge Aue está en el quinto lugar, en busca de retornar a la 2.Bundesliga, donde jugó durante cinco temporadas la década pasada. Es el club más importante de Aue, un pequeño pueblo de 18.000 habitantes cerca de la frontera con República Checa. Este equipo cierra un grupo que representa a la perfección el momento que atraviesan los representantes de la antigua Oberliga: cuatro de los primeros cinco clasificados son conjuntos de la ex Alemania Oriental.
En la mitad de tabla aparecen Hansa Rostock y Energie Cottbus, los que han jugado la Bundesliga mayor cantidad de veces. El primero estuvo diez años de manera consecutiva y contó en su plantel con figuras como Oliver Neuville y Steffan Beinlich. En tanto, Cottbus participó de la primera categoría en seis temporadas en la década del 2000. Rot Weiss Erfurt y FC Halle son los otros equipos orientales que hoy animan la 3.Bundesliga.
Según la agencia EFE, de los 11 estados de la antigua República Federal de Alemania sólo dos, Schleswig Holstein y Sarre, no tienen un equipo en la primera categoría. Los cinco estados del territorio de la extinta RDA no tienen ninguno. Incluso el equipo de Berlín que está en la primera Bundesliga, el Hertha, es un equipo de Berlín occidental. Además, recién el año pasado hubo un campeón del mundo nacido en la RDA: Toni Kroos.
En definitiva, el fútbol oriental está en proceso de crecimiento y eso significa enterrar los fantasmas del pasado y ganarse un lugar por mérito propio, porque nadie les regaló nada.