Pasó en Inglaterra, cómo no, el único lugar del mundo en que un DT le pidió a un hincha que entrara un rato a la cancha para ver si era mejor que el jugador que estaba puteando desde la tribuna. Esta vez, el fanático de turno fue convocado para ser cuarto árbitro. Y se llevó una ovación, por supuesto. 

Fue en noviembre pasado, en un partido de segunda división entre Norwich City y Preston North End. A los 82 minutos, durante un ataque del equipo local, el juez de línea empezó a tomarse la pierna con gestos de dolor. Lesionado, no pudo seguir. El cuarto árbitro empezó a calentar para reemplazarlo. No había quedado ningún referí para tomar su lugar. Así que miraron para la grada. 

Primero, el árbitro amenazó con suspender el encuentro, pero apareció un muchacho de nombre David Thornhill, apodado “Spud” (papa), para hacer de juez en el juego del equipo que había ido a alentar. Le hicieron cambiar de ropa, le mostraron cómo andaba el cartel electrónico y lo dejaron ser.

Fueron sus 15 minutos de fama, con el clímax de mostrar el cartel de tiempo adicionado. Nada menos que 10 minutos, los que se perdieron en decidir el reemplazo. 

Tornhill es un enfermo del Norwich, que inclusó mostró en la TV la colección de publicaciones y objetos relacionados a su equipo que guarda en casa. Poco pudo hacer para beneficiar a los suyos. El partido no modificó el 1-1 que tenía hasta que tomó su novedoso papel de cuarto árbitro.

Lo mejor del caso es que más tarde, en su cuenta de Twitter, Thornhill aseguró que ya había oficiado de cuarto árbitro en un partido de la primera de su equipo. Y más de una vez. “Fue la número 6. Supongo que las redes sociales no estaban haciendo sus rondas en aquel momento”, escribió.

“Y ésa es la razón -concluye esta nota del diario Telegraph– por la cual siempre tenés que llevar encima tus botines”.