Aunque resulte difícil de digerir, a esta altura ya no nos parece increíble: la Asociación de Fútbol de Inglaterra (la famosa FA) evalúa seriamente vender el mítico estadio de Wembley, en el norte de Londres, acaso el más tradicional escenario futbolístico de todo el mundo.

La noticia es un poco vieja, pero viene tomando cada vez más fuerza en Inglaterra. Esta semana la discusión se transformó en un asunto nacional y llegó al parlamento inglés. Varios miembros de la FA pasaron por el recinto para explicar el futuro del estadio y lo que significará su venta. También hubo algunos, como el ex futbolista del Manchester United y la selección, Gary Neville, que declararon que la venta sería ridícula. Volveremos con esto más tarde.

¿Cuál es la oferta? 600 millones de libras, por parte de Shahid Khan, multimillonario dueño del Fulham y de los Jacksonville Jaguars, equipo de fútbol americano de la NFL. La oferta incluye otras 300 millones de libras por el negocio del “Club Wembley”, que manejaría también el nuevo propietario.

El panorama que se abre es de opciones casi infinitas. Primero se especuló con que Fulham, club londinense, podría mover su localía allí (aunque esto ya fue negado por los compradores, que sostendrían el tradicional estadio de Craven Cottage). Más tarde se habló de jugar partidos de temporada regular de NFL en Londres, e incluso lograr que los Jaguars se muden a la capital inglesa como base permanente. Por ahora, la promesa es mantener Wembley como sede de los partidos más importantes del fútbol inglés.

El dinero -prometen- es para desarrollar infraestructura de fútbol amateur y desarrollo de nuevos valores futbolísticos para garantizar el futuro de la asociación y del seleccionado inglés. Según esta nota del diario Guardian, el dinero llegaría a 1000 millones de libras, incluída una financiación de 70 millones de libras por año garantizadas para la Asociación. El ingreso de ese capital aseguraría la bonanza de la FA durante una década. Algunos grandes referentes, como Gary Lineker, se mostraron de acuerdo con la iniciativa. 

Gary Neville, a quien nombramos más temprano, propuso que se cobre un impuesto a los agentes FIFA para juntar ese dinero y evitar la venta. “Esa es plata que desaparece del fútbol. Con una tasa de 25 por ciento juntan 70 millones por año”, declaró. Los clubes de Premier pagaron 211 millones a agentes intermediarios durante el último año. Neville fue aún más lejos: “No vendan Wembley. Hagan lo que hagan, no vendan Wembley. 70 millones es una miseria para los clubes de primer nivel de nuestro fútbol. Y es una miseria para el gobierno”. 

En esta otra nota se aclara que aunque la oferta de contado es de 600 millones, el valor de remodelar el estadio (prácticamente reconstruirlo), hace 20 años, fue de 757 millones. Si se ajusta esa cifra con la modesta inflación inglesa, el costo da bastante por encima de las 1000 millones de libras.

Por su parte, en este artículo del mismo periódico aparecen diferentes números de costo de construcción y de pago. No nos parece sorpresivo: aprendimos de la experiencia que cuando hay tanta confusión numérica es porque no hay transparencia en la operación. La confusión es forzada e intencional. 

Cabe aclarar que la FA todavía debe buena parte de la plata que se usó para aquella la construcción. Una agencia gubernamental llamada Sport England puso casi la mitad de ese dinero, y la FA mantiene una deuda de 113 millones que recién saldaría en 2024. Eso hace que Sport England tenga que dar legalmente el visto bueno para la venta del estadio, cosa que es prácticamente un hecho.

Los argumento en pos de la privatización son los habituales. “Los nuevos dueños podrán desarrollar el estadio en todo su potencial”. “Con dinero fresco se podrá cuidar de la manera que merece este icono del deporte inglés”. “El financiamiento de nuestras bases permitirá un mayor desarrollo deportivo financiado con las arcas de la FA”.

Nosotros preferimos pensarlo como vender la casa en que vivimos. Puede que el dueño nuevo la pinte, arregle esa gotera molesta y pague las expensas a tiempo. Yo recibo la plata de la venta y con eso pago un montón de alquileres. A lo mejor me compro un auto y todo. Una tele. Estoy más holgado para pagar las compras.

Pero la casa ya no es mía.