Justo ahora que el trío de Barcelona dio una muestra, futbolera y profesional, sobre los efectos del tedio humano, en EEUU la historia de moda, bien podría ser su reflejo amateur, es la de un adolescente, típicamente aburrido, que fue suspendido por la liga de fútbol colegial en la que jugaba luego de una larga, y desopilante, lista de incorrecciones.

Todo comenzó a circular, cuando no, en las redes sociales. Nick Garruto, así se llama el teen en cuestión, publicó en su cuenta de Twitter el mail que recibió de la North Side Co-Ed Soccer League en el que le informaban de su suspensión, por dos meses, debido a su reiterado “mal comportamiento” y sus constantes “faltas de respeto a la autoridad”.

Nick juega con la diez en el equipo de Westlake High School, un secundario en los suburbios de Cleveland. Así que algo la debe mover. Su equipo, además, es uno de los diez mejores del estado de Ohio, y no suele tener mucha oposición cada fin de semana en ese torneo estudiantil. Quizás esa sea una de las explicaciones para que Garruto, que practica varios deportes en su escuela –acá lo tienen nadando-, haya tenido tantas ganas de agregarle diversión a sus tardes de fútbol.

nickgarrutoLa lista de sus faltas es tan graciosa que se volvió viral.

En el partido del 6 de diciembre de 2015, Nick se negó a jugar con canilleras y fue advertido por “hablar por teléfono dentro del campo”.

Una semana después, volvió a negarse a las canilleras, festejó un gol simulando que disparaba una flecha con un arco –la gran Cavani básicamente– y “corrió dentro del arco mientras escondía una pelota en su camiseta”.

El 17 de diciembre, en otro partido, se sacó la remera en un festejo, jugó un rato con un sombrero de cowboy, se sentó en el banco de suplente rival y, claro, no quiso ponerse canilleras.

Ya este año, el 3 de enero, tuvo su día de furia. Hizo 14 goles cuando “el límite era tres goles por jugador” -así de buenos eran los rivales-, se fue expulsado, se puso otra camiseta e intentó volver a entrar a la cancha.

Siete días después, finalmente, se comportó. En el mail la liga se lo reconoce. “Seguiste todas las reglas”, le dicen.

Pero esa versión de Nick duró poco. A la semana se comió una banana mientras jugaba. Y dos semanas después, jugó en musculosa, alteró el tablero del estadio y festejó un gol simulando un parto con la pelota. Quizás esa vez fue demasiado lejos, ahí llegó la sanción.

Lo que está claro es que a Nick creatividad no le falta. Y que muchas cosas que hizo, la mayoría pavadas, ya se las vimos hacer en la tele a profesionales del balón. Parece que el fútbol es un espectáculo y, también, la mayoría de las veces, un embole. Pasa en el Camp Nou y en la canchita de un colegio.