Marcelo Bielsa resulta algo hipnótico en su discurso porque no habla cuando habla, sino que escribe. Larga parrafadas con oraciones subordinadas y lo mejor no es escucharlo, ni siquiera leerlo, sino releerlo.

Bielsa escribió al micrófono, en una sala que compartió en Brasil con Tite y con Fabio Capello -dos nenes de cuidado-, y fiel a su costumbre de orador, fue la figura por sobre el actual técnico de la selección del país anfitrión de la charla y de un tipo que hizo del triunfo la marca natural de su fútbol. Nosotros apenas vamos a transcribirlo, acá abajo. Para que el registro escrito trascienda su oralidad. Y vamos a intentar no contaminar mucho sus ideas.

Solo queremos dejar claras un par de pautas de lectura.

La primera es que el rosarino parece hablar mucho de sí mismo: perseguido por la noción de fracaso, construye una cosmovisión como respuesta permanente a las criticas perpetuadas que recibió tras el Mundial de Corea y Japón. Ortega persiguiendo a Roberto Carlos, y demás. Se adelanta a responder todas las discusiones que habrá en nuestra cuenta de Facebook.

La segunda es que el filosofo Louis Althusser escribió que la escuela y la familia eran los pilares que transmitían la ideología dominante en el siglo XX, y que Bielsa da por muerta esa noción a manos de los medios de comunicación en el siglo XXI. Y posiblemente tenga razón.

La tercera es que así como Borges aseguraba que había cuatro historias en la literatura universal, narradas de manera distinta, para Bielsa hay un total de diez esquemas tácticos en el devenir del fútbol mundial.

A veces, muchas veces, nos parece que este señor no necesita hacer nada en una cancha para enamorarnos. Hay que ser Bielsista de la línea de cal para afuera.


“La palabra y el ejemplo son los caminos que tenemos para convencer al jugador, y el contacto diario. Pero resulta que el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad ya no son más las escuelas, son los medios de comunicación. Porque los medios de comunicación influyen más que la familia y que la escuela, que son los elementos genuinos de formación. Es una vergüenza que los medios de comunicación eduquen a la gente. Porque los medios de comunicación tienen intereses específicos, y la educación tiene intereses diferentes a los medios de comunicación, y la familia tiene expectativas diferentes a los medios de comunicación. Entonces, ¿por qué digo esto? Porque usted, el mismo argumento que se utiliza para amplificar un comportamiento en la victoria es el mismo que se utiliza para condenar el comportamiento en la derrota. Y lo traduzco: si Neymar recupera la pelota, contraatacamos y hacemos un gol, y ganamos ocho partidos seguidos, mirá lo domesticó a Neymar, hizo que Neymar fuera colectivo en lugar de individual. Pero el día que pierda, este burro, en vez de hacerlo jugar a Neymar al lado del arco lo hace perseguir al marcador de punta rival. Y eso, es la especialidad de los medios de comunicación. Los medios de comunicación se especializan en pervertir a los seres humanos según victoria o derrota. Y esto donde se verifica… (APLAUSO). Lo último que yo aspiraba era generar esto. Les explico por qué, porque si estamos de acuerdo, ¿cómo lo permitimos?”

“Yo soy un entrenador que en líneas generales no ha tenido éxito, lo demuestra mi currículum. En pocas oportunidades, salvo en la selección argentina le diría, me tocó dirigir equipos de elite. Entonces, necesariamente el trabajo me reclamó intervenir más en el crecimiento del equipo y el crecimiento del jugador. Es decir, cuando usted tiene grandes jugadores es suficiente con no molestarlos demasiado, me entiende. Cuando usted no tiene grandes jugadores tiene que intervenir para desarrollarlos. Ahora, no hay nada que uno pueda priorizar en la forma de ejercer su oficio que omita que ganar es indispensable, es el eje de la intervención. No haber ganado lo vivo como un fracaso, no es que digo: ‘Ah, yo gané muy poco pero hice tal o cual cosa’. No, yo gané muy poco. No pude ganar”.

“Fui un jugador frustrado y soy un apasionado por este deporte. Todo lo que pasa cuando veo la repercusión que el fútbol tiene en la sociedad de Brasil, esa pasión me conmueve”.

“Yo sé que los esquemas tácticos son diez. No existen más que diez. Sé que son diez porque hace treinta años que veo fútbol. Siempre registro cómo están los jugadores posicionados y como vi 50.000 juegos en los últimos años, sé que los esquemas tácticos son diez”.

“Yo creo que Sampaoli no es un discípulo mío. Primero, porque esa palabra no la compatibilizo conmigo. Y segundo, porque en realidad yo he notado que él es mejor que yo, y no se lo digo por falsa modestia. Mire, una de las virtudes de los entrenadores es la flexibilidad, es decir, no enamorarse de su propia idea. Pero a su vez, uno tiene que enamorarse para convencer, porque si no cree a muerte… Entonces hay una mezcla de humildad, para no ser soberbio y no cambiar de idea, y una necesidad de convicción para defender las ideas que elijo. Yo no cedo en mis ideas, y no lo digo como una virtud, lo digo como un defecto. Sampaoli sí cede en sus ideas porque tiene un poder de adaptación que yo no tengo. Eso lo hace mejor que yo, indudablemente, ¿me entiende? Porque él ha resuelto cosas concediendo a la posición original de partida, y yo he sacrificado cosas por no conceder a mi forma de interpretar mi oficio. Entonces, decididamente creo que él es mejor -y no lo digo por falsa modestia-, y que no lo considero un discípulo porque el tiene ideas que representan una escuela comparable con las ideas que tengo yo. Y, desde mi óptica imparcial mejor que la que tengo yo. Yo no podría hacer lo que él hace”.