El día en el que debutó como entrenador, Harry Redknapp perdió 9-0. Cuando su equipo, Bournemouth, estaba abajo por 8-0, el utilero le empezó a gritar al mediocampista central que se adelantara en la cancha. Entonces, el nóvel director técnico le dijo a su ayudante: “Tranquilo, difícilmente vayamos a ganar 9-8”. A pesar de que supo dar sesudas excusas tras la derrota y culpó a la nieve y al calzado de sus jugadores y de los rivales, Redknapp pensó que aquel sería su primer y último partido. Pero se equivocó. En el segundo cayó 5-0 ante Leyton Orient. Fue una significativa mejora.
El hombre al que un día se le ocurrió poner a jugar a un hincha es uno de los últimos managers de la “vieja escuela” inglesa. Sólo por eso, en los últimos años fue una especie de bicho raro en una Premier League repleta de técnicos extranjeros con modernos métodos de trabajo. Harry es el típico entrenador británico. Cree en la disciplina, busca sacarle el máximo jugo a sus planteles y formar equipos rápidos y contundentes. Fuera del banco de suplentes, es conocido por su ironía fina y por sus salidas ocurrentes. Amigo por conveniencia de periodistas y dirigentes, pocas veces recibió críticas y, cuando lo hizo, se limitó a mandar a la mierda a su interlocutor.
Recién pudo dirigir a un equipo grande cuando Tottenham lo contrató en 2008, a los 61 años de edad. Antes, pasó por clubes pequeños y medianos con relativo éxito. Su personalidad le sirvió para ganarse un nombre a pesar de sólo haber conseguido un título importante en su carrera. Es divertido en las conferencias de prensa y siempre está dispuesto a entregar frases rimbombantes que luego se transforman en títulos de tabloide. Además, decisiones como la tomada aquel maravilloso día en Oxford sirven para entrar en la historia, sin dudas.
“Vos decís que son jugadores talentosos, pero yo en realidad no lo sé. Siempre escucho que si descendemos se van a ir porque no quieren jugar en el Championship, pero si hubieran jugado mejor, no habrían descendido. Entonces, todo esto es una mierda”. Algunos jugadores expresaron su antipatía hacia él por frases como ésta. Jamás se mostró tímido para criticar a sus futbolistas y eso puede generar malestar en los planteles. En una ocasión afirmó: “Después de una práctica tuve que manejar por la M-27 para ir a buscar cuatro pelotas”. Los muchachos se ve que no tenían mucha predilección por salir jugando… Sin embargo, la mayoría de sus dirigidos lo ven como un técnico del que se puede aprender y siempre se las arregló para permanecer mucho tiempo en cada uno de los clubes que dirigió.
No fue un gran mediocampista pero jugó casi veinte años en primera. Debutó en West Ham y luego pasó por Bournemouth, Brentford y Seattle Sounders. Compartió plantel con jugadores como Dave Mackay -en inferiores de Tottenham-, Bobby Moore, Geoff Hurst y Martin Peters, entre otros. Sin dudas, eso le sirvió más que su talento futbolístico en su carrera como manager. En una ocasión afirmó: “Incluso cuando teníamos compañeros como Moore, Hurst y Peters, West Ham terminó la temporada en el puesto 17. Lo que demuestra lo mierda que éramos los otros ocho”.
Tras sufrir catorce goles en contra en sus primeros dos partidos como entrenador, Redknapp y su Bournemouth protagonizaron una sorpresa gigantesca al vencer a Manchester United por 2-0 en la tercera ronda de la FA Cup. Antes del encuentro, el DT decidió no hacer una práctica normal sino un fútbol reducido entre sureños y norteños. Todo para descomprimir el ambiente. Además, inventó un par de historias sobre el United: que se habían pasado el día viendo carreras de caballos sin pensar en el partido y que el técnico Ron Atkinson había dicho que iba a ser como entrenamiento para ellos. Dos mentiras que sirvieron. Tras la histórica victoria, Harry afirmó: “Tiene que ser el mejor día de mi vida y estoy seguro de que es el mejor día de la vida de estos futbolistas”.
Después de lograr un ascenso y una Football League Trophy (algo así como una FA Cup del ascenso), dejó Bournemouth para dirigir a West Ham, que participaba de la recién creada Premier League. Allí fue donde se ganó su reputación. Hizo debutar a Rio Ferdinand, Joe Cole, Michael Carrick y a su sobrino Frank Lampard. Acerca de este último hay una anécdota imperdible. En una reunión con hinchas, un aficionado le preguntó: “¿Cree que la publicidad que está recibiendo el joven Frank tiene justificación, porque creo que aún no es suficientemente bueno. En los últimos dos años dejaste escapar buenos centrocampistas por muy poco dinero, como Matt Holland o Scott Canham”. Todos, hasta el propio Lampard, presente en la sala, se sorprendieron por la pregunta. Harry, muy tranquilo, contestó: “Te lo voy a decir aquí sentado delante de toda esta gente. Y te lo puedo decir sin ninguna sombra de duda. No habrá comparación posible entre lo que Frank Lampard va a conseguir en el mundo del fútbol y lo que Scotty Canham va a conseguir en su carrera”. Lo que pasó después se sabe. Canham pasó sin pena ni gloria por varios clubes del ascenso y Lampard es Lampard.
Además de inventar la extraordinaria historia del búlgaro Tittyshev, Redknapp llevó a West Ham a un histórico quinto puesto en la Premier y ganó una Intertoto. También dejó mil anécdotas. Una de las más graciosas sucedió cuando llegó el portugés Dani. Todos estaban sorprendidos de lo bien parecido que era el muchacho, entonces Harry se acercó al fotógrafo del club y le dijo en voz baja: “Mirá lo lindo que es. Yo no sé si ponerlo a jugar o llevármelo a la cama”. Nunca tuvo demasiada predilección por los jugadores extranjeros: “con ellos es difícil entenderse, a algunos ni siquiera les gusta beber”.
Tuvo varios problemas con la ley. En 2006 fue investigado por recibir comisiones ilegales por parte de representantes de jugadores. Se sospechaba que había recibido un caballo de carreras como comisión por un pase. En el juicio, Harry dijo que no sabía si era el dueño del caballo. Sí, podría haber sido suyo o no, él no lo sabía. Y agregó que de todos modos eso no importaba porque el animal era pésimo, nunca había ganado una carrera y mucho menos dinero. En 2011, fue juzgado por fraude fiscal junto con el ex propietario de Portsmouth, Milan Mandaric. Su principal argumento de defensa fue: “Sólo soy un entrenador de fútbol fantástico”.
El ámbito de tribunales sirvió para que desplegara todo su histrionismo. Afirmó ser “la persona menos avariciosa que puedes conocer”. Cuando le preguntaron si alguna vez había llenado la planilla de impuestos, respondió: “Sería una pérdida de tiempo darme las planillas, porque las hubiera dejado olvidadas en alguna silla”. Además, dijo no saber cómo manejar computadoras ni celulares y se mostró avergonzado con su escritura de “niño de dos años”. Otro de los momentos imperdibles de su declaración fue cuando tuvo que explicar por qué su cuenta bancaria en Mónaco se denominaba Rosie47: “Fue una perra que tuve, aunque ni siquiera me gusta llamarla perra. Ella era mucho más que eso. Si alguien tiene una esposa como ella, debe ser afortunado”. Aunque fue absuelto de culpa y cargo, esta acusación atentó contra sus posibilidades de dirigir la Selección inglesa tras la salida de Fabio Capello.
“Vos decís que son jugadores talentosos, pero yo en realidad no lo sé. Siempre escucho que si descendemos se van a ir porque no quieren jugar en el Championship, pero si hubieran jugado mejor, no habrían descendido. Entonces, todo esto es una mierda”.
En Portsmouth hizo historia al ganar la FA Cup pero mucho le echan la culpa de la estrepitosa caída del equipo, que hoy juega en la cuarta división. Antes de la gran final de aquella copa ante Chelsea, Redknapp desapareció en la inmensidad del estadio de Wembley. Lo encontraron muy emocionado, mirando la definición de la tercera división, entre Rochdale y Darlington. “Fueron a penales. Rochdale estaba abajo 3-1 y se veían muertos y enterrados”, dijo dejando al descubierto su obsesión futbolera.
Tras dejar Fratton Park, fue contratado por Tottenham Hotspurs, que venía de ser dirigido por el español Juande Ramos. Harry logró llegar a la final de la Copa de la Liga y clasificar a la Champions League, algo que el club sólo había hecho una vez en veinte años. Nunca bajó del quinto puesto y su salida fue sorprendente, porque fue el manager que devolvió a los Spurs a los primeros planos y además logró potenciar varios jugadores, entre los que se destaca Gareth Bale.
En 2012, llegó a QPR. Los rumores indican que logró convencer a los directivos de estar a punto de llegar a un acuerdo con la Federación Ucraniana para dirigir la selección de ese país, por lo que desde Loftus Road apuraron su contratación y pagaron incluso más dinero por su fichaje. Aunque el club londinense contaba con un presupuesto muy alto, no pudo mantener la categoría. Tras un año en la segunda división, logró el ascenso con sufrimiento y, ya en primera, abandonó el cargo por problemas físicos. Aunque al poco tiempo afirmó estar listo para volver a los bancos.
Está claro que un tipo normal no es capaz de hacer jugar a un hincha, ni siquiera en un amistoso. Pero Harry Redknapp no es un entrenador común y corriente. Es un inglés con algunas virtudes y varios defectos. Un tipo que supo cómo acomodarse en el mundo moderno sin dejar de ser un “manager” de la vieja escuela.