Todos los hinchas del Rayo Vallecano, incluso los que están en esta redacción, disfrutan decir que pertenecen a un equipo popular, de izquierda, con conciencia social y comprometido con las luchas de los más desfavorecidos. Pero esos mismos fanáticos suelen olvidar que la historia reciente del club también incluye a un defraudador serial como José María Ruiz-Mateos.
El empresario andaluz, que acaba de morir a sus 84 años, fue el primer dueño que tuvo el club en 1991 cuando, luego de una severa crisis económica, dejó de ser propiedad de sus socios y se transformó en un Sociedad Anónima Deportiva. Ruiz-Mateos siempre fue la contracara de los valores que los hinchas de Rayo defienden. Llegó a Vallecas como un evasor compulsivo, soberbio y egomaníaco, que quería utilizar al club para mejorar su imagen pública y recuperar su emporio empresarial expropiado por el Estado.
Su grupo, Rumasa, el de la de abeja, cuyo logo llegó al pecho de la camiseta del Rayo, fue fundado a comienzos de los años 60. Durante las últimas dos décadas del franquismo Ruiz-Mateos aprovechó su carisma y su pequeña fortuna bodeguera para vincularse con los sectores más poderosos de España. Fue miembro del Opus Dei hasta que lo expulsaron en 1986 por las críticas contra sus líderes, cuando ya no lo protegían. La Serenísima República de San Marino, poco antes de su caída en desgracia, le otorgó el título de Marqués de Olivara.
Con esos amigos, logró tejer una compleja red de relaciones sociales y empresariales que lo transformó en el hombre más rico del país y el dueño del mayor conglomerado de empresas -más de 700 compañías, incluidos 14 bancos, con más de 65 mil trabajadores que producían el 2% del PBI de España-. Para 1983, por su dinero y su capacidad para promocionarse a sí mismo, era uno de los personajes más influyentes de la sociedad española.
En febrero de ese año, su imperio se desmoronó. El primer gobierno socialista luego de Franco decidió la expropiación de sus empresas. Argumentó que estaban al borde de la quiebra y que solo se mantenían a flote por los dibujos contables que realizaban. Como llevaban años evadiendo impuestos por millones de dólares se decidió no pagar nada por sus bienes que, con los años, se vendieron a otros privados.
En marzo, Ruiz-Mateos se fugó a Londres y luego a Alemania. El 25 de abril lo detuvieron en Frankfurt. Mientras esperaba la extradición pasó diez horas diarias en una cárcel germana repartiendo el desayuno a los otros presos y limpiando la prisión. En diciembre volvió a España y estuvo detenido hasta que comenzó 1986, cuando le otorgaron el privilegio de la prisión domiciliaria.
Durante todo ese tiempo, Ruiz-Mateos protestó la decisión del gobierno de Felipe González, lo consideraba “un atropello y una tropelía gubernamental”. Allí comenzó un largo pleito judicial, estuvo involucrado en más de 1500 procesos, que a comienzos de este siglo aún seguía vigente.
En cada presentación ante la Justicia Ruiz-Mateos se las arregló para llamar la atención. En 1988 se fugó disfrazado con una peluca y una gabardina. En 1989 insultó y golpeó al ministro de Economía y Hacienda que impulsó la expropiación de sus empresas, Miguel Boyer. El asturianísimo grito “que te pego, leche”, que el propio Ruiz-Mateos repitió hasta el hartazgo en numerosos publicidades, incluso del Rayo, se incorporó a la cultura popular española. En una ocasión visitó un tribunal con un traje que emulaba el uniforme de la prisión. Otra vez, vestido de Superman.
Para recuperar su emporio hizo de todo. Llegó a fundar el Partido del Trabajo y Empleo – Agrupación Ruiz-Mateos. En las elecciones de 1989 para el Parlamento europeo logró dos bancas. Su cargo de eurodiputado le permitió llevar el caso de su grupo empresarial a una corte europea, que falló en su favor. En febrero 1997, en la continuidad de sus juicios, la fiscalía pidió para él una condena de 12 años. Un mes después, el Tribunal Supremo español confirmó su absolución de todos los cargos.
Para entonces ya había dejado la presidencia formal de Rayo, lugar que ocupó entre 1991 y 1994. En Vallecas, luego de rescatar al club de la crisis económica y devolverlo a Primera división, ya lo habían aceptado pese a su prontuario. Cuenta el diario Marca que “si Rayo ganaba, un grupo de azafatas salía en torno a él para regalar balones de plástico al público”. La imagen, noventosa como pocas, se hizo frecuente en esos años.
Cuando dejó la presidencia lo reemplazó otro personaje singular, su esposa, Teresa Rivero, que durante ese tiempo dio nombre al estadio. El control del club, igual, siguió en manos de Ruiz-Mateos. Al menos hasta 2012, cuando el clan familiar, envuelto en un nuevo fraude empresarial, vendió sus acciones a un joven empresario de confianza, Raúl Martín Presa.
A comienzos de 2011, Nueva Rumasa, el conglomerado que Ruiz-Mateos formó en los 90 al salir de la cárcel, se declaró en quiebra. De menor tamaño que el emporio original, había llegado a incluir más de 100 empresas que movían 600 millones de euros y daban trabajo a 16 mil personas. El 17 de febrero, las diez compañías más importantes del grupo, incluido Rayo Vallecano, entraron en concurso de acreedores.
Los problemas judiciales para Ruiz-Mateos regresaron. En los últimos años volvió a desfilar por los tribunales -entre varias causas, una era por defraudación contra Rayo- pero con mucha menos espectacularidad que 20 años atrás. En 2015 fue detenido por estafa, insolvencia punible y fraude. El engaño era el mismo de los 80, pero el método era diferente. Mientras Rumasa utilizaba a los bancos del grupo para financiarse, Nueva Rumasa compraba empresas, pedía créditos e inversiones con esas compañías como avales y fugaba los capitales. Se calcula que desaparecieron de los libros contables más 90 millones de euros.
Ruiz-Mateos fue liberado en junio, poco antes de morir, por sus comprobados problemas de salud. Hace un mes había sido internado tras romperse la cadera en una caída. Una neumonía, posterior a la operación, puso fin a su vida. La directiva de Rayo Vallecano emitió un comunicado anunciando su muerte y saludando a su familia. El lunes, en el partido ante Deportivo, veremos que dicen los hinchas. No esperamos ningún homenaje.