Antes de la Copa del Mundo, la página oficial de la FIFA publicó un extenso y detallado artículo en el que explicaba, de forma muy pedagógica, cómo funcionan la Goal Line Technology (GLT), para determinar si la pelota entró en el arco o no, y la gran novedad de esta cita mundial, el VAR (Video Assistant Referee). En el último párrafo, luego de una buena cantidad de frases autorizadas, fotos, videos y gráficos, bajo el subtítulo “Proveedores de tecnología”, se lee:

“Asegurarse de que la tecnología en la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 ™ funcione a la perfección es una tarea muy compleja que requiere mucha planificación, coordinación y organización. Debido a esto, FIFA tiene múltiples proveedores de tecnología que son expertos en su campo para garantizar que la tecnología funcione correctamente”.

Las palabras clave son dos: “múltiples proveedores”. Punto y aparte después, la FIFA afirma, sin sonrojarse, que esos múltiples proveedores de tecnología son, ¿cuántos se imaginan que son? Apenas dos. Para el VAR, Crescent Comms (audio) y Hawk-Eye Innovations (video). Para el GLT: Hawk-Eye Innovations, otra vez. Y ahí termina el texto, sin dar cifras de esos acuerdos y sin afrontar la pequeñez de esa multitud de dos.

La historia de Hawk-Eye comenzó el siglo pasado. El sistema fue desarrollado en 1999 por una subsidiaria inglesa de Siemens. Paul Hawkins y David Sherry lo patentaron en 2001 y fundaron Hawk-Eye Innovations Ltd. Debutó siguiendo la trayectoria de la pelota en la televisación del cricket pero su enorme potencial era claro. Cinco años después la compró un grupo inversor liderado por el magnate Mark Getty. En ese 2006, la ATP comenzó a utilizarlo. Se hizo tan popular que ahora cuando se solicita la revisión de un pique se pide “el Ojo de Halcón” (Hawk-Eye).

En marzo de 2011, la empresa fue adquirida por la japonesa Sony, en una cifra no anunciada, poco después de que la FIFA confirmara nuevas pruebas para incorporar la GLT. El sistema debutó en el fútbol al año siguiente, en el Mundial de clubes que ganó Corinthians en tierra nipona. En 2013, le vendieron el mismo equipo a la Premier, la primera gran liga en incorporarlo, por 16 millones de dólares por cinco temporadas. Unos años después, la Liga inglesa también contrato el VAR.

Como subsidiaria de Sony, el valor de Hawk-Eye se multiplicó de 1.4 millones de dólares en 2010 a casi 19 millones a comienzos de 2016. Ahora, después de participar del Mundial suponemos que esa cifra es mucho mayor. Su tecnología, tanto el VAR como el GLT, la brindan hoy a más de 20 deportes en todo el planeta. En total, se calcula que el mercado de la tecnología aplicada al deporte genera ganancias anuales por 30 millones de euros.

La provechosa relación de Sony con FIFA lleva casi dos décadas de desarrollo. La empresa japonesa es sponsor oficial del Mundial desde Sudáfrica 2000. Sin embargo, en Brasil 2014, el último torneo de Blatter, confeso opositor del ingreso de la tecnología, Hawk-Eye perdió la licitación para brindar el servicio GLT a manos de la empresa germana GoalControl.

Desde que Alemania le ganó la final a Argentina en Río, la compañía teutona acumuló muchos problemas que le hicieron perder la carrera hacia la reciente Copa del Mundo. Por ejemplo, en enero, la Federación francesa canceló su contrato tras graves errores en dos partidos de la Copa de la Liga francesa. La tecnología de Hawk-Eye para el VAR tampoco es perfecta, como vimos en esa aberración geométrica que se uso para anular un gol del United en la FA Cup en febrero, pero tiene mejores contactos. La Premier no anuló su acuerdo y la FIFA los convocó para Rusia.

El VAR se utiliza de forma sostenida desde 2017, casi siempre bajo contrato de la empresa de Sony. Uno de los principales argumentos es que es más económico que el sistema GLT, que Hawk-Eye cobra 330 mil dólares por estadio en que se instala, porque aprovecha la infraestructura de la TV para funcionar. En mayo de ese año, después de evaluar a once empresas, el croata Zvonimir Boban, vicesecretario general de la FIFA, anunció un acuerdo para utilizar su sistema en el Mundial Sub20 de Corea del Sur, en la Copa de Confederaciones y en aquel Mundial de Clubes.

Por estos lados, Hawk-Eye también tienen su historia. La Conmebol los convocó para la Recopa 2018 entre Independiente y Gremio, tras el pobre antecedente de Mediapro en la semi de Libertadores 2017 entre Lanús y River, donde nunca quedó claro si falló el sistema o los que lo operaban. Ahora, estamos en pleno proceso de licitación para todos los torneos sudamericanos hasta 2019, incluida la Copa América de Brasil. La empresa de Sony es, por supuesto, la favorita.

El caso de Crescent Comms Ltd, el otro proveedor de FIFA en Rusia 2018, es bastante más opaco. En la web, hay muy poca información oficial. Desde antes del Mundial su sitio web, decorado con una imagen panorámica del interior del estadio olímpico de Berlín, está en proceso de rediseño. Los únicos datos disponibles son un teléfono y un mail. En Facebook abrieron su página cuatro días después de que empezó el Mundial. Y, luego de la final, no volvieron a publicar contenido. Su página en Linkedin tampoco cuenta mucho. Tiene apenas 10 seguidores y 6 empleados relacionados, entre ellos sus dueños. Aunque otro perfil, Crescent Communications, registra 50 trabajadores relacionados.

Según el registro público de empresas del Reino Unido la compañía está radicada en Bath y fue creada en 1987 pero cambió varias veces de razón social y de actividad. Primero se llamó Fluxhot Limited, al año pasó a llamarse PPD (Management Services) Ltd y en 2000 la bautizaron Crescent Marketing Ltd. Después del management y el marketing, recién en 2007, cuando Daniel Ryan y Jonathan Downey se hicieron cargo de la empresa, tomó su identidad actual de Proveedor Global de Comunicaciones y Servicios de Ingeniería Deportiva, como explica en este video promocional de ese año. Ambos, también comparten directorio en la empresa Rugby Reflink TLD, con dirección en el estadio de Twickenham, que se encarga de comunicar a los árbitros de rugbyen de todo el mundo en los torneos de más alto nivel.

Pareciera ser una pequeña pyme familiar, los Downey se repiten entre las autoridades y todos están radicados en Bath, pero el treintañero Ryan destaca, en su perfil en Linkedin, el alcance global de la compañía. Asegura que “tienen una red de ingenieros de audio altamente calificados en todo el mundo” y que dan servicios en más de 20 países en los más grandes eventos deportivos. Además, admite lo relevante que es para ellos este nuevo mercado del fútbol. Asegura que son el “líder mundial en sistemas de audio para el VAR” y afirma, con una redacción algo barroca, que “Crescent puede garantizar que sus federaciones se trasladen al VAR garantizando comunicaciones claras, efectivas y confiables”.

Mientras aún se discute si estamos a favor o en contra de la tecnología, si va a salvar al fútbol o va a arruinarlo; en modernos salones, desde Londres hasta Tokio, pasando por Zúrich, otras personas ya tomaron la decisión, hace rato. Y no estaban pensando, precisamente, en qué es lo más justo dentro de una cancha.