diego 350En realidad, la gente que iba a ver a Argentinos me conocía, pero no por el nombre. Resulta que un día yo estaba de alcanzapelotas en un partido de primera, y al vivo de Francis se le ocurrió tirarme una en el entretiempo, para que empezara a hacer jueguito. Yo la recibí y empecé a darle, como siempre: empeine, muslo, taco, cabeza, hombro, espalda, dale que dale. Francis, vivo, insisto, me empezó a arrear para el centro de la cancha. A mí me daba vergüenza, porque los otros chicos no me podían seguir y me daba cuenta de que la gente ya me estaba mirando. Empezaron a aplaudir y se hizo un clásico. Pero lo más lindo fue una vez en un Argentinos-Boca, en 1970 en la cancha de Vélez. Hay que imaginarse que nosotros jugábamos toda la semana con una pelota rota, un desastre, así que cuando llegaba el domingo y veíamos las Pintier oficiales de los partidos de primera, nos brillaban los ojitos… En el entretiempo nos poníamos a jugar. En una de ésas yo le pego de afuera del área, la pelota rebota y le da en la cabeza a Don Yayo*, que estaba al lado del arco. A la gente le llamó la atención y se empezó a reír. Don Yayo me devolvió la pelota y yo empecé con el jueguito, tac-tac-tac-tac, y la gente empezó a aplaudir, a aplaudir, volvieron los de primera, el referí, y la gente empezó a gritar: ¡Que-se-que-de, que-se-que-de, que-se-que-de, que-se-que-de! Era toda la gente: la de Argentinos, pero más todavía la de Boca, la de Boca… Ese es uno de los recuerdos más lindos que tengo de ellos. Creo que ahí empecé a sentir lo que siento ahora por Boca, ya sabía que algún día nos encontraríamos.

*José Emilio Trotta, ayudante de Francisco Cornejo, el creador de Los Cebollitas.

Fuente: Yo soy El Diego de la gente – Editorial Planeta – 2000