Hay dos opciones: o bien Jorge Sampaoli nos engañó a todos con una trama planeada durante años en sus trabajos sucesivos de la U de Chile, la selección de Chile y Sevilla, o se traicionó por la causa que fuera cuando asumió el mando del seleccionado argentino. Porque él no era esto. Nunca lo fue. Jorge, ¿en qué te han convertido? Argentina no se parece a ninguno de sus equipos. No tiene su firma de presión alta y búsqueda de horizontalidad. No tiene su firma.
Sin embargo, es su equipo. Matizado porque es un grupo que dirigió durante apenas seis partidos oficiales. Pero ese matiz significaría en el mejor de los casos la búsqueda una dirección, una búsqueda mal ejecutada, con problemas para perfeccionarse, pero búsqueda al fin. Y no la hubo. Hubo idas y vueltas, dudas y un evidente respeto por los jugadores de una generación que parecía pedir paso a otra. Asomaron algunos nombres. Se quedaron por ahí.
En esta muy buena columna, el periodista Ariel Cristófalo señala una cuestión que parece fundamental: “A Sampaoli le gusta más el puesto que ocupa que sus propias ideas y nunca se dio cuenta de que justamente así se estaba condenando a sí mismo”.
Pero memoria de pez: Olvidemos lo que pasó. Empecemos desde cero y hagamos de cuenta que Sampaoli despierta hoy mismo de su hibernación y empieza a tomar decisiones. ¿Qué puede llegar a hacer, a esta altura? ¿Hablar con Mascherano? Le está dando indicaciones. No: está recibiendo indicaciones. ¿Y entonces, qué? ¿No hablarle, en público, mejor? ¿Es una marioneta del 5? ¿O tiene relación partida con el plantel? ¿Vestirse de traje otra vez, o con ropa deportiva? ¿Mostrarse mucho o más bien poco? ¿Hablar duro en conferencia, o bajar el tono?
El problema es que ya es tarde para cualquier cosa. Vamos paso por paso.
En el arco, por ejemplo, ¿qué puede hacer Sampaoli? Si lo pone a Armani, como parece, se traicionará doblemente. Primero, porque él quería imponer una forma de jugar desde el arco. Un hombre que juegue bien con los pies. Quizá no sea lo que quiera la mayoría, y con el resultado a la vista es más fácil descalificar. Pero era su idea. Era, justamente, una búsqueda que salió mal. Ahí había sustancia. También hubo un error severo que desmoronó a un equipo. ¿Y puede bancar a Caballero? Si lo hace, parecerá obcecado con lo que no funcionó, encaprichado. ¿Y entonces? Armani es el pedido popular aunque no juegue tan bien con los pies. Cederá, contradiciendo su primer instinto. ¿Guzmán no juega bien con los pies? Si llega a probarlo ahora, lo prenden fuego: no estaba ni en la lista de 23.
En la defensa, línea de cuatro, línea de tres, línea de cuatro, no se deciden ni los nombres ni la lógica detrás de esos nombres. Hay un poco de engaño en todo esto: si en el primer partido Salvio fue lateral, en el segundo partido también lo fue. Y en realidad, en ninguno de los dos fue lateral. Argentina siempre jugó con línea de tres, con un volante que se retrasaba un poco por la derecha. Esa era la idea de Sampaoli. La idea ahora se rompe. Escucha a los jugadores y pone línea de cuatro. Por eso iría Mercado en la banda, el único lateral derecho real que tiene la lista (no digan Ansaldi, por favor). Y dirán que le arman el equipo. Si, además, Rojo es el central, será puesto por la mesa chica de la Selección. Si es Fazio, existirá el problema de no haberlo puesto antes. Y también del perfil: siempre dijo el DT que prefería un segundo central zurdo.
En el mediocampo la cosa es todavía más confusa. Enzo Pérez, fuera de los 23 hace dos semanas, ahora es titular por partida doble. Había llegado ante la lesión de Lanzini porque Banega estaba mal físicamente. Banega, se ve que recuperado, entró un ratito bien contra Islandia, estuvo en el banco con Croacia (¿error?) y ahora vuelve para enfrentar a un equipo rápido. ¿Lo hará porque jugó un buen amistoso contra Nigeria, justamente? ¿O por presión de los futbolistas? Di María salió por rendimiento y ahora Di María entra. ¿Ponerlo puede ser una decisión del DT o una concesión? ¿Y no ponerlo sería una buena decisión? Contra Nigeria tuvo su mejor partido en el Mundial pasado. ¿Y Acuña, no fue de lo mejor de Argentina contra Croacia? ¿Y Meza, doblemente titular que mostró llegada en los dos partidos, no merecería una chance más? ¿Y Lo Celso, que jugó todos los amistosos? ¿Y la moto?
Pavón es otro tema, quizá en ataque, quizá en el medio, 4-4-2 o 4-3-3, siempre intentó, tiene desborde y desequilibrio. Era una apuesta del DT: muchos lo discutieron en la lista, ahora se lo pide de titular. Sampaoli nunca lo usó desde el arranque. ¿Ponerlo ahora sería un riesgo o un acierto? ¿Y Agüero por qué sale del equipo? No pareció mala su actuación en general e hizo el único gol en el torneo. Dicen que es por la fortaleza física de Higuaín para enfrentar a centrales grandes. ¿Y no necesita, entonces, velocidad para desequilibrarlos?
Por último, Messi. Contra Islandia tampoco tuvo un gran partido, sí mucha participación porque –como suele hacer- bajó hasta la mitad de cancha para quitarle la pelota de los pies a Mascherano. No jugó bien –y la tocó muy muy poco- contra Croacia, cuando lo intentaron dejar más arriba, acumulándole gente atrás. ¿Qué decisión se toma ahí?
Es importante plantear todo esto antes del partido con Nigeria, porque después parecerá oportunista y un poco descarado. La realidad es que si Argentina gana llegará el tren de los obsecuentes para decir que apareció el equipo, el temple, el espíritu de los subcampeones. Pero nadie hablará del DT. Porque ya está en duda incluso si es él quien arma el equipo.
La confusión es tal que cualquier decisión parece desacertada. Así no hay razón para pensar en un triunfo. Pero incluso si viene, será difícil encarar el resto del Mundial. Porque tomar un rumbo distinto será interpretado como una contradicción, y mantener lo que se hizo para este juego será tomado como una agachada ante un grupo de jugadores irreverente.