Fueron semanas tristes para el fútbol. El ganar como sea llevado al extremo. Sí, hasta el extremo de no querer jugar. Primero el reclamo de San Lorenzo, luego el de Independiente y, al final, el tardío de Racing. Es obvio que si hay algún pequeño resquicio legal, los clubes lo van a usar. Los méritos de San Lorenzo para eliminar a Temuco tras haber perdido de ida y de vuelta o los de Independiente para “ganarle” 3 a 0 al Santos cuando había empatado 0 a 0 se los debemos. Se los deben ellos. Lo importante es seguir vivos. El cómo también se lo debemos.

Racing, entonces, aprovechando la moda de reclamar por futbolistas mal incluidos por el equipo contrario, se enteró de que Zucculini no podría haber jugado para River. Lo grave no es que se haya enterado por las redes sociales, sino haberse dado cuenta tarde. Y a pesar de que ya no estaba a tiempo de llorar, su presidente pataleó como un bebé: “Vamos a pedir la eliminación de River”. ¿Le parece, señor Blanco? Si nadie quiere jugar entonces cerremos este chiringuito llamado fútbol y busquemos otro entretenimiento.

¿Aclarado? el asunto de Zucculini, llegó la hora de que los pingos se vieran en la cancha. Pero River corrió solo porque Racing faltó a la cita. A los cinco minutos de que empezara a rodar la pelota las diferencias fueron tan enormes como evidentes. No importó que River no tuviera a su 5 titular ni a su suplente. Curiosamente (o no tanto), sin un volante central clásico, el equipo de Gallardo tuvo una movilidad que Racing jamás supo descifrar. River estuvo dos segundos más rápido que su rival.

¿Lo de afuera pudo haber afectado tanto a lo de adentro? Porque, más allá de los méritos de River, que fueron muchos pero se pueden resumir en “esas noches de Copa que Gallardo los hace jugar con un plus”, Racing no se pareció a Racing. La intensidad que Coudet le suele transmitir a sus equipos se quedó en el vestuario. O en el escritorio. ¿Habrá pensado Racing que la serie estaba 3 a 0 a su favor? Imposible saberlo. Lo que sí quedó claro es que siempre será mejor jugar que llorar. Y que ganar como sea no existe.