Una causa justa levantada por quien se autoproclama vicepresidente del mundo, es difícil de digerir. Sería como enterarnos ahora que George W. Bush cumple tareas sociales en Irak. La actitud siempre parecerá demagógica, sospechosa de toda sospecha. Julio Grondona rescindió el contrato más importante de los cinco que lo unían al Grupo Clarín y a Torneos y Competencias desde hacía dieciocho años. No fue el ex presidente Néstor Kirchner aunque la idea se le atribuya. Fue el patriarca de Sarandí, el mismo que en 1999 reculó en una situación semejante: Daniel Lalín, pionero en quiebras como la de Racing, había arrimado una oferta superadora a la que estaba vigente por los derechos de TV. Varios años después, también rechazaría otra propuesta que acercó Carlos Ávila, el ex zar de TyC, por 600 millones de pesos. Igualita a la que acaba de cerrar con el Sistema Nacional de Medios Públicos.
Tan asombroso resultó el anuncio de la ruptura, que Ernesto Cherquis Bialo, el vocero de la AFA, con su proverbial histrionismo, dijo las palabras mágicas: “Voy a comunicarlo in pectore: vengo a comentarles en el nombre del Comité Ejecutivo de la AFA, que el vínculo con la empresa que hasta aquí ha comercializado los derechos, acaba de finalizar”. Se trata del mismo periodista que solía señalar desde el llano que “en el periodismo deportivo nadie puede hablar en contra del gobierno de la AFA ni de sus integrantes porque no labura más”. Su transformismo es un símbolo de lo que pasó. La jugada que armaron entre el gobierno nacional y ese ministerio de Viamonte 1366 donde el Jefe de Gabinete es el mismo desde el 6 de abril de 1979, dejó a muchos boqueando. Casi nadie se la esperaba.
De Stéfano desmintió estar a sueldo de TyC, aunque Ávila dijo que cuando él estaba en la empresa, le pagaban como asesor.
Como en algunas guerras preventivas, el conflicto tuvo un disparador que hoy parece trivial: un reclamo por 40 millones de pesos que Agremiados le hizo a los clubes. Esa amenaza de huelga, comparada con lo que vendría después, sería una escaramuza. También el ataque con piedras y palos contra la AFA, cuya autoría Grondona le atribuyó a Juan De Stéfano, otro ex presidente de Racing. Un hecho aparentemente aislado, producto de la inquina que se tienen los dos dirigentes de Avellaneda. De Stéfano desmintió estar a sueldo de TyC, aunque Ávila dijo que cuando él estaba en la empresa, le pagaban como asesor.
Vale todo, de los dos lados. Clarín, que ha hecho escuela sumergiéndose en el fango de las noticias, utilizaría sus páginas contra la curiosa alianza entre el gobierno nacional y el vicepresidente del mundo. “Denuncian que Kirchner ahora se mete con el fútbol”, tituló. Casi preguntándose: ¿con nosotros?, cuando aún no era oficial la ruptura del contrato con Televisión Satelital Codificada (TSC), la empresa que había dispuesto pagar 212 millones de pesos por los derechos de TV de los diez partidos de Primera División en la temporada 2009-2010. Ya era demasiado tarde. Venía asomando otro fútbol para el Bicentenario. TSC es una sociedad que se reparten por partes iguales la productora TyC y el Grupo económico que encabeza Héctor Magnetto. La asimetría de sus integrantes, que hace muy visible cómo las decisiones trascendentes las toma Clarín, no impidió que muchos periodistas confundieran sus siglas. Y que se informara Torneos y Competencias allí donde debía decirse o escribirse Televisión Satelital Codificada, a cuyo frente está Leonardo Ellenberg. Se trata del empresario que invitó por carta a los presidentes de los clubes a una reunión que nunca se concretó. Grondona había anticipado esa movida, le ordenó a su tropa que no concurriera y se anotó una victoria inicial. Esé fue el primer acto donde Clarín quedó desairado públicamente. Marcelo Bombau, el presidente de TyC, salió a dar la cara por la sociedad en los medios. Y pidió la intervención de la Embajada de Estados Unidos. Internacionalizó el pleito porque dos de los dueños de Torneos son yanquis: DirecTV y Fred Vierra, con un 33,20 y un 26,56% respectivamente.
La antigua diáspora de TyC, que incluye una pelea a las trompadas entre Ávila y Luis Nofal – éste tiene el 23,53% de la compañía -, parece un juego de niños comparada con la puja que se aproxima por los derechos televisivos entre empresarios oficialistas y adversarios del gobierno.
Daniel Eduardo Vila, el presidente del club Independiente Rivadavia de Mendoza y accionista de América 2 y Supercanal Holding SA, pretendía quedarse con los de la B Nacional. Por ahora no resultó posible porque la AFA mantiene ese contrato específico con TSC (al igual que el de la B Metropolitana y el del programa Fútbol de Primera). En el pasado, el empresario mendocino demandó a la mismísima Ernestina Herrera de Noble y a Multicanal, antes de que se fusionara con Cablevisión. Además, hizo juicios contra TSC y Tele Red Imagen SA (Trisa) como operador de cable. Su relación comercial con Francisco De Narváez y José Luis Manzano, dos rivales de los Kirchner, es de vieja data. En la vereda opuesta se ubica el grupo Telefónica, propietario de Telefé, uno de los posicionados en esta carrera por los derechos que se licitarán y beneficiario de la política oficial. Y Daniel Hadad, que controla C5N, a quien se le atribuye interés en el negocio que acaba de abrirse. Está claro que el trazo grueso del fútbol pasará por Canal 7, donde su jefe de Deportes, Carlos Asnaghi, comenzó a armar –no sin dificultades el equipo de periodistas para las primeras transmisiones.
La antigua diáspora de TyC, que incluye una pelea a las trompadas entre Ávila y Luis Nofal –éste tiene el 23,53% de la compañía-, parece un juego de niños comparada con la puja que se aproxima por los derechos televisivos entre empresarios oficialistas y adversarios del gobierno.
Los colegas que trabajan en Torneos y Competencias desde sus comienzos o al menos hace dos décadas no parecen demasiado interesados en cambiar de empresa. Una especie de premio consuelo para TyC, además de los contratos que conservó junto a Clarín por los dos campeonatos del Ascenso. Podrá seguirlos transmitiendo por la señal TyC Sports, que cumplió quince años. Por ellos paga 42 millones de pesos anuales, más 14 por el devaluado Fútbol de Primera. Otro activo sustancial para la sociedad que Ávila creó con la venia de Grondona allá por 1985, son los derechos de los Mundiales. “Es la única productora en el mundo que los tiene. En otros países son de las televisoras estatales o privadas”, recordó el empresario lanzado como candidato a presidente de River.
La caída del acuerdo principal con la AFA, que demandará juicios millonarios cruzados, no garantiza la estabilidad de todos en la compañía. “Hasta diciembre”, le puso plazo fijo un vocero calificado de TyC que, además confesó: “Nosotros quedamos peor parados que Clarín. Ellos tienen los cables”.
El contrato que rescindió Grondona es la suma de varios que fueron sufriendo ampliaciones o actualizaciones a lo largo de dieciocho años, entre el 19 de abril de 1991 y el 22 de junio de 2007, cuando se firmó el último entre la AFA y TSC. El fútbol primero cedió un partido los viernes, después otro los sábados, más tarde uno que jugarían los denominados equipos de menor convocatoria y así, sucesivamente, hasta entregar los diez que se disputan por fecha. Ávila, el 22 de diciembre de 1997, le había servido en bandeja el negocio a Clarín mediante un contrato entre TyC y TSC por el cual le cedía sus derechos televisivos. A tal punto se confundieron las dos siglas en una sola compañía –sinergia empresaria, que le dicen– que el socio mayor le pidió a Torneos que cambiara de nombre porque se confundía con la señal TyC Sports, un canal de entretenimiento donde cuestionar a Grondona era pasible de castigo.
Las imágenes del juego eran secuestradas hasta el domingo a las 10 de la noche y en su reemplazo nos conformaban con retratos de hinchas y tribunas. Los que podían pagar por esa pantalla transformada en ridículo tapiz, ya no necesitarán irse hasta un bar o pagar el pay per view.
Don Julio, por su traición, ahora se escribe con Jota, pero de Judas. La pelea de fondo entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y Clarín sirvió como telón de fondo a la caída de un negocio monopólico donde las imágenes del juego eran secuestradas hasta el domingo a las 10 de la noche y en su reemplazo nos conformaban con retratos de hinchas y tribunas. Los que podían pagar por esa pantalla transformada en ridículo tapiz, ya no necesitarán irse hasta un bar o pagar el pay per view.
Grondona y sus amanuenses lo hicieron posible. Los que quebraron, concursaron o privatizaron clubes. Los que firmaron un comunicado que mueve a risa: “No se trata de justos y pecadores. Tampoco de clubes bien administrados y mal administrados…” Se trata, sí, de que “nos mean y la prensa dice que llueve”, como citara alguna vez Eduardo Galeano. Hace dieciocho años que en el fútbol nos vienen meando todos. Absolutamente.