1.
Hace ya cuatro años. En aquella oscura tarde de invierno era palpable el clima de rebelión. Los dirigentes de los clubes más encumbrados del máximo certamen en importancia organizado por el Consejo Federal, en ese entonces llamado Torneo Argentino A, bajaron raudos del quinto piso del edificio de Viamonte 1366. Caminaron los cincuenta metros que separan las inmediaciones de la AFA del café de la esquina con la fuerza de quien está dispuesto a cambiar su destino. Se los veía discutir airadamente. Al tiempo que respiraban el aire impuro de las injusticias, analizaban las estrategias para llevar adelante sus reclamos. El mensaje que les habían dejado en la reunión era claro: el Consejo Federal no iba a aportarles más de 20 mil pesos por mes a los clubes de la categoría. La divisional hermana, la B Metropolitana, televisión de por medio pero debiendo recorrer una cantidad de kilómetros infinitesimal en comparación, recibía 120 mil.
Si bien puntualmente este conflicto tuvo relevancia en el ámbito del fútbol del interior, lo más significativo del caso es que desnuda de cuerpo entero el accionar de Julio Grondona y el Consejo Federal. Rubén González, en ese entonces vicepresidente de Juventud Antoniana de Salta, escupió sus palabras con una mezcla perfecta de bronca y desilusión: “La reunión fue bastante dura. Nuestros tres representantes, uno por cada zona, estuvieron reunidos por espacio de una hora y treinta con don Grondona y la verdad que fue únicamente un monólogo de él, diciendo que no va a ser presionado por los clubes del Argentino A en la búsqueda de recursos. Esto no pasa por una presión, es una necesidad, estamos endeudados. Además, nosotros fuimos coaccionados a emitir una nota vía liga en donde corroboremos o no nuestra participación. Esto ha tocado la dignidad de nuestros clubes. No hablo por mí sino por todos, porque todos sentimos lo mismo. Los 24 clubes que representamos a 12 provincias de nuestro país nos sentimos ultrajados”.
“No nos sentimos representados por el Consejo Federal ni tampoco por las ligas, que hoy hicieron caso omiso a nuestros pedidos. La relación está rota con ellos y también con Julio Grondona”, amplió el dirigente. Omar Sperdutti, presidente de Deportivo Maipú de Mendoza, lo secundó a González e hizo un análisis crudo y duro: “No les importan un carajo los clubes del interior, siempre es lo mismo, venimos dos o tres días, gastamos en pasajes aéreos, estadía y tienen todo digitado. Una vergüenza: hay clubes que no pueden afrontar este torneo y no les importó nada. Es un negocio político donde los dirigentes de AFA tienen sus beneficios y sólo ayudan a los clubes amigos de Grondona”. El directivo antoniano ahondó en un recurso del Consejo Federal para estrujar la humanidad de los representantes de los clubes montados en queja: “Hoy ya se está hablando de que clubes del Argentino B serán invitados, se habla de nombres para suplantarnos. Grondona dijo claramente que a él le importa un carajo si los clubes del Argentino A participan o no. Son palabras de él”.
Todos coincidieron en las palabras textuales que pronunció el presidente de AFA y el Consejo Federal. Todos coincidieron, también, en continuar por la digna senda del pedido masivo, hartos de ser agraviados. “Seguiremos unidos, esto no nos va a desmembrar. Vamos a estar más unidos que nunca”, prometieron. Pero, lamentablemente, esta no es la historia de una rebelión con final feliz. Esta es la crónica de la revolución que no fue. Julio Humberto Grondona en persona se encargó, días más tarde, de desbaratarla y de sabotear la comunión que existía en el grupo de dirigentes de 12 provincias que se atrevieron a luchar por una causa íntegra. En su siguiente monólogo, Julio de Sarandí les marcó la cancha con tirana autoridad. “Grondona tenía un papel y les iba diciendo a los clubes: ‘Vos me debés tanto. ¿Vas a pagar esta semana o no jugás?’”, relató el suceso días más tarde uno de los dirigentes, desde el anonimato esperable. Los representantes de los clubes del Argentino A salieron de la reunión diciendo que “Don Julio se puso la camiseta del interior”, aún cuando sus objetivos primeros estaban lejos de haberse cumplido. La revolución había fracasado.
2.
Apenas 48 equipos participaron del Argentino B 2010/11, contra 136 que disputaron la última edición, la 2013/14. En la segunda mitad del 2010, AFA señaló en su balance que entregó créditos a las ligas del interior por el monto de $5.373.682,75. Mientras que en la misma época de 2013, apenas tres años después, la suma que les acreditó fue de $21.318.584,35. Cuadruplicó la cifra en un tiempo considerablemente corto. Esto explica cómo la política de invitaciones y de incrementar los cupos del Argentino B, y a partir de ahora también del A, es una maniobra que apunta, entre otras cosas, a acrecentar el dominio que el Consejo Federal tiene sobre ligas y clubes, a través de la economía, como se vio en la extorsión recién narrada.
En los torneos de transición que se iniciarán el 24 de agosto (Federal A, antes Argentino A) y el 7 de septiembre (Federal B), tendrán rodaje 40 y 130 equipos, respectivamente. Los créditos crecen a la par, las deudas de los clubes se reproducen y su atadura a los mandamientos del organismo ejecutivo los aprisiona hasta el silencio.
3.
“Te cuento pero prefiero mantener mi nombre y el del club en reserva porque una vez los critiqué y la siguiente vez que fui a la AFA no me dijeron nada. Pero en la puerta de la sala habían pegado con una cinta una hoja impresa en la que estaban mis declaraciones”. La revelación sin dueño es del presidente de una institución de renombre en el Argentino B, en 2012. Años después de la pelea perdida con la cúpula que dirige las riendas de los campeonatos más federales, es imposible pensar en un reclamo organizado. El arte de la intimidación excluyó de raíz el planteo de objeciones de cualquier índole. Las reivindicaciones fueron desterradas incluso de la imaginación de muchos.
4.
“Nosotros nos atenemos al estatuto”, es la soberbia respuesta de los hombres del Consejo para explicar muchas de sus decisiones arbitrarias. Si bien en algunos casos hasta sus propias reglas se ven violadas ante los volátiles procederes, es cierto que para extinguir una protesta se pueden amparar en su reglamento. Aunque suene y sea increíble. Un artículo del reglamento del Consejo Federal autoriza a este organismo a sancionar a ligas y clubes “inclusive con desafiliación o expulsión, según la gravedad del caso”. Ese es el castigo en el que pueden incurrir quienes se atrevan a “protestar públicamente o provocar la intervención de autoridades administrativas u organismos extraños a la A.F.A., en los diferendos que se les susciten con el Consejo Federal y demás autoridades de la Asociación” (artículo 12 de “Obligaciones de Ligas y Clubes”, inciso XXVIII, Reglamento del Consejo Federal, año 2011). La otra contingencia que, según prevé el reglamento, puede significar incurrir en penalidades, es la de “quebrantar la disciplina y buena armonía, ni crear directa o indirectamente situaciones de agravio general o individual” (artículo 12 de “Obligaciones de Ligas y Clubes”, inciso XXV, Reglamento del Consejo Federal, año 2011). Lo inaudito de esta norma atraviesa la historia completa del órgano ejecutivo de AFA que conduce el fútbol del interior. La prohibición de criticar integró el artículo 26 de la Memoria y Balance del Consejo Federal de 1935, año de su creación. En aquel momento, Chaco, Chubut y Misiones presentaron cada uno su asociación “de football” aún cuando no habían sido provincializadas. Tenían el carácter de territorio argentino. Ochenta años después, pocos recuerdan la tardía incorporación de esas zonas geográficas a la nómina de provincias de nuestra república, y ya las tres tuvieron equipos en primera o segunda división del fútbol nacional. El artículo que reprime y amenaza a clubes y ligas, en tanto, apenas si ha sufrido el cambio de una coma. Pero su sentido coercitivo permanece intacto.
5.
“Los Clubes y Ligas del Interior del país expresan su total e irrestricto respaldo al Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Señor Julio Humberto Grondona”. Así empezaba la solicitada del domingo 1 de junio de 2014, titulada “Para los que quieren Fútbol para Pocos en lugar de Fútbol para Todos” e impresa en los diarios de mayor tirada del país. Escudándose en el fútbol del interior, AFA se autoapoyó y respaldó a su mandamás. Fue en el marco de la investigación por el manejo de los fondos del Fútbol para Todos. Disfrazó la solicitada como si hubiese sido una iniciativa de los clubes de las provincias.
Termina diciendo que “los firmantes de ésta solicitada que representamos al Fútbol Argentino todo, nos solidarizamos con nuestro Presidente, Don Julio Humberto Grondona, respecto de su honor, su decencia y su dignidad en todos los actos de su función y de la vida”. Y abajo indica que adhirieron a la iniciativa los clubes metropolitanos, además de una inmensa cantidad de ligas.
No sólo ocurrió que la solicitada fue un emprendimiento de la propia AFA, sino que algunos de los titulares de las ligas firmantes no sabían bien siquiera de qué se trataba la publicación. El presidente de una liga bonaerense explicó cómo fue: “Nos mandaron un fax a la liga. Nos pidieron apoyo y nosotros contestamos que adheríamos. Pero te soy sincero, no la pude leer”.
AFA solicitó apoyo. Negárselo es, para la inmensa mayoría de clubes y ligas, un suicidio. Por lo tanto continuarán cediendo su nombre para respaldar públicamente las causas que la cúpula disponga.
LA SUCESIÓN DE GRONDONA EN EL CONSEJO FEDERAL
Julio Grondona dirigió el Consejo Federal desde que se puso al frente de la AFA, en 1979, hasta el día de su muerte. El dirigente al que más ponderó en la parte más federal de su gestión fue Álvaro Manuel Castro.
Castro fue presidente ejecutivo del Consejo Federal, vicepresidente de Arsenal de Sarandí, dirigente de Independiente de Avellaneda, miembro de la Comisión de Relaciones Públicas de la Confederación Sudamericana de Fútbol, asesor presidencial de Julio Grondona y uno de sus mayores amigos. Hicieron carrera juntos; por supuesto que no son casuales los nexos entre las instituciones en las que ambos ejercieron el poder. Álvaro fue incluso amigo de Nélida Pariani, la mujer de Julio.
La muerte de Álvaro Castro a comienzos de enero del 2009, a los 81 años, dejó al Consejo sin su máxima autoridad ejecutiva. Si bien Grondona jamás dejó de tomar decisiones importantes en el quinto piso de AFA, la desaparición física de su ladero significó un notable cambio de rumbo en la entidad madre de tres mil clubes argentinos. Llegó a la presidencia ejecutiva Gustavo Ángel Ceresa. Mientras que Castro había tenido una trayectoria fuertemente asociada al fútbol metropolitano, su reemplazante fue un hombre del interior.
El pujante dirigente, por aquel entonces de 47 años y oriundo de la localidad de Ayacucho, Buenos Aires, había estado al mando de la Liga Ayacuchense de Fútbol y sido Presidente de la Federación de Ligas del Este de la Provincia de Buenos Aires. La Federación del Este nuclea a 30 ligas, entre ellas algunas muy importantes, como las de La Plata, Tandil, Mar del Plata y Pergamino. Ceresa fue representante de la Región Bonaerense Interior en el Consejo Federal, y desde allí construyó la confianza que Grondona le devolvió en 2004, cuando lo ubicó como vicepresidente 1º de la casa central del fútbol del interior. Tiempo antes del fallecimiento de Álvaro Castro, ya avanzado en edad, el ayacuchense había empezado a volar y a hacer sentir su impronta. Así fue como, cuando el sillón quedó libre, el dedo de Julio señaló sin temblar a Gustavo Ceresa, quien llegó al máximo escalafón de inmediato, sin siquiera la aprobación del Comité Ejecutivo, “para no entorpecer las tareas dirigenciales”, según explicó la web oficial de AFA en ese momento.
Acompañado por el vicepresidente 1º Jorge Roberto Fernández –abogado tandilense, presidente de la Liga Marplatense de Fútbol y asesor letrado del Consejo Federal- y el secretario general Alfredo Derito –presidente de la Liga Sanjuanina de Fútbol-, Gustavo Ceresa comanda el Consejo Federal con un vasto conocimiento del fútbol del interior, pero utilizando los métodos de coerción que mamó de Julio Humberto Grondona. El pope ha muerto, pero su escuela dejó pupilos que impedirán que alguno lo extrañe. Luis Segura, actual presidente de AFA, y quien comande la Asociación del Fútbol Argentino en el futuro, respetarán a sobremanera, por desconocimiento en la materia, el entramado del poder en el fútbol chacarero. Y elogiarán, sin lugar a dudas, su aparato silenciador.