Entiendo perfectamente que a alguien no le guste el rugby. Que no entienda las reglas, que no le quepa ni un poco esa cosa media clasista y amorfa que despliegan muchos de los que practican este deporte. Es verdad que muchos rugbiers son tipos que tiene algo de pavo real, que se creen que porque despliegan sus plumas todos deben maravillarse ante su belleza.
Eso es una cosa. Y otra muy diferente es lo que planteó mi amigo Alejandro Caravario en la columna que escribió para Un Caño, titulada “Un hincha despechado”, en la que plantea que unos viejos tuits racistas, xenófobos y clasistas de Matera, Petty y Socino lo sumieron en un “desconcierto desolador” -para usar sus propias palabras- y que eso le impide querer que Los Pumas ganen en el Mundial.
Hay que recordar que los jugadores involucrados, en su momento, pidieron disculpas, aunque usaron la espantosa fórmula que dice que se excusaban con “todas aquellas personas que se hubieran sentido ofendidas” (o sea que no lo hacían con la sociedad sino con algunos, por lo que podríamos entender que eran disculpas selectivas).
También hubo un descargo de la UAR que patinaba al hablar de “los valores de la familia del rugby”, como si todos aquellos que juegan un deporte tuvieran la obligación de sentir, pensar y actuar de acuerdo con una matriz, algo que hechos ocurridos en los últimos años demostraron que no es así. En el rugby, como en cualquier otro deporte o trabajo que se desempeñe, hay racistas, sexistas, fascistas, xenófobos, clasistas, asesinos, ladrones, corruptos o cualquier otra gente dañina y destructiva del entramado social.
Pero eso no es solo patrimonio del rugby. Y ahí es en donde la pifia Piqui Caravario. Es injusto que, porque tres individuos enviaron unos twists repugnantes, se condene a un deporte en su conjunto. Si todos aquellos que practican un deporte estuvieran obligados a pasar el desafío de la blancura, no quedarían una sola pelota rodando en un campo de juego.
Por ejemplo: ¿qué decimos de los futbolistas millonarios que se negaron a pagar el tributo a las grandes fortunas? ¿O de aquellos que cagan a trompadas a sus esposas, novias o amigas? ¿Acaso Caravario dejó de ir a la cancha o vibró menos con la Selección en Qatar porque Tevez y Batistuta metieron amparos para no pagar aquel impuesto o porque Villa y otros tantos futbolistas golpearon a sus parejas? Vamos… algunas veces hay que dejar de lado cierta corrección política. No hay que se bien pensante todo el tiempo. Podemos vivir con contradicciones. ¿O el hecho de que el Papu Gómez le tirara euros a la gente desde el micro de la Selección, en uno de los gestos más asquerosos que vi en mi vida, me hizo festejar menos el título de Qatar? O la foto que Messi y el Dibu Martínez se sacaron con Macri, ¿me hace pensar diferente de ellos?
Ver jugar a Matera, Petti y Socino, debo decirlo, me revuelve las tripas. Pero en el partido con Samoa hice fuerza para que Los Pumas ganaran su partido. Y lo mismo haré cuando jueguen contra Chile y Japón. Porque para mí, tal como decía el General, primero está la Patria, después el Movimiento y recién después llegan los hombres.