El 13 de mayo de 2014, Dmitri Rybolovlev y su esposa Elena protagonizaron el divorcio más caro de todos los tiempos. Tras el fallo del Juzgado de Primera Instancia de Ginebra, a la esposa le correspondieron 3.200 millones de euros, en una resolución celebrada por el abogado de Elena, quien afirmó con euforia: “esto demuestra que ni siquiera un oligarca ruso puede ponerse por encima de las leyes”. Esta “derrota” legal obligó a Rybolovlev a sacar el pie del acelerador de uno de sus negocios más importantes: la Association Sportive de Monaco Football Club. Y, por más paradójico que suene, fue una verdadera bendición para el club.
Rybolovlev llegó a Monaco en 2011, pocos días después del sorprendente descenso a segunda división. Tras dos años en la Ligue 2, el equipo monegasco volvió a primera en 2013 de la mano de Claudio Ranieri. Entonces, el magnate ruso que amasó su fortuna desde una corporación de servicios médicos decidió imitar a su compatriota y colega Roman Abramovich y abrió su billetera de par en par. En el mercado de pases previo a la temporada 2013/2014, gastó casi 200 millones de euros en fichajes (llegaron Radamel Falcao García, James Rodríguez, João Moutinho, Ricardo Carvalho, Jérémy Toulalan, Éric Abidal y Geoffrey Kondogbia). Aunque hizo una buena campaña, quedó a nueve puntos del campeón, PSG.
Al año siguiente, terminó en el tercer puesto, al igual que en 2015/2016. La descomunal inversión realizada no daba los réditos esperados y PSG se presentaba como un rival inalcanzable (en 15/16 sacó 31 puntos de ventaja y se coronó campeón en marzo). Entonces, el divorcio lo obligó a cambiar el plan. Rybolovlev comprendió que ya no podía comprar futbolistas por decenas de millones de euros. Supo que debía encarar un proyecto integral. Y para eso contrató como director deportivo a Antonio Cordón, quien venía de 17 años exitosos en Villarreal, un club que pasó de pelear el descenso en España a jugar la UEFA Champions League con regularidad.
Según Juan Carlos Garrido, ex entrenador de Villarreal, Cordón “tiene una gran capacidad de trabajo, le gusta estar en la sombra sin hacerse notar. Cualquier entrenador del club se encuentra cómodo trabajando con él porque se adapta a las necesidades del equipo”. En España dicen que Cordón es una especie de Monchi sin tanta exposición. Lo primero que hizo el español cuando llegó a Monaco no fue aconsejar el fichaje de una super estrella ni de un entrenador de renombre. Fue a buscar a Gérald Passi, ojeador de talentos de Niza. Una verdadera declaración de principios.
No tuvo que gastar tiempo en pensar en cambios de director técnico, porque Leonardo Jardim encajaba a la perfección en su idea. El portugués (nacido en Venezuela) llegó en 2014, tras la salida de Ranieri. Fue una verdadera apuesta de Rybolovlev, porque aunque venía de una gran campaña en Sporting Lisboa, no era un hombre con grandes pergaminos ni mucho menos. Sin embargo, Jardim demostró que podía liderar el proyecto y trabajó con tranquilidad, aunque recién con la llegada de Cordón encontró a alguien con sus mismos pensamientos.
“Tenemos tres objetivos. El primero es deportivo: albergamos la ambición de jugar en todos los escenarios y de ganar todos los partidos. El segundo objetivo es el espectáculo: queremos hacer un fútbol de calidad, capaz de atraer a los seguidores al estadio. El tercer objetivo es promover a los jugadores jóvenes de la cantera”, dijo Jardim el día de su presentación. Y agregó: “Mi línea de trabajo es entrenarnos tal y como jugamos, y eso en todos los campos. Mis entrenamientos están orientados al juego, vamos a trabajar mucho con el balón. Mi visión de un fútbol de calidad comienza por la presión que se ejerce sobre el adversario cuando no se tiene el balón. Luego, cuando lo tengamos, buscaremos la calidad en los pases y en la utilización de los espacios por las bandas”. No mintió en nada.
En el último mercado de pases de verano, Monaco gastó 40 millones de euros, muy lejos de los 106 de PSG. Sin embargo, está a punto de ser campeón de la Ligue 1 y alcanzó las semis de la Champions League, algo que el equipo parisino solo consiguió una vez y en 1998, mucho antes de la era Nasser Al-Khelaïfi. No hay mejor manera de probar que es mejor invertir en una idea clara que en nombres.
Monaco fue uno de los mejores equipos de la temporada europea. Su buen juego solo se puede comparar con el de Real Madrid, Juventus, Chelsea y Bayern Munich. Tiene una identidad muy clara, con algunas actuaciones individuales sobresalientes, aunque su mayor virtud es el juego colectivo. Jardim es el principal responsable de esto, pero el salto de calidad se dio gracias a la llegada de Cordón.
Danijel Subašic, arquero suplente de la Selección de Croacia en el último Mundial, es el titular indiscutido bajo los tres palos. En defensa, juega con una línea de cuatro, con dos laterales que pasan al ataque constantemente. El juego por las bandas es una de las principales características del equipo y eso es algo planeado, porque Benjamin Mendy y Djibril Sidibé fueron las incorporaciones más caras del verano. Con 22 y 24 años respectivamente, son dos de las grandes figuras del equipo, por dinámica y vocación ofensiva.
Otro de los fichajes fue el polaco Kamil Glik, marcador central titular junto al brasileño Jemerson. Quizás aquí está uno de los puntos bajos del equipo, porque son dos zagueros fuertes, pero que muchas veces quedan mal parados en un conjunto que siempre sale a atacar. En la Ligue 1 esto no se notó demasiado, pero sí contra rivales más importantes en la Champions.
En el centro del campo, las tareas defensivas las cubren Tiémoué Bakayoko y Fabinho. El brasileño ex Real Madrid que se formó como marcador de punta se complementa a la perfección con el joven francés, quien tiene un estilo similar al de N’Golo Kanté. Ambos aportan el equilibrio, lideran la presión media y son quienes cubren los espacios cuando los laterales se van al ataque al mismo tiempo.
En la izquierda, Thomas Lemar forma una dupla arrolladora con Sidibé. Es muy rápido y tiene gran técnica, casi tanta como Bernardo Silva, el fantasista del equipo. El portugués llegó a Monaco tras jugar solo un partido en Benfica y es una de las piezas clave para Jardim. Parte desde la derecha pero puede jugar por todo el frente de ataque. Es inteligente, preciso y habilidoso. Tiene cosas de los antiguos 10 pero dinámica moderna. Es uno de los jugadores más codiciados de Europa.
La delantera es una irresistible mezcla de experiencia y juventud. Para muchos, la carrera de Radamel Falcao García estaba terminada. En dos años solo había jugado un puñado de partidos y su experiencia en la Premier League fue pésima. Sin embargo, el colombiano mostró unas ganas de competir impresionantes y termina la temporada como el goleador de su equipo en la Ligue 1. Sus virtudes son las de siempre: sacrificio, olfato goleador y liderazgo emocional. A eso, este año, le sumó docencia. Porque su presencia fue fundamental para Kylian Mbappé, la gran aparición de la temporada en Europa.
Con 17 años, Mbappé comenzó la temporada como suplente, con expectativas modestas. Sin embargo, a fuerza de goles y atrevimiento se hizo un lugar entre los titulares y hoy el mundo habla de él. Lo han comparado con todos. Con Thierry Henry, con Karim Benzema, con Cristiano Ronaldo. Jugó las instancias definitorias de la Champions League como un veterano y eso es lo que lo destaca. Es potente, goleador y sabe resolver bajo presión. No tiene techo, pero las luces encandilan más a su edad.
De los once titulares habituales, solo el arquero, Glik y Falcao superan los 24 años. La columna vertebral, que le dicen. Es un equipo muy joven y con mucha experiencia. Que con buen juego y de manera natural, rompió la hegemonía del PSG de los millones.