Los hinchas más punk del St Pauli, en Hamburgo, pueden encontrar un momento de relax en su estadio para leer fragmentos de las novelas de Günter Grass (1927-2015). El Premio Nobel de Literatura de 1999, fallecido este lunes, acordó con el presidente del reivindicativo club ceder esos textos para apoyar al modesto club. Fue un gesto del influyente escritor alemán con el fútbol modesto. Hincha desde siempre del Friburgo, en los últimos años apoyó al reivindicativo club de Hamburgo porque se identificaba con el fútbol popular. “La comercialización del fútbol me parece terrible”, declaró antes del Mundial celebrado en su país en 2006.
El autor de “El tambor de hojalata” dedicó algunos de sus textos al balón. En “Mi siglo”, una recopilación de sucesos que marcaron su vida, aparecen tres episodios del siglo XX que marcaron la vida de Grass a través del fútbol. El primero es la primera final de la Copa de Alemania que el autor narra en primera persona puesto que se disputó en la antigua Danzig (Gdansk, Polonia), su ciudad natal y donde transcurre su citada obra cumbre. Después salta a 1954, la final ganada por Alemania occidental a Hungría en el Mundial de Suiza. Según Grass, la historia no habría sido igual si el árbitro pita fuera de juego en los goles de Alemania contra la gran Hungría de Puskas, que les había goleado en la primera fase. Durante años intentó sin éxito que Puskas y su otro ídolo, el alemán Walker, se reunieran para hacer las paces por aquel partido que les enfrentó incluso dialécticamente.
El último suceso histórico que Grass incluye en su libro es el partido de 1974 entra las dos selecciones de Alemania. La RDA, que acusó a los occidentales de espionaje, consiguió un triunfo 0-1 en Hamburgo ante la que la Alemania del otro lado del muro. Alemania occidental acabaría ganando el torneo con Beckenbauer al frente pero la RDA cosechó un triunfo moral.
Grass se confesaba un jugador tardío de fútbol. Hasta que no vio jugar a su hijo Bruno con 6 años no sintió el gusanillo por el balón. Y probó en un partido de padres de niños. “Naturalemente me puse en la izquierda”, bromeaba al respecto de su ideología política. “Tiraba buenos centros, pero las rodillas me dolían demasiado”, aseguraba en una entrevista reciente. Günter Grass llegó a dedicar un poema a su Friburgo titulado Estadio nocturno: “Lentamente se eleva la pelota hasta el cielo/ Entonces se ve que las tribunas están ocupadas / Solitario el poeta está de pie en el arco / pero el árbitro pita fuera de juego”.