“Mi nombre es Mark Clattenburg. Soy de una ciudad llamada Newcastle. Cualquiera que conozca bien Inglaterra sabe que tenemos el mejor equipo del país. Hace poco me votaron como el mejor árbitro del mundo (en los Globe Soccer Awards entregados en Dubai), por lo tanto traigo una riqueza de conocimientos y una pasión por mejorar el arbitraje aquí en Arabia Saudita”. Así se presentó este inglés, confeso hincha de las Urracas de Rafa Benítez, ante los periodistas árabes que fueron a Yeda a cubrir su presentación como jefe del arbitraje de la Federación de Fútbol saudita.
Mientras los chinos compran futbolistas, los árabes también contratan árbitros. Clattenburg, que en 2016 impartió justicia en la final de la Champions y de la Euro, reemplazará en el cargo a otro inglés, Howard Webb, ese pelado que no quiso expulsar a De Jong en la final del Mundial Sudáfrica 2010. Pero, a diferencia de Webb, el liderazgo de Clattenburg no será solo teórico sino que también arbitrará partidos de la Liga local. “Estoy muy contento por esta emocionante oportunidad de apoyar y educar a los árbitros, utilizar mi experiencia en arbitrar algunos partidos y traer árbitros de otros países alrededor del mundo para mejorar el estándar aquí”, agregó en la presentación.
Esta vez, parece, Pierluigi Collina no tuvo nada que ver. Hace unos meses, Clattenburg cortó una llamada y apoyó su teléfono todavía incrédulo. El italiano, referente en el Comité arbitral de la UEFA, acababa de anunciarle que sería el árbitro de la final de la UEFA Champions League 2016, que Atlético y Real Madrid definieron en el estadio Giuseppe Meazza de Milán.
Mike Riley, jefe de los árbitros en la Premier, se mostró orgulloso por la designación y elogió una de las cualidades de Clattenburg. “Mark tiene el respeto de los jugadores, los directivos y sus pares”, aseguró en público. Con su partida a Arabia, también improvisó unas palabras amables. En privado, sin embargo, dice otras cosas. La relación de Clattenburg con la dirigencia arbitral británica no es buena hace tiempo. En Inglaterra, afirman que ese fue uno de los motivos por los que decidió escuchar las ofertas que recibió de Medio Oriente, China y Estados Unidos. Los más de 500 mil dólares anuales de contrato deben haber influido, también.
A los 41 años, y sin el apoyo de su gremio, Clattenburg entiende que esta oportunidad es única. Como el año pasado, en las grandes citas europeas, lo asume como una prueba personal y una responsabilidad colectiva. “Estaba pasmado cuando me llamó Collina”, contó. “Pasmado pero absolutamente encantado. Será un gran desafío pero uno que estoy esperando con fuerza. Voy a representar a mi país y a los 27 mil árbitros en Inglaterra”.
Clattenburg le debe mucho a Collina. El mítico árbitro italiano, pese a su calva reminiscencia a Nosferatu, es más un ángel que un demonio para Mark. Lo considera uno de los mejores de Europa y ha sido uno de los impulsores de su carrera. Ya lo hizo dirigir la Supercopa europea de 2014, entre Sevilla y Real Madrid, y también lo convocó para la Eurocopa Francia 2016, donde terminó arbitrando la final pese a los deseos de la cúpula arbitral británica.
En Inglaterra, la figura de Clattenburg es controversial. Siempre lo ha sido. En 2008 fue expulsado del arbitraje acusado de tener grandes deudas en sus negocios privados. Lo reincorporaron en 2009, con una suspensión de ocho meses. En 2012 tuvo un fuerte cruce con John Obi Mikel. Lo acusaron de racismo y estuvo un mes sin arbitrar hasta que lo exoneraron. En 2014, Adam Lallana denunció que lo insultó. Al año siguiente, Manuel Pellegrini lo criticó con dureza tras los dos duelos de Premier entre Tottenham y Man. City. También tuvo un discutido arbitraje en el 2-2 entre Spurs y Chelsea, que consagró campeón a Leicester. Este año, convalidó un gol con la mano de Alexis Sánchez en un Arsenal-Hull y luego supo disculparse. Ese fue su último partido en la Premier antes de anunciar su pase a Arabia. Para no irse con esa mala imagen, la semana pasada dirigió una vez más. Lo designaron para West Brom-Bournemouth, el partido menos atractivo de la fecha.
Lo que siempre le generó mucha antipatía entre los hinchas ingleses es que nunca ocultó su fanatismo por Newcastle. “Prefiero ver al equipo en la final de la FA Cup antes que a mí”, admitió una vez. Su ídolo es Alan Shearer y Clattenburg fue el árbitro en su partido despedida. “Entrar a St. James Park fue cumplir un sueño de la infancia”, contó. Nunca dirigió a las Urracas pero tampoco a su clásico rival, Sunderland, el equipo de su hermano.
En todas estas polémicas, la dirigencia arbitral hizo poco por respaldarlo. En una ocasión, fue por su cuenta a un partido para regresar a tiempo para asistir a un concierto y lo suspendieron una semana por violar el protocolo de desplazarse con sus colaboradores. Tampoco cayó bien que Clattenburg se haya hecho un tatuaje, no vinculado a Newcastle aseguran, en uno de sus brazos. Por eso, sin importar la temperatura, dirigía casi siempre con mangas largas. Veremos que hace en Arabia, donde la temperatura en verano supera los 40 grados con naturalidad.
En cambio, el prestigio de Clattenburg, que comenzó en el arbitraje a los 16 años y a los 25 estaba en la Premier, se apoya en los elogios de sus colegas, que lo ubican entre los mejores. “¿Cuándo lo ves cometer un gran error?”, dice el exárbitro Mark Halsey. “Su forma física es excelente por eso nunca está mal parado, su comunicación con los jugadores es la correcta y su capacidad para reconocer lo que es falta y lo que no es de primera clase. No solo lo tiene todo, además lo hace muy bien en cada partido”.
También lo destaca el cuidado con que prepara cada partido. “Miramos las tácticas de los equipos y la velocidad de su juego. Cualquier pequeño detalle que pueda ayudarnos. Si hago mi investigación, mi trabajo en la cancha será más fácil”, suele decir. Cuando dirigió aquellas finales europeas entre españoles se preocupó por aprender unas pocas palabras para la ocasión. Que el fútbol árabe sea tan cosmopolita le permitirá lucir sus habilidades lingüísticas. Ya nos entusiasma pensar en su primer encuentro con Ramón y Emiliano Díaz, los DTs de Al-Hilal.
No nos imaginamos que Clattenburg vaya a encabezar una revolución en el desierto de Arabia pero, quizás, ese cuervo/urraca de Newcastle encuentre allí, lejos de casa, un lugar donde sentirse valorado. No es poca cosa.