“Nigeria ganará la Copa del Mundo de Rusia. Tiene un grupo de jugadores de nueva generación que provienen de la diáspora, que comenzaron en las academias a temprana edad y jugaron en las filas del equipo nacional. Entendieron el juego desde juveniles y eso impactó en el rendimiento del equipo durante las Eliminatorias”. La fe del ex delantero Daniel Amokachi en la Selección de su país parece exagerada, sin embargo es cierto que pocas veces llegó desde África un equipo tan firme como el de la Super Águilas este año.
A pesar de que los datos oficiales sobre la diáspora nigeriana alrededor del mundo son escasos y poco confiables, hay sondeos que afirman que más de diez millones de nigerianos y descendientes directos viven fuera del país más poblado de África. Estados Unidos es la nación más elegida, aunque también hay una gran cantidad en Gran Bretaña, Portugal e Irlanda. La mayoría de los emigrantes son profesionales y trabajadores calificados, por lo que la “fuga de cerebros” hirió el sistema laboral local pero al mismo tiempo fortaleció a la diáspora, cuyo ingreso es medio superior al de otras colectividades en América del Norte y Europa.
En el exilio, se crió la enorme mayoría de los jugadores que representarán a Nigeria en el próximo Mundial. Algunos directamente nacieron lejos de la patria de sus padres y otros formaron parte de la mencionada fuga de talentos. Por ejemplo, de los once titulares que jugaron el partido ante Argentina en noviembre, solo el arquero Daniel Akpeyi jugó al menos un partido en la Liga nigeriana. El resto se formó en Europa y Asia.
De todos modos, esto no es un rasgo postivo por sí solo. Durante décadas, el fútbol africano tuvo buenas individualidades pero deficiencias colectivas que en una Copa del Mundo son inaceptables. Muchos futbolistas del África subsahariana solo competían contra los mejores de Europa y Sudamérica cada cuatro años y, aunque dejaban buenas impresiones, en los momentos definitorios no daban la talla por falta de experiencia. En cambio, hoy se forman en las mejores ligas del mundo y están listos para competir de igual a igual.
Los defensores William Troost-Ekong (Holanda), Leon Balogun (Alemania) y Ola Aina (Inglaterra) son los tres titulares que nacieron en Europa y ni siquiera vivieron en Nigeria. A ellos se les suma Tyronne Ebuehi (Holanda) y Brian Idowu (Rusia), quienes ingresaron en el segundo tiempo. El resto de los once que comenzaron el encuentro contra Argentina en Krasnodar debutaron en primera en otros países. Chidozie Awaziem lo hizo a los 17 años en Porto; Shehu Abdullahi a los 19 en Kuwauit; Wilfred Ndidi a los 18 en Genk de Bélgica; John Obi Mikel a los 14 en Lyn Oslo de Noruega; John Ogu a los 18 en Drava Ptuj de Eslovenia; Kelechi Iheanacho a los 18 en Manchester City y Alex Iwobi vive en Londres desde los 4 años de edad y debutó en Arsenal.
La consecuencia negativa del surgimiento de jugadores en la diáspora es que muchas grandes promesas deciden representar al país que les abrió la puerta, en lugar de al de sus antepasados. Se ve con claridad en la Selección de Inglaterra campeona mundial sub 20. En ese plantel había seis integrandes de ascendencia nigeriana: el Balón de Oro Dominic Solanke, Ademola Lookman, Sheyi Ojo, Fikayo Tomori, Josh Onomah y Ovie Ejaria. A ellos se les suma un crack como Dele Alli. Es material suficiente como para que no sólo Amokachi los de como candidato…
En definitiva, Nigeria presentará una Selección sólida, firme y con mucho más oficio que el de años anteriores. Quizás con una identidad menos clara y con rasgos europeos, pero con posibilidades de dar pelea. Podría ser todavía más competitiva, pero Amokachi y sus compatriotas decidieron ver el vaso medio lleno.